miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Cazador de Libros (11) ¡Harpo habla!

Aunque aún no lo he terminado, lo que llevo leído de este libro es más que suficiente para recomendarlo de manera exultante. Así que, por fin, ¡Harpo habla! (Seix Barral 2010). Hacía muchos años que estas memorias de Arthur Marx no se reeditaban. Es motivo de celebración, por tanto, para la legión de incondicionales de los Hermanos Marx, entre los que, por supuesto, me encuentro. Este libro viene a corroborar algunas cosas que intuíamos. Sobre todo que en el caso de los Hermanos Marx no había una distancia significativa entre los personajes que representaron y las vidas que vivieron fuera de los escenarios. Groucho tenía un punto de intelectual atormentado, Chico era un buscavidas ingenioso que tenía una habilidad innata para meterse en problemas y Harpo era, sencillamente, un tipo ingenuo y perspicaz al mismo tiempo (Gummo y Zeppo fueron más bien anecdóticos). Este grupo fue el producto de la personalidad insistente y arrolladora de la madre que los parió, Minnie. Fue también obra de las circunstancias, de la pobreza y de la necesidad de agudizar el ingenio ante la adversidad. Fueron un grupo de autodidactas que empezaron a triunfar cuando dieron rienda suelta a su ingenio e hicieron volar por los aires las pautas del vodevil y la comedia musical.
Claro que para llegar a gozar de la fama tuvieron que hacer miles de kilómetros recorriendo todos los antros de la Norteamerica profunda, comiendo basura, durmiendo en hostales llenos de chinches y soportando las estafas de los empresarios y el desprecio del público. Toda una escuela de calor. El caso es que Harpo sí sabía hablar. No éramos pocos los que pensábamos en nuestras primeras experiencias con el universo de los Marx que Harpo era el “pobre mudo” de la familia y al que seguramente “le faltaba un agua”. Harpo tenía una voz atiplada y en sus primeras representaciones le aconsejaron que mejor se quedaba calladito. Así que Harpo desarrolló un estilo entre clown, mimo y salvaje desatado que se convirtió en un mito. Lo de Harpo fue una cosa verdaderamente especial. Fue, quizás, del trío de hermanos el que llevó a la postre una vida más serena. Como él mismo decía dejó de estudiar a los ocho años y al final, y para su propia sorpresa, muchos intelectuales, escritores y prebostes de todo tipo venían a pedirle consejo. La bocina, la peluca, la super gabardina, el gag de dar el pie en vez de la mano, van a apareciendo, página tras página, en este libro delicioso. Hágase un favor y regaleselo o regálelo (no tengo comisión alguna con Seix Barral, por cierto).
Qué mejor que acabar el año hablando de libros. ¡Feliz 2011! Que sea el año en el que las desigualdades, las injusticias y el libro electrónico retrocedan y que triunfe de una vez la sensatez.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Acción Solidaria (8) Infancia desprotegida de Tenerife

Hace unos años tuve la oportunidad de conocer el funcionamiento de una parte de la Unidad de Infancia del Cabildo de Tenerife. Coordinaba en Tenerife un proyecto que llevábamos conjuntamente la Consejería de Educación y la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, el Foro Canario de la Infancia. Un proyecto de educación en ciudadanía de los niños, inspirado en cierto sentido en las experiencias que Tonucci llevaba a cabo en Italia. Cuando empezamos a intentar implicar a los cabildos insulares en el proyecto entramos en contacto con esta área del Cabildo de Tenerife. Allí pude conocer a un grupo de gente joven entusiasta que llevaba a cabo su trabajo en un ámbito muy delicado, sensible y estratégico, la intervención y prevención en materia de menores en situación de desamparo. Gente muy profesional y comprometida con su trabajo.
Durante los últimos años se fueron desarrollando en Canarias recursos y estructuras que trataban de dar una respuesta a la creciente problemática social, sobre todo en el ámbito de los menores, propia de una sociedad fuertemente desequilibrada y desestructurada como la nuestra. Este personal, que ahora se ve avocado al despido masivo, representa una inversión estratégica en un medio donde se requiere profesionales formados y, especialmente, comprometidos. Los recortes que el Cabildo va a llevar a cabo en esta área supone un desmantelamiento más de recursos esenciales, otro que sumar a la larga lista que llevamos en estas ínsulas a la deriva.
Como profesor he podido observar el mismo fenómeno en nuestro sistema educativo (por no hablar del sanitario, que clama al cielo). Estoy convencido de que más allá de la falta de recursos económicos, mantra que hoy en día lo justifica todo y que parece contar con numerosos palmeros, se esconde un objetivo de mucho mayor alcance: el desmantelamiento del Estado del Bienestar, del que empezamos a dotarnos en Canarias antes de ayer. El entramado político-empresarial que dirige estas islas hace tiempo que decidió, en consonancia con los nuevos vientos ultraliberales que recorren el orbe, que lo público es oneroso y prescindible. En realidad no es una cosa nueva. La diferencia es que ahora quienes tienen la sartén por el mango cuentan con una gran coartada: la crisis -palabra mágica que sirve para que los de siempre se queden en el paro y otros (también los de siempre) sigan ganando dinero a espuertas. Oímos, sin embargo, a nuestros afamados políticos asegurarnos que en la actual situación las políticas sociales son las prioritarias. Hay que preguntarse qué entienden, entonces, por políticas sociales. Me temo que la cosa no va más allá de derivar dinero a los comedores sociales o subvencionar a entidades benéficas para que repartan bolsas de ropas y alimentos entre la legión de necesitados que empieza a desbordar todas las previsiones (cosas que son muy fotografiables, rápidas y mediáticas). Y esto hay que hacerlo, desde luego, pero no únicamente. Me recuerda a aquella propuesta del nefasto Bush hijo quien hablaba del Estado Compasivo (en vez del Estado del Bienestar) que no era otra cosa que promover la organización de tómbolas entre los ricos para repartir algunas migajas entre los pobres.
Si hablamos de verdad de la prioridad de las políticas sociales en la actual coyuntura debe quedar claro que en el pack van recursos como éste y otros. Que son esos recursos los que también mitigan las dramáticas consecuencias de esta crisis y del enorme desfase económico, social y educativo acumulado históricamente en nuestras islas, que son recursos dispensadores de igualdad de oportunidades y que palían, con la que está cayendo, un más que previsible estallido social. Las cabezas pensantes de las distintas administraciones que ocupan hoy todo su tiempo en ver por dónde pueden seguir metiendo tijera, sin preocuparse si quiera por desarrollar proyectos y estrategias alternativas, deberían aplicarse un poquito en “repensar” este sistema y estas prácticas que son, precisamente, las que nos han metido en el atolladero.
Como docente, repito, he podido ver las consecuencias de estas políticas. Y ya no sólo porque nos hayamos quedados reducidos a mantener los centros con las puertas abiertas y poco más (mientras a la enseñanzas concertada se les subvenciona incluso proyectos de carácter meramente administrativo) sino porque las posibilidades de trabajo que tenemos con muchos de esos niños en situación de riesgo o con problemáticas socio-familiares de la más diversa índole y que están escolarizados se están viendo muy mermadas. Es habitual escuchar cómo desde los servicios sociales municipales se quejan de la falta de recursos y de personal para atender los casos que lejos de decrecer aumentan (paradójicamente al calor de la crisis). Si a esto le añadimos los recortes que el Cabildo quiere introducir en este ámbito la cosa es para echarse a temblar. En las escuelas también carecemos de los recursos y de la formación necesaria para atenderlos y nuestras limitaciones son aún mayores puesto que no solemos tener acceso a las familias ni intervenir en su entorno. ¿Qué panorama tenemos por delante? Un panorama desolador. Claro que eso no lo va a reconocer ningún político a escasos meses vista de las elecciones. Es más, cuentan con un poderoso aliado (y ellos lo saben): el adocenamiento e indolencia propia de nuestra sociedad y particularmente la canaria. Del mismo modo que a pocas personas en nuestras islas les importa de verdad la educación menos aún les importan los niños en situación de desamparo (que cada uno cargue con su vela y a mi que no me molesten). ¿Qué es eso de las políticas preventivas o compensatorias? Demasiado abstracto todo. Nada que pueda comprarse en un hipermercado. Y si hay un amago de conflicto que aparezca en los medios de comunicación ya quedará eclipsado con la próxima victoria del C.D. Tenerife (y si eso no ocurre que tal y como están las cosas es previsible, ya se inventarán otra cosa).

sábado, 25 de diciembre de 2010

El Catalejo (19) Un Belén chino

Alguien pensará que estoy obsesionado con lo chino. Y puede que no le falte razón. Hace unos días vi la típica conexión con Belén en un telediario para ver cómo se vivía allí los preparativos de la Navidad. La noticia terminaba con el lamento de los artesanos locales de quincallería religiosa por la invasión, cual plaga de langostas, de toda clases de objetos procedentes de China. Resultaba muy “curioso” observar belenes, cálices y figurillas de todo tipo con la ubicua etiqueta made in China. ¿No les parece terrible? En el fondo es el más vivo retrato del mundo que se nos avecina: el mundo de la estupidez, la falsificación, la sustitución y la negación globalizada. Pero "¡si es más barato!" - dirá alguno, en un arranque de aparente lógica desarmante. Evidentemente, querido descerebrado. Ahora bien, si a usted le preocupa un ápice el futuro medioambiental de nuestro planeta, el desarrollo de las economías locales, los derechos laborales de los trabajadores y un largo etcétera de cosas que no caben en un carro de supermercado tiene una posibilidad muy sencilla: en vez de tres cosas inútiles compre una sola.
China representa hoy la cara más extrema y perniciosa del capitalismo. Representa también una de las mayores paradojas de la historia: un país con un gobierno que se dice comunista, con la parafernalia propia de un país totalitario, entregado a las prácticas capitalistas más desaforadas, convertido en campeón de la desigualdad, la negación de los derechos sociales y laborales y muchas otras cosas que harían felices a los seguidores de Milton Friedman (el más ultraliberal de los economistas que ha parido facultad alguna). Si Marx levantara la cabeza se recluiría en alguna de las pocas comunas hippie que van quedando. Esa maquinaria está alimentada por una multitud zombificada de consumidores que necesitan llenar la cesta de miles de cosas absolutamente prescindibles, que creen haber hecho un buen negocio comprando duros a pesetas.
La verdad es que este nuevo "McMundo", como lo denomina el sociólogo Cayo Sastre en su más que recomendable libro de título homónimo (Los libros del lince, 2010), nos lleva a situaciones que si las analizamos fríamente terminan siendo descorazonadoras. Pongamos un caso. Ya se sabe de la inclinación de los católicos por la idolatría. Hasta donde sé las imágenes religiosas de culto suelen encargarse todavía hoy a imagineros de mayor o menor fama. Un trabajo de ese tipo suele ser caro y lleva su tiempo. ¿Por qué no encargar una Dolorosa, un Crucificado o un conjunto completo de la Sagrada Familia con burrito y vaquita incluido a una fábrica china? Seguro que lo fabrican en la mitad de tiempo y por la tercera parte del coste. Un poquito de agua bendita y ¡venga! ¡a adorarlo todo el mundo! No es que me importe demasiado pero “canta” un poco.
Ahora que toca rascarse el bolsillo, mire la etiqueta, por favor.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El Aula (14) Un festival, una reflexión.

