domingo, 28 de junio de 2009

El Catalejo (3) El Observatorio del Teide y la Gran Ciencia

El siglo XX fue el siglo donde surgió la denominada Gran Ciencia. Esto es, aquellos proyectos de investigación científica que requieren de enormes inversiones económicas y que amplían nuestro conocimiento de manera decisiva en ámbitos clave para la humanidad. Los ejemplos empiezan a acumularse: el Proyecto Genoma Humano, la Física de Partículas (con sus costosísimos aceleradores de partículas), o la investigación espacial. También, lamentablemente, a este campo pertenecen proyectos de índole militar (recordemos, por ejemplo, el Proyecto Manhattan que diera lugar al desarrollo de la bomba atómica).
Pues bien, en Canarias tenemos un magnífico ejemplo de Gran Ciencia con el Instituto de Astrofísica de Canarias y sus dos observatorios: el Observatorio del Teide (Tenerife) dedicado fundamentalmente a la investigación solar y el Observatorio del Roque de los Muchachos (La Palma) centrado sobre todo en la observación nocturna. Cuando el próximo 24 de julio se inaugure oficialmente el Gran Telescopio Canarias (GTC) con un espejo de 10’4 metros estas islas seguirán estando a la cabeza de la investigación astrofísica mundial.
Tuvimos la oportunidad, este fin de semana, de acudir a una de las periódicas jornadas de puertas abiertas del Observatorio del Teide. Afortunadamente, desde hace tiempo se ha asentado el criterio de que la inversión económica realizada debe revertir en la sociedad, no solo en forma de extensión del conocimiento disponible para la comunidad científica, sino, además, en forma de divulgación y educación social. Por esto mismo resulta significativo que no se congregue, ni mucho menos, más gente a las puertas del observatorio que los que celebran el ascenso del equipo de fútbol de sus amores (bueno, en realidad, no deja de ser una comodidad para los que sí acudimos a esta cita). Siempre es un placer disponer de una pequeña ventana al trabajo de estos científicos.
Sin embargo, la visita estaba estructurada de una manera, quizás, demasiado convencional. Un guía recogía a un grupo de unas 20 ó 30 personas y los iba dejando a cargo de los investigadores que esperaban en cada uno de los telescopios y laboratorios donde explicaba sus características y el trabajo que allí se realizaba. Faltaba alguna actividad o explicación introductoria del trabajo del IAC y quizás algo más de material gráfico durante el recorrido. En la ruta que nos tocó empezamos por el veterano Telescopio Carlos Sánchez (con un espejo primario de 1’52 metros), luego fue el turno del Laboratorio Solar especializado en la heliosismología (un referente mundial en este campo) y continuamos con el franco-italiano Themis dedicado sobre todo al magnetismo solar. En este último, después de subir siete plantas, dado que el ascensor se estropeó, pudimos asistir a la rotación de la cúpula desde el interior. El efecto fue muy curioso porque parecía que éramos nosotros los que dábamos vueltas. Aquí nos enteramos de que el 60% de la investigación mundial en Física Solar se hace en Canarias. Menos mal que destacamos en algo (permítasenos el plural por una vez). Esto fue complementado con prácticas de observación solar con telescopios de aficionados y un pequeño vídeo que trataba de explicar (de manera no muy afortunada) las distintas magnitudes del universo. Fue una pena que otros telescopios, como el VTT alemán o el OGS de la Agencia Espacial Europea estuvieran integradas en otras rutas. En cualquier caso, la visita duró unas tres horas, más o menos, lo que se puede aguantar a 2.400 metros de altitud con una enorme insolación y rachas de unos 60 km por hora de viento que hacía que estuviéramos corriendo una y otra vez detrás de las gorras.

