Se cumplen cincuenta años del rodaje de una de las películas míticas del cine norteamericano: Desayuno con diamantes (1960). Una buena ocasión para realizar un ejercicio de mitomanía y dejarse encandilar una vez más por Audrey Hepburn y sus modelitos. Aunque formalmente podría entrar dentro de los visos de la comedia romántica americana de finales de los cincuenta hay cosas que hacen de esta película un caso diferente. En primer lugar el hecho de que está basada en el libro de Truman Capote “Desayuno en Tiffany's”. Por cierto, acabo de coger el libro de la estantería y descubro con cierta emoción que lo leí en 1985. Es una modesta edición de bolsillo de la difunta editorial Bruguera (que este año, ya puestos en celebraciones, habría cumplido cien años desde su fundación) en la que empiezan a aflorar manchas de humedad. Capote era un tipo complejo y su libro tiene una lectura más profunda de la que podría parecer a simple vista. Lo mismo ocurre con la película. Al margen del glamour de Holly Golyghtly (el papel de Audrey Hepburn) hay algunas zonas de oscura indefinición en el personaje. ¿Es Holly una descerebrada obsesionada con pescar un marido rico? ¿una prostituta? ¿una mujer en busca de sí misma que trasciende las convenciones sociales? En cualquier caso Hepburn enamora al espectador. Resulta un tanto extraño pensar que inicialmente quien estaba propuesta para el papel era Marilyn Monroe (era la apuesta personal de Truman Capote). Desde luego habría sido otra película. La delgadez de Hepburn en su famoso traje negro, con la doble vuelta de perlas, se ha convertido en un icono del cine. Como un icono es también la famosísima “Moon River”, el tema compuesto por Henry Mancini y cuya nostálgica melodía recorre toda la película.
Hepburn fue, además, una antidiva. Una mujer que nunca renunció a una vida sencilla y que no se dejó enredar en las trampas de la fama, lo cual terminó por acrecentar el mito. Coincidiendo con el cincuentenario la editorial Electa ha editado un libro conmemorativo, “Desayuno con diamantes” (2010) que es otro regalo a la legión de admiradores de la película. Puede resultar toda una experiencia hacer tres cosas: leer el libro de Truman Capote, ver la película y ojear el libro conmemorativo (no necesariamente por ese orden).
Hepburn fue, además, una antidiva. Una mujer que nunca renunció a una vida sencilla y que no se dejó enredar en las trampas de la fama, lo cual terminó por acrecentar el mito. Coincidiendo con el cincuentenario la editorial Electa ha editado un libro conmemorativo, “Desayuno con diamantes” (2010) que es otro regalo a la legión de admiradores de la película. Puede resultar toda una experiencia hacer tres cosas: leer el libro de Truman Capote, ver la película y ojear el libro conmemorativo (no necesariamente por ese orden).
Qué mujer, qué musica, qué planos. Una verdadera joya. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarhoy he ojeado el final del libro de Capote, anoche vi la película y este rato me leo todos los blogs sobre la misma. Audrey impacta realmente.
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