Todavía tengo en mi retina los buenos momentos que vivimos ayer en el Festival de Navidad de mi centro, pese a una sonorización horrorosa y todas las limitaciones que hay que solventar en el medio escolar. Como tengo esta cosa enfermiza de hacer conexiones reflexivas a veces imposibles me he levantado hoy pensando en aquellas sensaciones que empecé a experimentar allá, más o menos, por el pleistoceno.
Cuando tenía diez años me encargaron que presentara el festival de fin de curso de mi colegio. En realidad me hubiera gustado más que me hubieran seleccionado para participar en la obrita de teatro que ponía el colofón del evento (un sainete costumbrista que hoy daría pavor a cualquiera) o participar del coro que cantaba “Clavelitos”. Fue mi primera intervención delante de un micrófono. Aunque me temblaban las piernas al final todo el mundo me felicitó. ¿Empezó ahí mi incontinencia verbal, mi pasión por un escenario? Ya saben a quién echarle la culpa. Al poco tiempo empecé a jugar a balonmano (más mal que bien) en el equipo del Colegio. Un equipo que en años anteriores había alcanzado mucha fama y del que teníamos la responsabilidad de emular en la medida de lo posible. El uniforme del equipo era azul y rojo, una combinación que nunca me gustó pero que, al fin y al cabo, era NUESTRO uniforme. Los sábados por la mañana cuando teníamos que jugar en otros centros salíamos con el pecho hinchado a la cancha aunque el rival nos pasara por encima. Teníamos un auténtico “espíritu de grupo”. Nos sentíamos un grupo especial, tanto respecto a quienes eran un curso mayor que nosotros como a los que venían por detrás. Seguramente los demás pensaban lo mismo pero en aquellos años no reparábamos en eso. Estas y otras cosas hizo que en muchas ocasiones estudiáramos juntos. Nos preocupaban las notas de los compañeros y nos echábamos una mano, sobre todo cuando llegamos a 3º de BUP y COU (lo que es hoy 1º y 2º de bachillerato), cuando la tormenta hormonal iba remitiendo y te dabas cuenta de que habían más cosas en el mundo. Cuando nos pusimos a organizar el viaje de fin de curso la cosa no fue tan bien. Nuestras tendencias anarquistas hacían que al final tuviéramos pérdidas en casi todo lo que montábamos. Así que el dinero que obtuvimos no nos dio para ir más lejos de la isla de La Palma. Con todo, fue un viaje memorable, el epílogo de muchísimos años de camaradería.
Una de las cosas que más pavor me daba era decepcionar a mis profesores. Sabía que esperaban mucho de mi y procuraba estar a la altura, sobre todo con aquellos con los que tenía un feeling especial. Todo lo que aprendí en el colegio (una etapa que abarcó de los cuatro a los diecisiete años) lo llevo, de una manera u otra, incorporado en mi. Pero aquellas cosas que viví, que tramé, con mis compañeros permanecen de una manera nítida en mi mente, como si hubieran ocurrido ayer por la tarde. El colegio cerró en 1994. Años después tuve la fortuna, junto con un amigo de toda la vida, Marcelino Martín, de escribir un libro sobre el mismo. La presentación de ese libro reunió a cientos de antiguos alumnos de todas las promociones. Allí no se hablaba de Física y Química, hay que reconocerlo, se hablaba de todas aquellas cosas que habían acercado a las personas, de amores y odios, de anécdotas y aventuras, de los lazos de amistad y del recuerdo de aquellos profesores que nos soportaron y nos dieron una palmada en el hombro cuando lo necesitamos, del afecto por aquella vieja casona canaria que albergaba aquel colegio tan singular en todos los aspectos. Toda una celebración de la vida.
Ahora, cosa de los años, tengo la ocasión de observar lo mismo desde el otro lado del escenario. Cuando contemplo como profesor los mismos lazos que se forjan en mis alumnos en el momento en el que se lanzan a montar un musical o una representación, cuando pongo cara de circunstancias en el instante en el que la cosa se empantana o los egos se desbordan, no puedo dejar de acordarme de que yo fui igual antes de que ellos nacieran y de que lo sigo evocando con un enorme cariño. Pienso que hay una enseñanza fundamental detrás de todo esto: las empresas y las soluciones son, muchas veces, proyectos colectivos.
Felicidades a todo el alumnado que montó unos número musicales de antología en el festival de nuestro centro, que sacrificó tardes y recreos y que nos hizo disfrutar durante un buen rato. Siempre he pensado que lo esencial de la educación es atemporal y que las cosas, sobre todo las buenas, se repiten.
¡Felices Fiestas a todos desde “La Inocencia del Devenir”!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Pasión por la Música (7) Coral Reyes Bartlet

Acabo de pasar una hora en el cielo. Me explico. El concierto de Navidad de la Coral Reyes Bartlet (CRB), del Puerto de la Cruz (Tenerife), se ha convertido en una cita ineludible para los amantes de la buena música (perdón por el pleonasmo). En esta ocasión se daban varias circunstancias añadidas: un programa dedicado casi en su totalidad a Mozart, la participación de varias solistas entre los que destacaba Augusto Brito (quizás uno de los mejores bajos de Canarias), una formación musical de circunstancias, la KV Ensemble, que supo estar al nivel requerido, un director, José María de Vicente entusiasta y el hecho, muy significativo, de que este concierto conmemoraba el cuarenta aniversario de la CRB.
Tuve la fortuna de formar parte durante varios años de esta formación coral. En esos años aprendí y disfruté tremendamente. Conservo la mayoría de las partituras. Sobre todo aquellas de los conciertos sinfónicos-corales en los que hubiera pagado de buena gana por vivir semejantes momentos. Permitirle a un modesto aficionado adentrarse en un mundo como este no tiene precio. La pena es que carezco ya de la autodisciplina necesaria para encarar un proyecto con el nivel de exigencia que la CRB demanda. Sin embargo, esta experiencia me permite valorar con conocimiento de causa el esfuerzo, la ilusión y el talante perfeccionista que está detrás de un concierto de estas características. El director de la CRB, José Hijar Polo, ha sabido dotar a este conjunto de una personalidad propia, basada, sobre todo, en la búsqueda de la excelencia, en un sonido homogéneo, dotado de intensidad y delicadeza al mismo tiempo.
Como suele ser habitual el aforo, que llenaba casi en su totalidad la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, era mayoritariamente extranjero. El Puerto de la Cruz es considerado como el primer municipio turístico de Canarias, al menos cronológicamente. Hoy es un destino “maduro”, lo que en el argot profesional, significa “obsoleto”. Quienes vienen dándole vueltas a la cabeza sobre cómo reflotar este sector se empeñan en fórmulas trilladas. Un municipio como el Puerto de la Cruz, que comenzó su andadura ligado al turismo de salud, que tiene como clientela a visitantes de cierta edad y considerable formación, sobre todo el que procede del norte de Europa, debe considerar la Cultura como una apuesta estratégica. Un festival como "Mueca" (de teatro y perfomance en la calle) que estaba en pleno auge fue laminado, el espacio que hacía las funciones de sala de conciertos, el Parque San Francisco, está en ruinas, y una coral como la Reyes Bartlet tiene serios problemas para subsistir (haciendo un decálogo de urgencia). Parece que más allá de la parranda y la cosa cachanchán se agota la imaginación y la voluntad política. Ese público extranjero del que estaba rodeado, como decía, es un público atento, formado y exigente. Esa supuesta frialdad de la que algunos hablan no es sino respeto hacia los artistas y comunión con la música. La mejor prueba del éxito del concierto fue ver a la mayoría del auditorio puesto en pie aplaudiendo con ganas.
Quizás la desgracia de la CRB sea estar ubicada en lo que, al fin y al cabo, no deja de ser, con perdón, un pueblo. Resulta raro encontrar formaciones de esta naturaleza, capaces tanto de montar una misa de Mozart con una orquesta de cámara como de colaborar en un “Ivan el Terrible” nada menos que con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, por poner solo unos ejemplos, que no estén ubicadas en alguna capital o ciudad de gran entidad. El Puerto de la Cruz es una ciudad de unos treinta mil habitantes, tan aquejada por el desolador panorama que pinta el informe PISA como cualquier otra. Pese a esto, la labor educativa que viene haciendo la Asociación Cultural Reyes Bartlet es extraordinaria. Desde hace años mantiene una red de coros escolares y una coral juvenil por la que han pasado cientos de jóvenes (a la que hay que sumar una reciente Escuela de Canto). Como profesor sé perfectamente que los alumnos que tienen una formación musical, del tipo que sea, suelen destacar por encima del resto, tienen algo especial, sobre todo un sentido de la disciplina y una sensibilidad más acusada que se traduce en una mayor tasa de éxito en sus estudios. Hay que agradecer, por tanto, a esta Asociación su vocación educativa. Estoy convencido de que dará sus frutos más tarde o más temprano. De hecho, no han sido poco los jóvenes que se iniciaron en el mundo de la música en la CRB y que hoy, de una forma u otra, se dedican profesionalmente a ella o siguen con su actividad como aficionados a un nivel impresionante. Quizás llegue un momento en el que la proporción de canarios que son capaces de valorar y disfrutar de un concierto como este aumente ligeramente. Lo veremos (espero que sea antes del cincuentenario).