miércoles, 24 de junio de 2009

El Impertinente (5) Identidad Cultural y Noche de San Juan

Les adjunto unos extractos de mi disertación como mantenedor del acto de la noche de San Juan en San Juan de la Rambla (Tenerife) titulado “Reflexión sobre la identidad en clave universal y la defensa del Patrimonio.
Estimado público:
Es un verdadero placer para mi poder estar hoy aquí con ustedes, compartiendo este acto y en una fecha con connotaciones tan especiales como es la noche de San Juan. Es un placer y una obligación. Una obligación porque me es imposible resistirme a la llamada de un antiguo alumno mío como fue Manolo Borges quien pensó que yo podía decir algo en esta ocasión. […] Sostengo que hay un valor superior a la diversidad cultural y es el respeto a la dignidad de las personas.
La compleja conformación de la identidad, en sus múltiples aspectos, tiene mucho que ver con la idea de Cultura. De esto quiero hablar brevemente hoy. Quiero mostrar que la identidad colectiva no debe conformarse en oposición belicosa a otras, que la identidad suele ser como pieles de cebolla que se van superponiendo y donde cada una de ellas necesita de las otras. Difícilmente alguien puede decir que lo que es se reduce a una sola cosa y en oposición a todas las demás. Intentaré situar esta reflexión en el contexto de esta celebración y del lugar en el que nos encontramos. Terminaré, además, haciendo una llamada a la protección del patrimonio como legado que hemos recibido de nuestros antecesores y que tenemos la obligación de transmitir a nuestros descendientes. […]
Así que estas tierras en las que nos encontramos albergan un pequeño tesoro cultural. Albergan un patrimonio histórico, inmueble y cultural que debe ser preservado. Alguno diría por ‘explotar’ pero este es un verbo que prefiero evitar. Cuando se habla de ‘explotar’ el patrimonio hay quien entiende que el objetivo último es montar un decorado típico que esté a merced de la actividad empresarial. Y no es que la actividad empresarial sea algo que debamos minusvalorar. Pero con estos criterios se han cometido barbaridades. No han sido poco los edificios históricos que se han vaciado completamente por dentro y de los que se ha conservado únicamente la fachada. Así los locales comerciales ganaban en espacio. Esto por poner un solo ejemplo. Preservar significa respetar en su integridad el bien que ha llegado hasta el presente. Ser fieles a las fuentes. Conocer e investigar sobre nuestro pasado y ponerlo en su justo valor. No es hacer fantochadas, inventar y recrear lo que nadie sabe. Sobre estas cosas, y con la festividad de San Juan como telón de fondo, quiero aportar una reflexión, si me lo permiten, esta noche.
Bien se dice que Canarias es un cruce de caminos. Un crisol en el que distintas culturas se han encontrado, en ocasiones de manera traumática y en otras de forma paulatina y creativa. En estas islas se ha cocido a fuego lento un gran pastel hecho a partir de muchos ingredientes. Lo canario es, o debe ser, un ejemplo de universalidad.
Cuando un pueblo se abre al resto ese pueblo se enriquece cultural y socialmente. Y, por el contrario, cuando un pueblo se cierra sobre sí mismo se empobrece. Hay sobrados ejemplos de esto a lo largo de la Historia. Cuando preservamos una lengua vernácula, una manifestación musical o un traje tradicional no sólo estamos preservando el legado de un pueblo concreto sino el patrimonio común de toda la humanidad. Cuando esto mismo desaparece es la humanidad entera la que sufre esa pérdida. Cuando hoy nos reunimos en torno a una manifestación cultural nuestra, de alguna manera, es el conjunto de los seres humanos los que se dan cita aquí. Sobre todo aquellos que no han perdido sus raíces, que no han perdido la noción del dónde vienen y lo que son. Y este es un fenómeno al que hoy en día asistimos de una manera preocupante. El gran enemigo son las fuerzas de la uniformización, la poderosa maquinaria económica y cultural que destruye como una apisonadora allá por donde pasa. Es una lástima comprobar que casi en cualquier rincón del planeta se come lo mismo, se oye la misma música, se ven las mismas películas y se viste de la misma manera. El peligro para la identidad cultural, en nuestro caso, no