En estos tiempos donde vivimos bajo la tiranía de lo ultimísimo es necesario mantener ardiendo la llama de la memoria contra viento y marea. Como muy bien se ocupa Forges de recordarnos en El País la sensibilización sobre la tragedia de Haití no puede ser flor de un día. El mismo riesgo corremos con el drama del Sáhara Occidental. Por esto mismo los gestos que se multiplican por parte de la sociedad civil, una vez que los focos de la prensa internacional parecen disminuir después del violento desalojo del campamento saharaui a las afueras de El Aaiun, se hacen más necesarios que nunca. Mañana sábado, día 27, una veintena de personas tomarán el barco que une regularmente el puerto de Las Palmas de Gran Canaria con El Aaiun con el fin de llevar a la población saharaui sometida por el poder colonizador marroquí un gesto de esperanza y solidaridad. Como en recientes ocasiones es de esperar que la policía marroquí les impida siquiera desembarcar. Las autoridades marroquíes impiden el derecho a la libre información de todo lo que ocurre en los Territorios Ocupados. Esta práctica, propia de un Estado no democrático, justificaría en sí misma las denuncias de muchas organizaciones respecto a las violaciones de los derechos humanos que se han cometido y comenten en el Sáhara Occidental.
Nuevamente habrá quienes califiquen estas acciones como inútiles, quijotescas e incluso provocadoras. Pero si no fuera por aquellos que lejos de ver pasar la vida instalados cómodamente en el sofá frente al televisor de su casa optan por “complicarse la existencia” el mundo perdería el poco de dignidad que aún le queda. Es por esto que al menos merecen todo nuestro respeto y reconocimiento. A quienes recogen el testigo de la justicia y llevan la bandera de la solidaridad a las puertas de El Aaiun les dedico esta estrofa de la canción de José Luis Perales que tanto canturreamos en aquellos tiempos en los que pintábamos menos canas.
Ayer se fue
Tomó sus cosas y se puso a navegar
Una camisa, un pantalón vaquero
Y una canción
Dónde ira, dónde irá...
Se despidió y decidió batirse en duelo con el mar
Y recorrer el mundo en su velero
Y navegar
Navegar y navegar
Y se marchó
Y a su barco le llamó LIBERTAD
Nuevamente habrá quienes califiquen estas acciones como inútiles, quijotescas e incluso provocadoras. Pero si no fuera por aquellos que lejos de ver pasar la vida instalados cómodamente en el sofá frente al televisor de su casa optan por “complicarse la existencia” el mundo perdería el poco de dignidad que aún le queda. Es por esto que al menos merecen todo nuestro respeto y reconocimiento. A quienes recogen el testigo de la justicia y llevan la bandera de la solidaridad a las puertas de El Aaiun les dedico esta estrofa de la canción de José Luis Perales que tanto canturreamos en aquellos tiempos en los que pintábamos menos canas.
Ayer se fue
Tomó sus cosas y se puso a navegar
Una camisa, un pantalón vaquero
Y una canción
Dónde ira, dónde irá...
Se despidió y decidió batirse en duelo con el mar
Y recorrer el mundo en su velero
Y navegar
Navegar y navegar
Y se marchó
Y a su barco le llamó LIBERTAD
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