domingo, 19 de diciembre de 2010

El Catalejo (18) Cierra CCN Plus

La sensación de outsider que me persigue desde siempre se acentúa por momentos. Para una vez que me engancho a un programa de TV van y cierran la cadena. Me ha hecho “mucha gracia” enterarme de que CCN Plus tiene los días de emisión contados (el 31 de diciembre bajará el telón). La propietaria de la cadena, el grupo PRISA, se desprenderá, después de once años, de una plataforma de información que ha alcanzado una cotas importantes de prestigio por su rigor y ecuanimidad. Desconozco las interioridades empresariales y financieras (y, francamente, me importan un comino). Lo que me llama la atención es que los productos de calidad, sobre todo en el medio audiovisual, no sean rentables. Supongo que debe ser otra decisión al albur de la espada de Damocles que es la ley de la oferta y la demanda (para que luego digan que lo privado es sinónimo de eficacia y racionalidad).
Hace tiempo que abandoné la TV, o más bien el zapping. Parte de mi tiempo lo paso frente a la pantalla del ordenador tramando e hilando cosas. Este “centro de operaciones” está situado en medio de lo que yo llamo “mi biblioteca” (no es nada ampuloso si tenemos en cuenta que está compuesta por casi cinco mil ejemplares, perdonen la inmodestia -ya les dije que era un outsider). Al fondo tengo una pequeña pantalla en la que normalmente está puesta la CCN Plus. No es que tenga mi atención completamente puesta en ella. Depende de la noticia que emitan, de la entrevista que tenga entre manos Antonio San José por la tarde o del menú que proponga Iñaki Gabilondo por la noche. Anoche, precisamente, reclamaban mi presencia en el salón de mi casa (un territorio que visito poco, la verdad). Telecinco estaba emitiendo un “debate” con varios representantes de los controladores aéreos. El programa era “La Noria” (retengan el nombre para que no se les ocurra volver a ponerlo). Cada diez minutos, o menos, interrumpían el simulacro de debate para pinchar publicidad que duraba otro tanto. Una periodista tenía como función caldear el ambiente con intervenciones la mayoría de ellas de carácter demagógico. El público aplaudía a unos y a otros, muchas veces en flagrante contradicción. El conductor del programa parecía un perdonavidas. Irrumpen al final unas colaboradoras del programa que se suman a la trifulca general. Ante la sorpresa de los controladores por semejante encerrona la periodista en cuestión les espeta algo así como que es el calor del directo y que en Telecinco no se censura nada (seguramente habrá conseguido que le prorroguen el contrato). En fin, un espectáculo penoso. Y, hay que admitirlo, con una porrada de audiencia. Esto no habría pasado en CCN Plus. Y seguramente por eso mismo la terminaron cerrando. ¡Qué país!

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cine a solas (9) Blake Edwards

Lamentablemente en el año del cincuentenario de “Desayuno con diamantes” ha fallecido su director, Blake Edwards. Pese a ser un director con una amplia filmografía no se le ha reconocido como uno de los grandes del cine. Quizás porque todavía se sigue entendiendo la comedia como un género menor. Sin embargo, si se examina atentamente el listado de sus películas vemos algunas que son consideradas hoy en día como títulos de primera fila en su género. A este hombre muchos le recuerdan sobre todo por la serie de películas dedicadas a “La pantera rosa” y su explosiva asociación con Peters Sellers y con el compositor Henry Mancini. Estas comedias se han convertido con el tiempo en auténticas películas de culto. La pena es que su última película fue una infumable secuela de esta serie, “El hijo de la Pantera Rosa” (1993), con el histriónico Roberto Begnini.
Mi favorita es, sin duda, “El guateque” (1968). En cierto sentido esta película me recuerda al Bolero de Ravel: un enorme crescendo en el que un actor despistado monta una impresionante trifulca en una fiesta privada. La música de Henry Mancini , el elefante multicolor que irrumpe al final, el camarero borrachín, todo ello resultan ser aportaciones y episodios memorables. Y es que el rodaje de fiestas al estilo años sesenta era una de las especialidades de Edwards. Tanto en “El guateque” como en “Desayuno con diamantes” las fiestas son piezas de antología, películas dentro de la película, desternillantes y magistrales. “La carrera del siglo” (1965) fue otra comedia de las que hacen época. De hecho muchos recordamos con nostalgia su secuela en forma de dibujos animados: “Los autos locos”. Mi favorito eran los cavernícolas y los leñadores ¿se acuerdan? Resulta curioso comprobar cómo aquel universo de Hanna-Barbera, con el que creció nuestra generación, hoy no es sino pura arqueología del género
Hace poco volví a ver “Operación Pacífico” (1959), coincidiendo casi con la muerte de uno de sus protagonistas principales, Jack Lemmon. En esta comedia un submarino que termina siendo pintado de rosa por su tripulación tiene que surcar el pacífico en plena II Guerra Mundial en medio del hazmerreir de unos y otros. Las comedias de Blake Edwars, en definitiva, se sustentan en guiones muy originales e interpretaciones de altura. Dos fórmulas sencillas y efectivas para filmar películas para el recuerdo. Así que puede ser una buena ocasión para pinchar en el DVD alguna película de Blake Edwards.

martes, 14 de diciembre de 2010

El Catalejo (17) ¡Barra libre, Mohamed VI!

La Unión Europea, con España como principal promotor, acaba de dar por zanjada la “crisis” (¡ah! ¿pero hubo crisis?) con Marruecos por los sucesos de El Aaiun. Además, para que el amigo Mohamed VI no se nos mosquee, que andan muy suceptibles los muchachos últimamente, han firmado varios acuerdos de cooperación (más tomate marroquí para Europa). Nuestra flamante ministra de asuntos exteriores, Trinidad Jiménez, no desperdició la oportunidad de ponerle la guinda al pastel y declaró muy ufana ella que "ningún suceso va a alterar la relación que tenga la Unión Europea con Maruecos”. Como a la señora Trinidad no le suponemos un pelo de ingenua damos por hecho que es perfectamente consciente de que esto supone firmar la sentencia de muerte política del pueblo saharaui.
La ignominia moral del gobierno español roza cotas desconocidas desde la llegada de la democracia a este país. A base de querer distanciarse del estilo Aznar, el del puro en la boca y los pies en la mesa junto a Bush, el de la foto de las Azores y el acento chicano de toda la vida, han terminado por dar un giro de 360º y llegar al punto de partida del que pretendían diferenciarse (eso sí, en plan talante y esas cosas). Con este planteamiento la próxima vez que Marruecos masacre a los saharauis los harán miembros de pleno derecho de la Unión Europea y la siguiente ingresan de lleno en el euro (siempre y cuando no sea Marruecos quien exija que el resto de la UE adopte el dirham, claro). Vamos a tener tomate marroquí en el desayuno, almuerzo y cena como sigamos con este plan. O sea que ¡barra libre, Mohamed VI! Trinidad Jiménez, siempre en aras del buen rollito, acaba de decretar que puede usted hacer lo que le venga en gana que aquí paz y después gloria, que dos no pelean si uno no quiere, my friend. Para qué mosquearnos por quítame allá unos saharauis.
En realidad esta cobardía moral no es de ahora. Los papeles de Wikileaks demuestran que después de que Zapatero tomara la decisión de retirar las tropas españolas de Irak estuvo el resto del tiempo pidiéndole perdón al gobierno norteamericano por ello y en más de una ocasión de una manera bastante patética (que se lo pregunten a la familia de José Couso). Con esta endeblez, con este doble juego moral, no es de extrañar que esta gente haga oídos sordos a todo lo que suponga un mínimo inconveniente a la “conjunción interplanetaria” Obama / Zapatero. ¿Era este el socialismo del siglo XXI? Los “intereses españoles” no son, por lo que se ve, los de la memoria histórica, la justicia y los Derechos Humanos. Eso está bien para la escuelita, el artículo dominguero de opinión o la cena oficial ante otros jefes de Estado con la prensa de por medio. En esto, hay que admitirlo, no nos distinguimos en nada del resto de los países de este orbe mal avenido. Si escarbamos un poquito, si vamos un pelín más allá de la estrategias de comunicación y el manual de estilo, vemos que es más de lo mismo. Otro capítulo más de la Historia Universal de la Infamia, como diría Borges.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El Impertinente (12) Maltrate a un funcionario