viene en cayuco o en patera. Se cuela directamente en el hogar de cada uno a través de la televisión. El contacto directo, cara a cara, entre seres humanos de distinta procedencia y cultura ha sido una constante a lo largo de la historia. La humanidad ha sido siempre migrante (¡qué vamos a decir de los canarios!) y en el camino se ha ido forjando nuestra historia. Ha sido la tecnología de la comunicación, con sus focos bien localizados en los centros económicos y políticos del planeta, quien ha desestabilizado el natural proceso de intercambio cultural. La aceleración a la que están sometidos todos los órdenes de la vida nos pasa factura continuamente. Vivimos en la cultura de la imitación y el sucedáneo. Frente a esto debemos reivindicar el valor de lo sencillo, de lo pequeño y de lo auténtico. Precisamente algo como el acto que vamos a vivir esta noche. Protagonizado por los mismos vecinos, sin grandes fastos pero con todo el valor de lo que se hace con el corazón.
En este mundo devaluado el viajero ha sido sustituido por el turista. Y el turista lo que busca es, básicamente, extender la comodidad del salón de su casa por el resto del mundo. También nosotros, que hemos vivido en los últimos decenios del turismo, hemos caído en ese error. Hemos convertido, en muchas ocasiones, nuestra propia cultura en un pobre espectáculo para turistas enrojecidos por el sol. Hemos prostituido, como en tantas partes, nuestras señas de identidad transformándolas en souvenir para despistados. Y, de alguna manera, seguimos haciéndolo. Hay quien piensa que a base de muchas pieles de cabras y oveja y no pocos aspavientos se puede recrear la cultura aborigen y que con un poco de insistencia quizás el evento se convierta en una cita periódica que permita que los bares y restaurantes de la zona hagan un poco más de caja al año. Una cosa es el gusto por la cachanchanada y otra la recreación histórica. [… ]
La construcción de la identidad es un proceso complejo en el que entran en juego numerosos elementos: genéticos, psicológicos, ambientales, económicos, culturales e históricos. De todos ellos nos interesarán aquí estos dos últimos. Lo que somos, el cómo nos vemos, el cómo nos ven, aquello en lo que nos reconocemos, tiene un componente histórico y cultural importante. Somos seres en el tiempo y seres con historia. Vivimos en unas coordenadas culturales que, aunque están en continuo movimiento, se construyen a lo largo del tiempo. La educación supone, entre otras cosas, transmitir de generación en generación un patrimonio cultural.
Muchos han querido ver la identidad en clave únicamente localista, poniendo el acento en lo que nos separa y nos diferencia. Una identidad construida en oposición a otras. Basada en la descalificación o minusvaloración de los demás. En este sentido, siempre me ha llamado la atención aquella letra del Pasodoble “Islas Canarias” que decía “no hay tierra como la mía ni raza como mi raza”. ¿Se imaginan a un alemán cantando “no hay raza como mi raza?” Enseguida lo tacharíamos de nazi. ¿Se imaginan a un madrileño diciendo lo mismo? como mínimo se le tacharía de godo. Por cierto, como ustedes saben la música de este pasodoble, que para muchos es una especie de himno no oficial de Canarias, fue compuesto por el catalán José Mª Tárridas y la letra por el valenciano Juan Picot. El primero compuso el inmortal pasodoble en 1935, mucho antes de visitar las islas por primera vez en 1950. Respecto al segundo parece ser que jamás pisó esta tierra a lo largo de su vida. En cualquier caso, constituyen un magnífico ejemplo de lo que podríamos llamar “trasvase cultural”.
Todas las identidades posibles entre los humanos constituyen en sí mismas un patrimonio cultural que debemos conservar. Pero la cultura no lo justifica todo. No podemos admitir que bajo el paraguas de la Cultura se maltrate a las mujeres, se las mutile o que se cometan no sé cuantas barbaridades. Que se quiera condenar a los pueblos a la ignorancia o al aislamiento. No es demasiado gratificante que se utilice esto como excusa para el enfrentamiento y la exclusión. La identidad, nuestra identidad, no es algo que debamos arrojar a la cara de los otros, de los que no hablan como nosotros o de los que no han nacido aquí. Muchas veces se juega con esto con el objetivo de obtener réditos políticos. Siempre ha funcionado el esquema simple de un nosotros opuesto a un ellos. Y esto hay que superarlo de una vez. Estas islas, separadas unas de otras, con una orografía que distingue claramente las vertientes norte de las del sur, que diferencia entre las zonas de costa y las de medianías, entre el campo y la ciudad, se prestan mucho a esto, a la diferencia artificiosa y a la separación. […]