Todo el mundo ha tenido alguna experiencia desagradable con algún médico, profesor, policía, juez o administrativo. Es un hecho inevitable por una simple cuestión estadística. Ahora bien, un deporte muy nuestro es el de incurrir a las primeras de cambio en una “generalización apresurada” o, dicho de otra manera, hacer que paguen justos por pecadores. Así terminamos con la consabida cantinela: “¡todos los médicos son estirados y descuidados!”, “¡todos los profesores son vagos!” o “¡todos los policías son chuletas intratables!" Agrupémoslos todos y ya tenemos una generalización aún mayor: “¡todos los funcionarios son unos parásitos impresentables!”. En estos tiempos de crisis (¿ha habido algún tiempo que no lo haya sido?) se he desatado la “caza del funcionario”. Pero detrás de esta trama hay una operación de mucho mayor calado. El funcionariado es la espina dorsal de cualquier estado democrático. Se trata de un cuerpo de trabajadores que cubren servicios esenciales y no están al dictado de la clase política gobernante de turno. Por eso tienen un trabajo fijo y un estatuto laboral muy restrictivo auspiciado por la Constitución.
Todavía mucha gente tiene en mente la idea del funcionario como aquel personaje malhumorado e indolente del “vuelva usted mañana”. Nada más lejos de la verdad. De la época de Larra a hoy ha llovido bastante. Funcionarios son el científico que investiga los mecanismos de funcionamiento del cáncer, el maestro de educación infantil que lleva de la mano a nuestro hijo por los primeros años de su vida escolar, el bombero que arriesga su vida en un incendio y un largo etcétera. No le deben ningún favor a político alguno, han ganado un proceso de oposición en dura competencia con otros y aseguran el funcionamiento del Estado independientemente de los avatares de cualquier signo. Cualquiera puede serlo si tiene la preparación y titulación requerida y demuestra su competencia frente a otros. Evidentemente, en cualquier colectivo hay personas que no cumplen con su trabajo. Para ello hay una inspección que debería cumplir también con su cometido. Impresentables también hay entre políticos, empresarios y transeúntes de todo tipo. Cualquier jardín si no se cuida se llena de maleza, pero de ahí a pasar la sierra mecánica a troque y moche hay un abismo.
En la época de vacas gordas ser un funcionario se consideraba como una opción conservadora, propia de gente sin iniciativa y sin espíritu emprendedor. Lo cool era emplearse al mejor postor, saltar de una empresa a otra o crear una propia, vivir como un ejecutivo agresivo mientras engordaba la cuenta corriente. Ahora el funcionario ha pasado a ser un estorbo, una pesada carga que vive a costa de los presupuestos públicos y cuyo trabajo podría hacer mejor un empleado con un contrato de aprendizaje en una empresa privada de servicios. Bueno, ¡que lo hagan! Convierta usted a ese médico del que hablábamos en un contratado por tres meses y sacado de una empresa de trabajo temporal, sustituya al maestro de infantil por un monitor contratado por horas y al bombero en un abnegado miembro de una ONG. ¿Piensa que nos iría mejor?
Se está imponiendo la idea de que la salida de la crisis está en aplicar las recetas más ultraliberales: esto es, desmantelar el Estado del Bienestar y cualquier atisbo de gasto social. Los funcionarios son un obstáculo para estos propósitos (he aquí la operación que se oculta detrás de esta repentina oleada antifuncionarial). Ya se oyen voces que claman por eliminar sus “privilegios” y hacer con ellos lo mismo que podría hacerse con un trabajador de la empresa privada: contratarlos y despedirlos a conveniencia. ¿Por qué unos sí y otros no? –argumentan. A la gente que vive en la cuerda floja, a quienes han sido golpeados duramente por el paro, a quienes trabajan en precario conviene darles un enemigo claro y fácil de reconocer. Hace poco un alto cargo de la administración canaria proponía uniformar a los funcionarios para que la gente pudiera reconocerlo si se tomaban un cortado fuera de hora. ¡Y esto lo decía un cargo político que no se ha distinguido precisamente por su diligencia y productividad! No se plantee usted que quizás este modelo económico nos está llevando al desastre, que las crisis golpea a los de siempre, que en una curiosa vuelta de tuerca los que forzaron los límites de la especulación y fueron salvados con grandes cantidades de dinero público ahora dictan las recetas (que pasan por recortar brutalmente ese mismo gasto público del que supieron aprovecharse). Todo eso es demasiado abstracto e intangible. Únase al coro y maltrate a un funcionario, mírelo mal y airee sus faltas a la mínima de cambio. Entre eso y el fútbol vamos escapando.
PD: gracias a Forges por sisarle su viñeta.

viernes, 10 de diciembre de 2010

El Aula (13) Eva Solano

Los profesores deberíamos cultivar un poco más un jardín que descuidamos con mucha facilidad: el de ese rosario de antiguos alumnos que tienen la virtud de seguir creciendo y desplegando su potencial en el mundo. Pocas cosas hay más gratificantes que constatar que la educación tiene sentido y que las aulas no son tan devastadoras como podría parecer. Una forma de comprobarlo es cuando un antiguo alumno responde a tu llamada y ocupa tu lugar por unos instantes. En esta ocasión ha sido el turno de Eva Solano, una antigua alumna que si aprendió algo de mi es porque seguramente ya lo sabía antes. Cuando Eva deambulaba por el centro apuntaba maneras. Para un ojo entrenado como el mío sus intervenciones denotaban el germen de una visión social crítica y comprometida que afortunadamente fue eclosionando con los años. No es de extrañar que, con el tiempo, Eva haya terminado enarbolando una bandera saharaui en pleno centro de El Aaiun. Esto significa que por el camino aquellas ideas nobles y auténticas no fueron sucumbiendo a la indolencia generalizada. En esta cadena de acontecimientos sin fin que es la educación me resulta muy emocionante que alguien que en su día tuvo que aguantar mis habituales invectivas contra el mundo y la imbecilidad humana se dirija ahora a mis actuales alumnos transmitiéndoles el valor de su experiencia.
Eva fue una de esas heroínas que en el pasado mes de agosto le prestó su voz a los saharauis a quienes se les ha negado todo. Hay quienes han calificado estas acciones como temerarias, contraproducentes o, incluso, estúpidas. Tengo la sensación de que quienes piensan esto en realidad están reaccionando a la defensiva como una forma de acallar su mala conciencia (una actitud muy habitual en la selva humana). Como miembro de Sahara-Acciones Eva y sus compañeros decidieron pasar de las buenas intenciones a los hechos, incidiendo en el ámbito en el que los ciudadanos aún contamos algo: en el de la opinión pública. El cariz que ha ido tomando los acontecimientos en el Sáhara Occidental y su creciente repercusión en los medios de comunicación demuestran que actuaciones como las de Sáhara-Acciones (y otros colectivos) van en la dirección adecuada (que, por otra parte, lleva directamente en línea de colisión con los intereses marroquíes). En un día como hoy, en el que se celebra el aniversario de la proclamación de la Declaración de los Derechos Humanos, en el que se le entregó el premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo (depositado en una silla vacía) Eva, acompañado de otro joven activista, Roberto, habló a mis alumnos de la situación del Sáhara Occidental (nuestra modesta contribución a esta efeméride). Y lo hizo con emoción, cercanía y sinceridad, así, como es ella, de esa forma que la hace ser tan entrañable y singular. Eva es maestra de primaria pendiente de ejercer. Viendo como está todo decidió con buen criterio seguir formándose y ahora estudia psicopedagogía. Es de esas personas que nuestro sistema educativo necesita perentoriamente, savia nueva y vivificadora, sobre todo ahora que PISA le ha vuelto a sacar los colores a los administradores de la cosa.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Aula (12) El azote PISA

Ya sé que repetirse es de mala educación. Y con esto de la educación da la impresión de que todo está dicho. En un gesto entre temerario y suicida nuestra bendita Consejería de Educación del Gobierno de Canarias decidió incluirnos en el último estudio PISA. Desconozco cuáles podrían ser sus proyecciones. Ahora bien, si quería comprobar el resultado de su política de desmantelamiento de nuestro sistema educativo puede darse por satisfecha: estamos a la cola del Estado Español (lo que significa, de paso, que a nivel europeo hay que vernos con microscopio para poder localizarnos). Después de la porrada de años que Coalición Canaria lleva al frente de la Consejería la primera manifestación de la misma frente a tan descorazonadora noticia no podía ser otra: “¡aquí no pasa nada!” “¡no es para tanto!” (lo de echarle la culpa a la inmigración no cuela porque a nadie con un poco de sesera se le ocurre ya dejarse caer por aquí).
Este retrato “competencial” a muchachos de quince años no es otra cosa que una foto fija de nuestra sociedad canaria (siento el topicazo de nuevo). ¿Alguien se esperaba que nuestros resultados escolares estuvieran en la media europea? ¿en la media española si acaso? ¿hay alguien lo suficientemente iluso para pensar que iban a salir otras puntuaciones? Más allá de la leve reacción que el informe pueda suscitar estos día en los medios de comunicación la cosa se diluirá más pronto que tarde. Y es que a nadie le importa un carajo la educación. ¿Hay algún sector de nuestra sociedad que haya reaccionado a las voces de alarma que continuamente emite nuestra Escuela? ¿hay algún grupo político (más allá de nuestro paupérrimo Parlamento) que haya hecho algo frente a este clamor?
Wikileaks retrataba en sus papeles como “cortoplacista” a Zapatero. Pero hay que convenir en que esta es la cualidad esencial de todo político de hoy en día. La educación es algo que solo cuaja a largo plazo, que necesita de importantes inversiones y cuyos beneficios son difíciles de determinar de un periodo electoral a otro. Si a esto le añadimos que el personal está más preocupado por si la sanción a Mourinho es justa o no o por si el mega centro comercial abre los días festivos (¿si no dónde diablos pasa uno las horas con la familia?) entonces la respuesta está clara: mejor dejarlo pasar que la cosa no tiene arreglo. El otro día una opinadora profesional de la radio se vanagloriaba de que “nuestra gente [se refería a la canaria] era pacífica que si no se iban a enterar los políticos”. No pude evitar un gesto burlesco. Esta señora confundía lo pacífico con la indolencia. Solo hay dos cosas que haría que la gente “se echara” a la calle: decretar el cierre de los centros comerciales y suspender la liga de fútbol. La Revolución Francesa iba a ser un juego de niños comparado con la que se montaría.
Dicho esto, es lógico que tengamos que mirar con catalejo a Finlandia, Holanda o Noruega. Esa es la misma distancia kilométrica que hay entre el nivel sociocultural de nuestras sociedades (¿quiere arruinarse?: abra una librería). Como adolezco de la más mínima tentación nacionalista me parece obsceno caer en el discurso facilón del “nosotros somos así”, “vivo en un archipiélago atlántico donde la gente toca el tambor” o de la reivindicación de la pintadera como categoría política. De esta manera le estamos negando un futuro digno y emancipado a nuestros jóvenes. Los estamos condenando a ocupar las migajas que nuestro (ya de por sí desastroso) sistema productivo va dejando en forma de empleos de baja o ninguna cualificación. Esto no lo arregla ya ningún “pacto por la educación”. En todo caso habría que apuntar más lejos. Sería hora de hablar de una “refundación social”. Poner las bases de una sociedad menos hortera, consumista, incapaz, ignorante y estúpida. Claro que para que esto sea posible habría que empezar por el sistema educativo (con lo que nos ha salido un argumento circular). Y dado que esto difícilmente lo van a hacer quienes se llevan repartiendo el pastel durante años mientras tanto se podría poner algún parche e intentar acercarnos a los puntos de Andalucía. ¡Qué le vamos a hacer!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cine a solas (8) Entrelobos

El cine, como la literatura, tienen que apoyarse en una buena historia. Y, luego, hay que saber contarla, claro. Estas dos cosas están presente en “Entrelobos”, la película recién estrenada y dirigida por Gerardo Olivares. “Entrelobos” ha sido rodada casi íntegramente en el Parque Natural de Sierra de Cardeña y Montoro, en la Sierra Morena Cordobesa. Lejos de resultar monótono u opresivo los escenarios naturales transmiten una sensación de libertad e inmensidad. La misma que seguramente tuvo Marcos Rodríguez Pantoja, el cordobés en cuya vida está basada esta película. La historia de Marcos es la de nuestro niño salvaje de Aveyron nacional. Un niño que vive en la más absoluta pobreza en el campo andaluz de los años cincuenta. Vendido por su padre a un señorito terrateniente que a su vez lo entrega a un cabrero que vive en lo más recóndito de la sierra. Es precisamente ahí, lejos de la sociedad que hasta entonces tan mal lo trató, donde el niño vive sus años más felices. Cuando muere el cabrero (entrañable Sancho Gracia en ese papel) Marcos termina siendo adoptado por una manada de lobos. El papel de Marcos-niño está protagonizado por Manuel Camacho, un niño cordobés de diez años y cuya interpretación me ha dejado perplejo. Hay que ver lo que este chico ha sido capaz de hacer en esta película. Ha defendido su papel con una intensidad, emoción y sensibilidad verdaderamente inusual en un niño de su edad. Como suele decirse en estos casos: ¡ha nacido una estrella, vaya!
Por otra parte es bien sabido que la filmación en espacios naturales y con animales entraña una enorme dificultad. El resultado en este aspecto ha sido también sobresaliente. Sin caer en el riesgo de la sensiblería ni en un biopic de Rin Tin Tin, el tratamiento de los animales es, aunque resulte obvio, muy naturalista. Se consigue mostrar esa línea divisoria que parece existir entre el medio natural y el mundo humanizado. El proceso de 'regreso' que experimenta Marcos, no exento de enormes riesgos y dificultades, culmina en dos momentos altamente simbólicos: cuando el Marcos ya mayor (interpretado por un muy solvente Juan José Ballesta) bebe agua del río a cuatro patas y cuando aprende a aullar como lo haría un lobo. En este sentido la cosa da para reflexionar bastante y está claro que puestos a comparar los humanos no salimos muy bien parados. El epílogo de la película es quizás la parte más controvertida al mostrar al auténtico Marcos Rodríguez en un gesto entre documental y efectista de cara a la galería. Otro aspecto sobresaliente de la película es su banda sonora. Fue compuesta por el alemán Klaus Baldet, que a sus cuarenta y tres años sigue siendo considerado una de las jóvenes promesas del medio. La partitura acompaña magistralmente al paisaje y subraya adecuadamente los tempos de la película. Espero que la editen en CD.
En fin, queridos lectores de “La inocencia del devenir”: si buscan plan para estos días no es mala idea dejarse caer por una sala de cine (llevándose la palomitas y el refresco de casa -que no está la cosa para tanto dispendio) y ver Entrelobos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Pasión por la Música (6) Graceland

Todos tenemos algún álbum al que le profesamos un especial cariño. Eso me pasa con “Graceland”, el disco que publicó Paul Simon en 1986 a raíz de su célebre concierto en vivo en Zimbaue, antes de que a Roger Mugabe se le cruzaran los cables. Yo tenía 17 años y era la época en que a uno le empezaba a aflorar una cosa que algunos llaman 'conciencia social'. Eran los tiempos también del “apartheid” en Sudáfrica y en los que Nelson Mandela estaba aún en la cárcel. Simon montó ese concierto en la frontera como un homenaje y un desafío. A pesar de esto el espectáculo le costó más de un disgusto. Al emplear a músicos sudafricanos en el concierto violó el boicot que pesaba contra el régimen sudafricano de la minoría afrikaneers. Al final la ONU terminó dando marcha atrás al comprobar que la intención de Graceland no era otra que el de promocionar la música negra sudafricana y denunciar al disparatado régimen racista.
Precisamente, una de las impresiones más inolvidables me la causó uno de los grupos sudafricanos colaboradores: Ladysmith Black Mambazo. Este es un grupo masculino de música zulú a capella. A pesar de que su fundación data de 1960 fue su intervención en Graceland la que le dio fama mundial. El grupo se convirtió en uno de los más señalados embajadores de la nueva Sudáfica. Tal es así que fue invitado a actuar en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a Nelson Mandela y en su toma de posesión como presidente de Sudáfrica. Como es propio de la música étnica africana la expresión corporal es indistinguible de lo vocal. Quizás esa fue una de las cosas que recuerdo con más cariño de Graceland.
El concierto de Zimbaue y la posterior edición del disco catapultó de nuevo a Paul Simon en su carrera y le hizo superar su larga y fructifera etapa de sosías de Garfunkel. Me atrevo a considerar a Graceland como uno de esos conciertos épicos, que hacen historia y que están cargados de simbolismo. Mi vinilo lo guardo como una joya y es uno de los motivos por el que le doy vueltas a adquirir de nuevo un tocadiscos. Ya sé que ahora el mundo youtube te permite un acceso sin límites a cualquier cosa pero ¡no es lo mismo, oiga! Bueno, como no es cuestión de luchar contra molinos de vientos aquí les dejo un enlace de uno de los momentos fundamentales de Graceland (atentos al recital en forma de danza de Ladysmith Black Mambazo). ¡Que lo disfruten!
http://www.youtube.com/watch?v=OafqYNCzq5U&feature=related

jueves, 2 de diciembre de 2010

Arte a todas horas (5) Cierra Chillida-Leku

Leo en la prensa que se cierra el museo Chillida-Leku en Guipúzcoa. Una verdadera pena. En septiembre de 2006 tuve la oportunidad de visitarlo. Participaba con una comunicación en la Universidad de Verano del País Vasco y la organización del mismo tenía prevista una visita al gran museo al aire libre que Eduardo Chillida instalara para acercar al público su imponente obra escultórica. Tengo una vivida impresión de aquella visita. El caserío Zabalaga y su maravilloso entorno transmite una sensación de simbiosis entre la naturaleza, ese cautivante paisaje vasco, y la apabullante materialidad de las esculturas de Chillida. Sin embargo, la obra de este artista no es de fácil digestión. Todo el mundo conoce “El peine del viento” en la Playa de la Concha, otro ejemplo, por cierto, de perfecta comunión con el paisaje, pero sus grandes esculturas de hierro oxidado necesitan de una cierta contextualización para poder asimilarlas. Y el Chillida-Leku cumplía perfectamente esa función. Recuerdo que la maqueta sobre el proyecto de horadar la montaña de Tindaya en Fuerteventura, creando un gigantesco espacio vacío, cobraba allí el sentido estético que muchos no le encontraban. Desde un punto de vista exclusivamente artístico reconozco que me pareció sugerente. Otra cosa es que desde el punto de vista histórico, arqueológico y económico el proyecto en cuestión no fuera oportuno o que todo el entramado estuviera rodeado del característico olor de las corruptelas. Supongo que Chillida era ajeno a todo esto. Al parecer el museo y su modelo de gestión familiar-privado se ha vuelto insostenible, agravado por esta crisis maldita. No es de extrañar que el mundo de la cultura esté entre las primeras víctimas cuando las cosas pintan mal. El problema es que estas cosas una vez que se vienen abajo luego terminan diluyéndose de manera irremediable.

martes, 30 de noviembre de 2010

El Catalejo (16) Nobel de la Paz para Wikileaks

No se trata de un sarcasmo. Alguna institución con un poco de sentido común y bastante atrevimiento debería promover la candidatura de Wikileaks para el premio Nóbel de la Paz. Y de paso proponer también que el simpático de Obama devuelva el suyo. El favor que le está haciendo Wikileaks a la democracia, la transparencia y la honestidad mundial es impagable.
Es obvio que cualquier ciudadano mínimamente informado puede imaginarse que las relaciones internacionales, el mundo de la diplomacia, es lo más próximo al Salvaje Oeste que se pueda imaginar. La idea más aproximada que podemos tener de este es mundillo despiadado es la que nos proporciona Hollywood en sus películas pero ya sabemos que la industria cultural USA está para que al final nos quedemos tranquilo pensando que el Tío Sam vela por nosotros. A pesar de esto, da pavor descubrir el grado de cinismo, arbitrariedad, cainismo (y una decena más de epítetos que se me ocurren, algunos irreproducibles) en el que está basada esta Pax Romana. A uno le vienen a la cabeza algunas preguntas ingenuas: ¿en manos de quiénes estamos? ¿qué grado de confianza podemos tener en el futuro de nuestro planeta? ¿qué credibilidad merecen los dirigentes mundiales?
Ahora que se ha destapado la obsesión por recortar el gasto se me ocurre que toda esa parafernalia de cenas de Estado, viajes y discursos oficiales, encuentros bilaterales y demás zarandajas podrían ahorrárselas. Para qué seguir soportando esas vacuas escenificaciones de hipocresía.
Es curioso comprobar cómo sigue operando aquella distinción goebbeliana entre 'verdad' y 'propaganda'. En la actualidad a ningún Estado se le ocurriría disponer de un Ministerio de Propaganda como el del Tercer Reich pero en el fondo resulta muy revelador comprobar el ingente esfuerzo que la maquinaria oficial realiza para maquillar intenciones y aparentar lo contrario de lo que traman. No hemos avanzado nada. El terreno de juego en el que los Estados disputan sus intereses se rige por las mismas leyes de la selva que hace quinientos años. Para un humilde profesor de Ética y Filosofía como el que suscribe resulta inquietante el grado de amoralidad que manifiestan las élites gobernantes, la distancia tan apabullante entre lo que se dice en público y en privado, entre lo que se aparenta y lo que se hace. Y todo en nombre de los intereses (mejor ni llamarlo 'razón') de Estado. Este eufemismo maquiavélico esconde, en realidad, los intereses del entramado político-económico-industrial de quienes hoy en día se reparten el pastel mundial. Y el gran maestre de ceremonias sigue siendo EE.UU.
El flamante premio nobel Obama no se sintió comprometido por tan alto galardón cuando la anterior filtración de Wikileaks puso de relieve las atrocidades del ejército de EE.UU (supuesto embajador de la Libertad y la Democracia) en la guerra de Irak. No parece que reparara en lo impropio de que un premio nobel justifique tales desmanes en base al clima de guerra y la seguridad de sus soldados (lo mismo podría haber dicho Radovan Karadzic, juzgado por crímenes contra la humanidad). Tampoco ha movido ficha cuando se ha puesto de manifiesto de manera tan brutal el comportamiento imperialista de la primera superpotencia (perdón, ya sé que esto de 'imperialista' suena a retórica sesentayochista). En realidad, todo el mundo está en el ajo. De hecho resulta significativo que la mayoría de los gobiernos hayan reaccionado de manera aireada, no contra el comportamiento desleal e irrespetuoso contra la soberanía de los Estados y sus instituciones que revelan las filtraciones, sino contra el hecho de que éstas se hayan producido. Todos tienen vergüenzas que ocultar. Y en medio estamos los ciudadanos a los que se nos toma el pelo con la crisis y con el entramado geopolítico. A los que se nos pide que amparemos y justifiquemos aquellas prácticas que entran en contradicción con las bases éticas y legislativas en las que supuestamente está basada la convivencia y la relaciones entre los países.
Si la Paz y la Democracia son primas hermanas, si la soberanía nacional en la que se asientan las democracias liberales no es mera retórica, si la verdad es condición necesaria para la justicia, entonces pocos como Wikileaks, y su actual director Julian Assange, han hecho tantos méritos para recibir el galardón que Alfred Nobel propusiera en su testamento en 1895.

domingo, 28 de noviembre de 2010

El Catalejo (15) Crisis: ¡conmigo que no cuenten!