Un ejemplo contrario, de identidad cerrada y limitada, tan habitual por otra parte, lo podemos encontrar entre la gente que viaja. Permítanme una breve anécdota. Recuerdo un viaje a Moscú que hice en 1991. Era la época de la desintegración de la URSS y el país estaba en sumido en una profunda crisis. La única forma de visitar ese destino era a través de un viaje organizado y fuertemente controlado. Así que lo hice acompañado de una cincuentena de canarios de muy distinta condición. Aparte de la monumentalidad de la ciudad llamaba mucho la atención el desabastecimiento que padecía la población y la escasísima oferta de cualquier producto (aunque, claro está, un puñado de dólares hacía milagros). El caso es que la reacción de algunos de mis compañeros de viaje fue muy curiosa. Pasaban no poco tiempo comentando lo bien que se vivía en Canarias (en relación a las escenas de pobreza que veíamos por las calles), el magnífico clima del que gozamos o añorando una pelota de gofio o un buen escaldón. Curiosamente, la mayoría de ellos confesaban que apenas probaban el gofio y que ni se acordaban de la última vez que había comido un escaldón. ¿Qué pasaba entonces? Estos compañeros de viaje poseían una identidad cerrada, viajaban no para conocer ni aprender sino para reafirmarse. Aquel era un viaje para pasar frío, empaparse de todo aquello que nos dejaran ver, para comer Borsch o Stroganoff y beber, eso sí con moderación, vodka. Oyéndolos pensé que les había salido un poco cara la añoranza del gofio y el escaldón. […]
Como todos saben, la festividad de San Juan coincide con el solsticio de verano, el día del año en el que las horas de sol superan a las horas de penumbra. El sol, el astro rey, es quien determina el ciclo de las estaciones, es el principio fecundador. Y en muchas culturas es simbolizado mediante el fuego. En una infinidad de lugares se encienden hogueras (o fogaleras) como rito de purificación. Es una fiesta colectiva que se hace en la calle, que ponen en relación a unos vecinos con otros, que crea lazos sociales tan necesarios en esta época. […]
En el hemisferio norte, muchos millones de personas ponen en práctica algún tipo de rito, alguna ceremonia o celebración que les vincula, al fin y al cabo, con los misterios de la Naturaleza. A mí me produce una enorme emoción ser consciente de este hecho. Pensar que en este preciso instante alguien en una región remota enciende una fogata, entona una oración o realiza algún conjuro, es algo que nos estremece y nos une. Es como una supercuerda que enlaza a la humanidad entera.
La fiesta de San Juan es muy rica en manifestaciones. Está asociada a la fecundidad, a la regeneración y a la expiación. Además, es también una fiesta que tiene, indiscutiblemente, un halo de misterio. Al igual que el solsticio de invierno, es un momento para las hadas, las brujas y los sortilegios. Quizás es fruto de un miedo ancestral a que el Sol, en su deambular por el firmamento, extravíe su camino. Y con él se extravíe el destino de la humanidad. Los guanches que adoraban al dios Magec, dios del sol y de la luz, creían que en un momento dado había sido atrapado por Guayota, el demonio, y encerrado en el Teide hasta que el dios Achamán lo liberó. La idea de que el sol pudiera desaparecer o menguar ha provocado un miedo secular a la humanidad. De hecho, en muchas culturas un eclipse de sol se consideraba un hecho catastrófico y de mal agüero. El sol fue también una de las primeras divinidades. Su culto ha sido muy común a muchas culturas. Y el sol es fuego y calor. Algunos antropólogos sostienen que un momento crucial en el deambular de la especie fue el momento en que se logró dominar el fuego. Quizás fuera la primera fuerza de la Naturaleza que la humanidad dominara. […]