En alguna ocasión he aludido a esa proverbial falta de inteligencia colectiva de la que parece adolecer la humanidad. Tal y como viene denunciando ATTAC aquellos que en su día (y hace de esto bastante tiempo) anunciaron que este capitalismo desbocado terminaría por hacer aguas fueron tachados de peligrosos agoreros antisistema. Cuando España crecía el doble que la Unión Europea a golpe de ladrillo no faltaron voces que anunciaban que de seguir por ese camino de economía ficción el batacazo sería porporcionalmente mayor. Ni caso. ¿Quién se va preocupar de esas cosas cuando se está llenando los bolsillos de dinero fácil? ¿Para qué preocuparse de los créditos si siempre se puede pedir otro para pagar los crecientes intereses acumulados? ¿Para qué ahorrar un dinerillo si se puede invertir en la bolsa? Este es un fracaso no solo económico sino, y fundamentalmente, cultural. Hemos basado nuestra existencia en una forma de consumo desaforado, de beneficio inmediato, de ostentación y frivolidad. Nos creímos el cuento de que no había alternativa al capitalismo, de que había que abandonarse plácidamente a este parque temático global en el que hemos convertido lo social. Y ahora algunos empiezan a despertar obligados por las circunstancias. Convertidos de repente en parias por obra y gracia de los mercados, de los compradores de deuda que exigen la rentabilidad de sus inversiones. Los bancos empiezan a llenarse de inmuebles incautados y de coches de alta gama que ya nadie puede pagar.
Parece que la crisis se está centrando en la Vieja Europa. No me parece casualidad. Frente a los restos de aquella Europa social surgen los tigres asiáticos, la última vuelta de tuerca del turbo capitalismo, el no va más del éxito económico instantáneo. Si queremos abandonar el centro de la diana trabajemos como chinos, reduzcamos nuestros beneficios sociales al nivel de Burundi y consumamos como neoyorquinos. Hagámoslo por la “tranquilidad de los mercados”. O dicho de otra manera: aseguremos que las agencias de inversiones y toda la grey de pasta en el mundo duerma tranquila sabiendo que sus palacetes, yates y vacaciones de ensueño no se van a ver amenazadas. Procuremos que los directores generales de los consejos de administración de bancos y megaempresas puedan seguir repartiéndose cuantiosos beneficios, que la legión de agresivos ejecutivos con traje de Armani puedan seguir creyendo que ellos algún día alcanzarán la gloria, que la banca, una vez saneada de sus propios desmanes con dinero público, siga controlando nuestras vidas.
Tengo 42 años. Me quedan dos plazos para acabar la hipoteca de mi piso. Algunos meses más (pero no muchos) para cancelar un crédito y un Citroën Berlingo también apunto de finiquitar. He decidido que a partir de ahora quiero convertirme en un tipo libre de créditos. A pesar de las numerosas ofertas que me llegan para que me endeude con esto o lo otro tengo claro que ha llegado el momento de disfrutar de mi propia libertad, de darle una patada en los cojones a este entramado de chupópteros. Conmigo que no cuenten.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Acción Solidaria (7) Un barco llamado Libertad

En estos tiempos donde vivimos bajo la tiranía de lo ultimísimo es necesario mantener ardiendo la llama de la memoria contra viento y marea. Como muy bien se ocupa Forges de recordarnos en El País la sensibilización sobre la tragedia de Haití no puede ser flor de un día. El mismo riesgo corremos con el drama del Sáhara Occidental. Por esto mismo los gestos que se multiplican por parte de la sociedad civil, una vez que los focos de la prensa internacional parecen disminuir después del violento desalojo del campamento saharaui a las afueras de El Aaiun, se hacen más necesarios que nunca. Mañana sábado, día 27, una veintena de personas tomarán el barco que une regularmente el puerto de Las Palmas de Gran Canaria con El Aaiun con el fin de llevar a la población saharaui sometida por el poder colonizador marroquí un gesto de esperanza y solidaridad. Como en recientes ocasiones es de esperar que la policía marroquí les impida siquiera desembarcar. Las autoridades marroquíes impiden el derecho a la libre información de todo lo que ocurre en los Territorios Ocupados. Esta práctica, propia de un Estado no democrático, justificaría en sí misma las denuncias de muchas organizaciones respecto a las violaciones de los derechos humanos que se han cometido y comenten en el Sáhara Occidental.
Nuevamente habrá quienes califiquen estas acciones como inútiles, quijotescas e incluso provocadoras. Pero si no fuera por aquellos que lejos de ver pasar la vida instalados cómodamente en el sofá frente al televisor de su casa optan por “complicarse la existencia” el mundo perdería el poco de dignidad que aún le queda. Es por esto que al menos merecen todo nuestro respeto y reconocimiento. A quienes recogen el testigo de la justicia y llevan la bandera de la solidaridad a las puertas de El Aaiun les dedico esta estrofa de la canción de José Luis Perales que tanto canturreamos en aquellos tiempos en los que pintábamos menos canas.
Ayer se fue
Tomó sus cosas y se puso a navegar
Una camisa, un pantalón vaquero
Y una canción
Dónde ira, dónde irá...
Se despidió y decidió batirse en duelo con el mar
Y recorrer el mundo en su velero
Y navegar
Navegar y navegar
Y se marchó
Y a su barco le llamó LIBERTAD

martes, 23 de noviembre de 2010

El Aula (11) ¿Qué es ser un docente?

¿Qué es ser un docente? Habrá que admitir que esta pregunta como la de “quién soy” o “a dónde voy” es una cuestión tan abierta y tan perenne que difícilmente llegaremos a una respuesta definitiva. Y, sin embargo, dependiendo de la respuesta provisional que le demos condicionará completamente nuestra práctica profesional. Confieso que en mis veinte años de docencia estoy un tanto cansado de tener que oir una y otra vez los mismos mensajes en ese parlamento alucinante que se produce cuando más de dos profesores se ponen a hablar de educación: “yo soy un profesor de esto o lo otro” o “a mi me pagan para impartir clases de...” Claro, ¡queríamos provectos alumnos y nos vinieron personas! Nos dijeron que nuestra misión era impartir una programación didáctica y nos encontramos que la realidad de las aulas es mucho más compleja. Demandábamos recetas y nos dijeron que de eso nada, que no hay soluciones mágicas. ¡Qué le vamos a hacer! El problema es que mientras sigamos teniendo una expectativas que no se corresponden con el mundo que nos rodea seguiremos instalados en la frustración. Habrá por tanto que cambiar las expectativas y redefinir las prioridades, aunque sea por una cuestión de mera supervivencia.
En la sociedad de la información el “profesor de...” (ponga aquí lo que usted quiera) es cada vez más prescindible. Existen materiales didácticos con los que un alumno puede aprender casi cualquier cosa (y encima no hay que pagarles un sueldo o soportar sus reivindicaciones laborales). El profesor hoy debe, le guste o no, ofrecer mucho más. Aquello precisamente que un programa informático no puede incorporar: experiencia, interdisciplinariedad, flexibilidad, innovación, calidad humana, comunicabilidad, “autoritas” y además ser especialista en un determinado campo del conocimiento. ¡Para que alguien diga que ser profesor es fácil! El profesor, como trabajador público, debe dar una respuesta a las demandas de la sociedad. Claro que para que esa respuesta pueda ser posible la administración educativa debe facilitar la condiciones laborales, materiales y organizativas pertinentes. Si pudiéramos al menos coincidir en este (o en otro) planteamiento de mínimos habríamos dado un paso de gigante. Lo que resulta desmoralizante es asistir un año tras otro a la misma ceremonia de lamentos y de imprecaciones al viento, auspiciado muchas veces por una nueva vuelta de tuerca conservadora que considera que el ideal pedagógico se encuentra en la escuela de los años cincuenta. Quienes han leído algunos de mis post dedicados a la docencia saben que en algunos aspectos me considero afín a un ideal clásico en la educación (en cuanto al valor de la palabra, la transmisión de una herencia cultural y el no confundir los medios con los fines), pero 'clásico' no significa, ni mucho menos, 'retrógrado'. Por el contrario, significa vincular lo mejor de nuestra tradición profesional con los retos y desafíos de nuestro tiempo, tan grandilocuente pero ineludible como esto.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El Catalejo (14) ¡Franco ha muerto! y la Marcha Verde

Tal día como ayer de hace treinta y cinco años muchos niños de entonces como yo se encontraron al llegar a la escuela por la mañana con la grata sorpresa de que las clases se habían suspendido. Había muerto el “Jefe del Estado”, el Generalísimo Francisco Franco. Yo, a mis siete añitos, tenía la sensación de que algo muy gordo había ocurrido. Por la calle asomaban banderas españolas con crespones negros y la gente hablaba muy bajito, como si de un Sábado Santo se tratase (de los de antes, claro). Mi padre era un hombre que podría calificar de tradicionalista. Como seguidor del Real Madrid y devoto de Santiago Bernabeu aceptaba el Régimen Franquista como si de un hecho tan natural como el florecer de las amapolas en primavera se tratase. Así que también en mi casa se instaló una suerte de desasosiego. No sé si la imagen que tengo en mi cabeza de Arias Navarro dirigiéndose a los españoles, con atragantamiento incluido, es de entonces o la incorporé a base de tanto verla en los años posteriores. Pero lo cierto es que nada simbolizaba más la sensación de “acabose” (como dicen los cubanos) que este hombre del bigotillo. Estuvimos pegados al televisor desde que la noticia se extendió como un reguero de pólvora hasta el momento mismo del entierro en el Valle de los Caídos. Unos días antes recuerdo a mi padre y a algún vecino alarmados con una cosa a la que llamaban “Marcha Verde” y que a juzgar por cómo maldecían a los marroquíes no debía ser nada bueno. Muchos temían que Hassan II no se contentase con invadir el Sáhara Occidental sino que aprovechase el impulso para llegar hasta Canarias. Entre el miedo a la invasión marroquí y la muerte del Caudillo el niño de siete años que me habita entonces pensaba que lo más parecido al fin del mundo debía ser aquello. Lo cierto es que al poco tiempo, mi padre, como muchos españoles, pasaron del discurso de Navidad de Franco al del Rey con la mayor naturalidad. Otros avatares fueron haciéndose hueco y la vida siguió su curso inexorable.
Treinta y cinco años después, el aniversario de la muerte de Franco, afortunadamente, apenas supone una ínfima columna en los periódicos, más centrada en la reunión de los últimos nostálgicos que en otra cosa. Por contra, los efectos de aquella ignominiosa Marcha Verde siguen coleando dramáticamente. La ocupación del Sáhara Occidental por parte de Marruecos y la precipitada retirada de España dejaron una herida abierta que lejos de cicatrizar ha ido supurando cada vez más. El pequeño pueblo saharaui pasó a vivir bajo la alfombra de la Historia y ahí querrían muchos que permaneciese. No sé si tendrán que pasar otros treinta y cinco años (espero que no) para que este episodio se cierre de una vez con justicia. Espero que el anciano que seré entonces pueda volver a escribir una nota como esta pero, eso sí, con una copa de champán en la mano.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El Catalejo (13) Sobre trenes y otros lujos asiáticos

Cuando me dirigía a la biblioteca de mi pueblo me encontré un amplio y lujoso stand publicitario del Tren del Norte de Tenerife, atendido por una azafata y un técnico, promovido por el Cabildo de la isla. Delante del mismo, en una modesta mesa, dos jóvenes miembros de la Plataforma ciudadana contra esta megainfraestructura ofrecían información alternativa. Tenía interés por clarificar una pequeña duda. Le pregunté a la azafata el coste total del proyecto y de la campaña publicitaria (o informativa, da igual) que tienen en marcha. Como era de esperar no disponía de esa información. Dada la magnitud del asunto no se entiende que no esté disponible un dato tan importante. En el folleto que te entregan y en los vídeos y paneles disponibles nos cuentan las bondades de una vía ferroviaria que a juzgar por la gran cantidad de kilómetros soterrados y las dificultades del terreno tiene que suponer una inversión astronómica. Ya le dediqué en el mes de mayo una entrada a este tema en el que hacía algunas reflexiones de carácter político, medioambiental y de movilidad en las que me sigo reafirmando y que no es cuestión de volver a repetir. Viendo el despliegue publicitario no he podido por menos que venirme a la mente las declaraciones del recientemente dimitido vicepresidente del gobierno de Canarias donde calificaba de “presupuestos de guerra” las cuentas públicas para el próximo año. Nos vamos a encontrar con casi un 10% en educación y una cifra superior en sanidad, amén de severos recortes en otros servicios públicos esenciales. No nos consta, por otra parte que estas y otras tremendas infraestructuras (léase también “Puerto de Granadilla”) hayan sufrido un recorte similar o cuando menos algún aplazamiento para cuando mejore la situación económica. Seguramente, los prebostes de la cosa económica dirán que estas son inversiones que crean empleo, que son partidas exclusivas y finalistas que no pueden ser desviadas a otras cuestiones, etc.
Como modesto, cabreado y sufrido ciudadano se me hace, con todo, difícil admitir que en nuestra comunidad autónoma la educación para el próximo curso vaya a consistir en poco más que mantener los colegios abiertos, que la sanidad va a vivir episodios propios de un país subdesarrollado o que los policías tengan que cubrir un servicio en taxi. Eso sí, estaremos embarcados en la construcción de infraestructuras que son, por decirlo suavemente, todo un lujo asiático y que parecen no tener límites en la absorción de recursos económicos. Además, son proyectos para los que existen alternativas muchos más económicas, sostenibles y respetuosas con el medioambiente. El problema de fondo es que en este modelo económico las personas están subordinadas a la circulación de capitales (y no al revés). Que se le niegue una formación de calidad a un niño matriculado en una escuela pública o que un paciente con una enfermedad grave no tenga garantizada una atención rápida y eficaz no cuenta frente al abrumador movimiento de capitales que engrosará innumerables bolsillos ya atiborrados y alimentará la cuenta de resultados de determinadas empresas del sector. Todo esto, para, en palabras del consejero correspondiente del Cabildo, retirar ¡un 4% de coches! de la colapsada autopista del norte. Lo que demuestra este estado de cosas es que el dinero se comporta como la materia, ni se crea ni se destruye, simplemente cambia de manos continuamente. No hay voluntad política alguna para repensar el modelo de isla con el fin de que tenga algún futuro y para hacer que la distribución y circulación de capitales adopte, de una vez, un perfil social. Y, para más inri, tenemos una ciudadanía que mira para otro lado o que piensa que quienes nos han sumergido en este desastre nos van a sacar del mismo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Cazador de Libros (10) Kafka por Crumb

Siempre tuve una acusada querencia por los cómic de Robert Crumb. Por ese trazo tan personal y su mundo underground. Hacía, con todo, muchos años que no me reencontraba con este autor norteamericano nacido en 1943. Hace unos meses me topé con su última publicación, “Kafka” (La Cúpula 2010), un recorrido gráfico por la obra y la vida de este imprescindible escritor checo. Crumb es fiel a sus esencias y no deja de ser bastante llamativo que alguien que levantó en su día las iras feministas, que fue calificado de obsceno y antisistema se haya centrado en sus últimas publicaciones en un estudio del Génesis bíblico (La Cúpula 2009) y ahora en el autor de La Metamorfosis. Respecto a su ilustración del Génesis el resultado es... bueno, he de reconocer que me parece incalificable y sorprendente. Tiene la virtud de mostrarnos el relato bíblico como lo que es: la cosmovisión de un pueblo de pastores que habitó un territorio de lo que luego se llamó Judea y cuyo triunfo posterior todo el mundo conoce. La lectura de Crumb, aunque muy respetuosa, no vayan a pensar mal, está teñida de una saludable iconoclastia.
Robert Crumb ha sabido sumergirse en el mundo de Kafka y con la colaboración David Zane Mairowitz (autor del texto) ha preparado un libro tremendamente sugerente. Una interpretación personal de la obra del autor checo-alemán que refleja una gran identificación con el mismo. Para quienes caímos en su momento en el influjo de Kafka este libro es una cita obligada. Aunque Praga juega un papel ambivalente en la obra y vida de este autor es indudable que hay toda una topografía kafkiana en esta vieja capital europea. Praga te atrapa y en mi caso no fue una excepción. Esta Praga misteriosa se ve reflejada en la visión de Crumb. Pero también, y como no podía ser menos, las obsesiones, complejos y la complicada relación con el judaísmo de Franz Kafka son objeto de análisis en este libro-cómic. Al final, con mucho juicio, advierte contra la trivilización y comercialización del fenómeno Kafka, algo, curiosamente, que estaría en las antípodas de lo que fue la vida y obra de este enigmático personaje. ¿Seguirá Crumb deparándonos entusiamantes sorpresas como esta?

domingo, 14 de noviembre de 2010

Cine a solas (8) Desayuno con Diamantes

Se cumplen cincuenta años del rodaje de una de las películas míticas del cine norteamericano: Desayuno con diamantes (1960). Una buena ocasión para realizar un ejercicio de mitomanía y dejarse encandilar una vez más por Audrey Hepburn y sus modelitos. Aunque formalmente podría entrar dentro de los visos de la comedia romántica americana de finales de los cincuenta hay cosas que hacen de esta película un caso diferente. En primer lugar el hecho de que está basada en el libro de Truman Capote “Desayuno en Tiffany's”. Por cierto, acabo de coger el libro de la estantería y descubro con cierta emoción que lo leí en 1985. Es una modesta edición de bolsillo de la difunta editorial Bruguera (que este año, ya puestos en celebraciones, habría cumplido cien años desde su fundación) en la que empiezan a aflorar manchas de humedad. Capote era un tipo complejo y su libro tiene una lectura más profunda de la que podría parecer a simple vista. Lo mismo ocurre con la película. Al margen del glamour de Holly Golyghtly (el papel de Audrey Hepburn) hay algunas zonas de oscura indefinición en el personaje. ¿Es Holly una descerebrada obsesionada con pescar un marido rico? ¿una prostituta? ¿una mujer en busca de sí misma que trasciende las convenciones sociales? En cualquier caso Hepburn enamora al espectador. Resulta un tanto extraño pensar que inicialmente quien estaba propuesta para el papel era Marilyn Monroe (era la apuesta personal de Truman Capote). Desde luego habría sido otra película. La delgadez de Hepburn en su famoso traje negro, con la doble vuelta de perlas, se ha convertido en un icono del cine. Como un icono es también la famosísima “Moon River”, el tema compuesto por Henry Mancini y cuya nostálgica melodía recorre toda la película.
Hepburn fue, además, una antidiva. Una mujer que nunca renunció a una vida sencilla y que no se dejó enredar en las trampas de la fama, lo cual terminó por acrecentar el mito. Coincidiendo con el cincuentenario la editorial Electa ha editado un libro conmemorativo, “Desayuno con diamantes” (2010) que es otro regalo a la legión de admiradores de la película. Puede resultar toda una experiencia hacer tres cosas: leer el libro de Truman Capote, ver la película y ojear el libro conmemorativo (no necesariamente por ese orden).

viernes, 12 de noviembre de 2010

Filosofía de la Mañana (8) ¿Soy un cuerpo o estoy en un cuerpo?