lunes, 22 de junio de 2009

Filosofía de la Mañana (3) Excesos de la Historia

Una alumna me preguntaba hace poco “¿pero hay más filósofos después de Nietzsche?”. No es que la joven fuera una furibunda nietzscheana a la que todo filósofo posterior le sobrara sino que, buenamente, pensaba que la Hª de la Filosofía terminaba en el año 1900. Cuando pretendí dedicarle al menos una clase a la Filosofía del siglo XX esta se esfumó entre exámenes y recuperaciones propias y ajenas. En cualquier caso ¿cómo podría condensarse la densidad filosófica del pasado siglo en 50 minutos? ¿qué se conseguiría con apuntar una retahíla de nombres y un puñado de escuelas? ¿acallar la mala conciencia? En este mundo al revés (o en este currículum) todo termina cuando empieza lo mejor. Para quien piense como Whitehead que sostenía que toda la Filosofía posterior a Platón era una mera nota al pie de la misma puede que este planteamiento le satisfaga. El que crea que ya Kant abordó lo esencial de la Filosofía no tendrá mucho de qué quejarse. Sin embargo, para quienes pensamos que la Filosofía es, ante todo, una crítica del presente que nos ha tocado vivir estaríamos encantados de empezar a partir de donde terminamos para dedicar una clase final a todo aquello que se quedara en el camino. Después de semejante herejía habrá que matizar.
En el fondo se trata de invertir la flecha del tiempo. Partir de filósofos contemporáneos e ir, en todo caso, hacia la búsqueda de sus raíces filosóficas. Puestos a elegir me preocupa menos que un alumno/a no tenga ni idea de las Paradojas de Zenón a que pudiera conocer la importancia de la Ética Discursiva de Habermas para la Filosofía de siglo XX y su potencial aplicabilidad. Me parece menos alarmante que desconozca la idea de Sustancia en Aristóteles a que ignore por completo, siguiendo a Adorno, lo que supuso la quiebra de todo principio humanista que representa Auschwitz (o de la polémica idea de Hanna Arendt sobre la Banalidad del Mal). Pienso que no es tan dramático prescindir del método de composición y resolución de Galileo si para ello podemos disponer de tiempo para situar en clave histórica la actual disputa entre evolucionistas y creacionistas. Se me ocurren estos ejemplos para empezar. Pero admito que la cosa tiene tela y que la polémica sobre qué cosas son más relevantes para la formación del alumnado de 17 años podría ser interminable.
En el fondo lo que late es el prurito del historiador clásico y su insistencia en el que los acontecimientos más próximos no son objetivables, que necesitan de la distancia temporal necesaria para poder ser valorados y que la historia es un recorrido cronológico en una sola dirección que no admite experimentos. Luego uno oye argumentos de menos entidad, como el que me planteaba un colega hace poco respecto a que la Filosofía del Siglo XX “es más difícil para el alumnado”. No considero más difícil abordar los ejemplos anteriormente expuestos que endosarles a los pobres chavales la metafísica aristotélica o la epistemología kantiana.
Compruebo, además, que los mismos problemas los encontramos en otras materias. Hace poco a una compañera de Historia no le quedó más remedio que despachar la Guerra Civil Española y la posguerra poniendo un video y en una sola clase. No le dio tiempo a lo largo de todo el curso. Del mismo modo pienso que se puede prescindir perfectamente del periodo magdaleniense pero en absoluto de conocer con un mínimo de profundidad los últimos 70 años de la historia de este país. Luego nos quejamos del despiste del alumnado.
Mientras tanto habrá que tomarse las cosas con humor: aquí les dejo un enlace del Mundial Filosófico (Monthy Python) donde disputan la gran final Alemania contra Grecia:

viernes, 19 de junio de 2009

Acción Solidaria (3) Vicente Ferrer

Acaba de fallecer Vicente Ferrer. En este mundo donde las megaestrellas planetarias juegan al fútbol y cobran una burrada, donde un señor o señora que se ha encerrado unas semanas en una casa con cámaras vendiendo su intimidad representa el culmen del éxito y atiborra sus cuentas corrientes, donde la estupidez y la más abyecta brutalidad campan a sus anchas, personas como ésta son las que mantienen todavía la antorcha de la dignidad humana. ¡Y qué desconocidas son! Al igual que otros personajes a lo largo de la historia (pienso en Gandhi, Martin Luther King o Rigoberta Menchú) Vicente Ferrer antepuso la lucha por la dignificación de la vida humana a cualquier otra cosa. No es el momento de entrar en metodologías o en los medios para alcanzar los fines. Habrá quien cuestione el apadrinazgo y quien considere que ONG y Fundaciones no son sino pequeños apósitos que nunca solucionarán los problemas de fondo. Pero lo que resulta incuestionable, desde mi punto de vista, es la talla moral de Vicente Ferrer. Frente a los que esperan que la gran revolución mundial (que nunca termina de llegar) propicie el cambio de estructuras definitivo que ponga fin a la radical injusticia en la que vivimos, otros, como Vicente Ferrer, prefirieron poner, mientras tanto, manos a la obra para mejorar las condiciones de vida de un número concreto de personas en un lugar determinado. Siempre con la esperanza de que la multiplicación de este ejemplo supusiera, a la postre, ese factor de transformación de nuestra realidad. Quizás en su cabeza anidara aquellas palabras del Talmud: “quien salva a un hombre salva a la humanidad entera”.