Periódicamente castigo a mis sufridos alumnos con alguna de estas frases tremebundas. Confieso que si me las pusiera a mi mismo estaría en un grave aprieto. “A ver, ¿qué tienen que decir a esto?” -les digo. Y así, cual condena filosófica, se ven en la tesitura de tener que entregarme lo que hemos dado en llamar una “disertación”. ¿Soy un cuerpo o estoy en un cuerpo? Me pongo, pues, en un aprieto. No me queda más remedio que tirar de la resignación y reivindicar mi cuerpo (actualmente un tanto disminuido por las secuelas de una gastroenteritis) como aquello que se corresponde con lo que soy. Esta carrocería, gentilmente donada por mis progenitores en forma de genes (valga la redundancia) y a la que he maltratado (más que cuidado) posteriormente, se corresponde con un tipo cuyo transcurrir por el mundo le ha llevado por donde le ha llevado y ha configurado su manera de sentir y de pensar como lo ha hecho. Aceptar que uno es un cuerpo (y aquí cabe todo) puede no ser fácil. Sobre todo si el de uno no tiene mucho que ver con los cánones establecidos o si te ha tocado perder en la lotería y la carrocería te sale rana. Bueno, siempre podremos echar mano de un libro de Ramiro Calle o preguntarnos porqué Matthieu Ricard tiene las claves de la felicidad.
Confieso que a veces envidio a quienes se ven como “algo” que está en un cuerpo. Se supone que ese “algo” (espíritu, alma, karma o como quieran llamarlo) posee una naturaleza no carnal y por tanto mortal e incorruptible. Es como disponer de un “seguro” a todo riesgo y con una tarifa muy barata. El caso es que esto no deja de ser una cuestión de fe y en materia de fe soy bastante lego, lo confieso. Todo aquello para lo que no hemos tenido un concepto o explicación precisa ha alimentado la idea de ese “algo” inmaterial que nos definiría auténticamente como humanos. Lamentablemente (para los espiritualistas, claro), a esta alturas, y lustros de desarrollo de la neurociencia de por medio, todas nuestras emociones, nuestras autorreprensentaciones, nuestras esperanzas y angustias parecen tener una base neuronal o, lo que es lo mismo, física. ¡Qué le vamos a hacer! Ya sé que queda poco poético pero eso no le quita intensidad a nuestros sentimientos. Somos seres sintientes y dolientes. Mente que interactúa continuamente con el resto del cuerpo y que a veces nos juega malas pasadas. Lo fascinante es saber cómo hemos llegado a este grado de autoconciencia. No ser una ameba está muy bien pero tiene un precio. Fundamentalmente el de saber que nos vamos a morir (siento aguarle la fiesta a más de uno). Si “solo” soy un cuerpo no me queda más remedio que aceptar que ocupamos un aquí y un ahora por un tiempo limitado (¡tiempo, somos tiempo!). Por eso he de preocuparme por hacer algo interesante durante ese lapsus vital, para mi y para los demás. Pero ¿por qué preocuparme en vez de no hacerlo? Pues esta es la pregunta clave y en realidad no tiene una respuesta definitiva. Supongo que en la misma vida tal y como la experimentamos los humanos está la clave. Sabemos que necesitamos de los demás para vivir (al menos una vida buena), que hay cosas que nos engrandecen y otras que nos envilecen (nuestra historia acumulada nos lo demuestra) y que tenemos una irremediable tendencia a la acción y a la actividad. Con estos pocos ingredientes tenemos que hacer algo con nuestra existencia, con esta carrocería que nos ha tocado en esta especie de tómbola. En el fondo puede ser una suerte que “solo” seamos un cuerpo. En caso contrario tendríamos pocos motivos para permanecer en un mundo que no sería sino una terrible mazmorra que atrapa a ese “algo” etéreo e indefinido y que le impide desplegarse en todo su esplendor. ¡Menos mal que somos un cuerpo y que el mundo en el que habita tiene también sus cosas buenas, oiga!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El Cazador del Libros (9) Inmersiones científicas

La ya relatada visita de mi antiguo alumno, Adal Mesa, doctor en Astrofísica e incipiente divulgador (al menos por sus pinitos en mi centro) tuvo el efecto en mí de adelantar algún material bibliográfico que tenía en cola. Le di el definitivo impulso al libro de Stephen Hawking “El universo en una cáscara de nuez” (Crítica-Planeta 2002) que llevaba una espera de nada menos que ocho años (algunos libros de mi biblioteca deben tener una paciencia casi infinita). Esta es una continuación, magníficamente ilustrada, de su celebérrimo “Historia del Tiempo”. Terminé un libro muy reciente de Luisa Mª Lara “¿Qué sabemos de Titán?” (Las Catarata 2010) un satélite de Saturno con una atmósfera de metano muy interesante. Adal debería plantearle a esta editorial un título similar: “¿Qué sabemos de la Nebulosa de Orión?”. Esto lo estoy combinando con el maravilloso libro de Brian May, Patrick Moore y Christ Linttot “Bang, la historia completa del universo” (Círculo de Lectores, 2006) que tenía también a medias. Y como hay que variar la dieta estoy enfrascado en el último libro de Mario Vargas Llosa, “El sueño del celta” (Alfaguara 2010) que me está cautivando y al que espero dedicarle un post más adelante.
De vuelta a la divulgación científica, el azar quiso que me topara con un material de primera y no precisamente en formato de libro. El “Universo de Stephen Hawking” es una producción de Discovery Channel que reúne algunos capítulos de lo más sugerentes: “Alienígenas”, que permite plantear algo que hasta hace unos años era un tabú: la posibilidad racional de que existan más formas de vida, desde una bacteria hasta formas inteligentes, basadas en la bioquímica del carbono o vaya a usted a saber en qué. Otra cosa es que podamos llegar alguna vez a contactar, dadas las distancias inimaginables que nos separan (¡qué pena! con lo emocionante que sería un encuentro en la tercera fase). El capítulo “Viajar en el tiempo” nos adentra en el mundo de la relatividad, en el hecho de que el tiempo, la cuarta dimensión, es un bucle que en ciertas condiciones puede ser recorrido en ambas direcciones. Precisamente, si el mago de una lámpara me concediera un deseo no dudaría en pedirle que me convirtiera en un turista del tiempo: ¿qué extinguió a los dinosaurios? ¿murió Napoleón envenenado en Santa Helena? ¿estuvo alguno de los Kennedy implicado en la muerte de Marilyn Monroe? A falta de obtener un nave capaz de viajar al 99% de la velocidad de la luz o de poder fabricar un agujero de gusano, habrá que conformarse con estas ensoñaciones. El último capítulo, como no podía ser menos, relata el origen del tiempo o, lo que es lo mismo, del universo. Siguiendo también la estela que inaugurara con la “Historia del Tiempo” en 1989, poniendo los intrincados conceptos de la cosmología al alcance del gran público, este material audiovisual da un nuevo giro al concepto de divulgación científica. Bienvenido sea.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Filosofía de la Mañana (7) La Filosofía frente a la pantalla

Ya habíamos situado, en un post anterior, a la Filosofía en el kiosko. Ahora hay que situarla también frente a la pantalla. No cabe duda de que el cine y la televisión son productoras de Cultura, al menos en su cara no estrictamente dedicada a la estupidización colectiva. Es lógico por tanto que la Filosofía haya prestado atención a estos fenómenos. El análisis filosófico de clásicos del cine es ya algo habitual y de mucho predicamento en las academias. Sin embargo, la atención a productos televisivos es algo relativamente reciente. Hace casi un año que cayó en mis manos el volumen “Los Simpson y la filosofía” editado por W. Irving, M. Conard y A. Skoble (Blackie.Books 2009). Este último, por cierto, es profesor lector de Filosofía en la Academia Militar de West Point. Me deja perplejo que los futuros oficiales del ejército más poderoso del mundo le dediquen unos minutos a esta cosa de la Filosofía. Incluso para aprender a matar hay que saber hacerlo con sentido (es una broma). También el creador de Los Simpson, Mark Gröening, estudió Filosofía (debe ser algún tipo de enfermedad). Lo cierto es que este libro, aunque teñido del espíritu simpsoniano, es un trabajo muy sesudo. Títulos como “Lisa y el antiintelectualismo estadounidense” o “Holita, vecinos, tralarí, tralará: Ned Flanders y el amor al prójimo” no deben despistarnos. Esto no deja de ser un pretexto para hacer un repaso al estado de la cuestión ética, social e intelectual en el país del Tea Party. Muchos han calificado a Los Simpson como uno de los pocos productos norteamericanos interesantes, o al menos crítico y progresista, poseedor de una visión corrosiva del mundo. Bueno, reconociendo que desde sus orígenes resultó ser un material innovador e interesante tampoco hay que tirar las campanas al vuelo. No olvidemos que, como todo lo que se convierte en un fenómeno de masas, no deja de ser otra forma más de hacer dinero. Creo que, además, se ha destapado últimamente un cierto escándalo con la procedencia y condiciones de fabricación de su numeroso merchandising. Si algo caracteriza a nuestro tiempo es el cinismo. La capacidad infinita para asimilarlo todo y regurgitarlo convenientemente domesticado, a lo que tampoco es ajeno Burt y compañía.
Más recientemente adquirí “Harry Potter, La Filosofía” de Simone Regazzoni (Duomo 2010). No he leído ninguno de los libros de Rowling pero su adaptación al cine siempre me pareció muy lograda y cautivadora. No ajeno a esto, y con cierta curiosidad, compré este ejemplar. Lo sorprendente de Regazzoni es que no se corta en hacer una defensa de la magia como forma de conocimiento y de la existencia de distintos mundos (al menos, desde un punto de vista literario). Tantos años hablando de aquello del paso del mito al logo para llegar a esto (es otra broma).
La cosa está cogiendo tintes de moda. Puede verse ahora en las librerías “análisis filosóficos” de Los Soprano, Doctor House o Lost. No he visto ni un solo capítulo de estas series pero supongo que habrán sido productos de éxito. Y quizás por esto mismo lo que podrían ser aportaciones interesantes terminen por convertirse en bodrios insufribles. Con todo, mis blogeros habituales saben de mi querencia por estos productos divulgativos. En estos tiempos la Filosofía se hace de muy distintas formas y no necesariamente el camino más corto es el mejor.