jueves, 18 de junio de 2009

El catalejo (2) Concejalías de Medioambiente

Permítanme que utilice la manida y difusa palabra “Sistema” para referirme al entramado político-económico-institucional que todo lo llena. El Sistema es hoy una suerte de “apeiron” (como diría Anaximandro), un elemento material pero indefinido, real pero indeterminado, del que todo parte y al que todo vuelve. Nadie lo ve pero está en todas partes. Pues bien, este ente camaleónico tiene la propiedad de absorverlo todo. Cuando en su día surgió la crítica pacifista y no violenta la cosa alzó la bandera de color blanco. De este modo hoy los ejércitos son fuerzas de paz en permanente misión humanitaria. Cuando el movimiento feminista criticó las raíces patriarcales y la secular discriminación de las mujeres el Sistema se tornó violeta y hoy no son pocas las organizaciones que aspiran vivir de una subvención oficial. Cuando el ecologismo alertó sobre las amenazas que penden sobre el planeta el Sistema se hizo más verde que nadie y terminaron por aparecer un invento denominado “Concejalías de Medioambiente” (¡aquí quería llegar!). Actualmente, y como consecuencia de ese poder asimilador del Sistema, tenemos que soportar que los mismos responsables de la destrucción de nuestro entorno intenten concienciarnos de la importancia del reciclaje o de la conservación de las playas, por poner dos ejemplos.
Empezaré a creer en esto de las concejalías de medioambiente el día en el que el concejal de urbanismo tenga que tocar en la puerta de su compañero verde y solicitarle (con un gesto de aprehensión) su inexcusable visto bueno para el plan urbanístico X o Y. El día en el que los señores concejales, en el reparto de áreas, no se den tortas por el ya mencionado urbanismo o hacienda, sino por la muy influyente y prestigiosa concejalía de medioambiente. Mientras tanto, como algo hay que hacer con estos responsables de la cosa natural lo mejor es que empecemos por recomendarles la lectura de un libro: “El mundo sin nosotros”, de Alan Weisman (Debate, 2007). ¿Qué pasaría si de un día para otro la humanidad desapareciera de la faz de la Tierra? Esta es la cuestión de partida. ¿Hasta qué punto la huella que hemos dejado sobre nuestro planeta es irreversible? La lectura de este libro es apasionante (e imprescindible). Nueva York, por ejemplo, no resistiría un par de días pues sin las bombas que achican agua continuamente del subsuelo la 7ª avenida se convertiría en un brazo del río Hudson. El autor “visita” distintos lugares con el ánimo de encontrar pistas. ¿Qué sería de los megacomplejos de refinados de hidrocarburos?, ¿de las centrales nucleares sin mantenimiento?, ¿de las enormes áreas urbanas o agrícolas?, ¿qué pasaría con la proliferación de plásticos sin ningún control?, ¿y los animales domésticos y de granja?, ¿qué derroteros tomarían los procesos evolutivos del resto de las especies?, ¿qué obras humanas perdurarían?, ¿y por cuánto tiempo? Pese al gran poder regenerador de la Naturaleza, de lo cual encuentra sobradas pruebas en la historia del planeta, asombra comprobar lo evidente: el comportamiento depredador de la especie humana que ha puesto en peligro su propia supervivencia. Quizás el señor/a concejal/a de medioambiente, en sus numerosas horas muertas, entre esta o aquella campaña de sensibilización, tenga tiempo de reflexionar sobre esto.

lunes, 15 de junio de 2009

Cine a solas (3) La Ola

Periódicamente llegan a las pantallas, colapsadas por la maquinaria norteamericana, alguna película europea de las que dejan huella. Y tiene que ser forzosamente buena para que pueda tener una mínima posibilidad. A esta categoría pertenece Die Welle (La Ola, Alemania 2008). El tema, sobre todo para un docente como es el caso de quien suscribe, resulta de lo más atractivo: un profesor ha de explicar en su clase de bachillerato en qué consiste un sistema político autocrático, y para eso nada mejor que inventarse una simulación. Que tiemblen los apóstoles de las competencias básicas y de la enseñanza por proyectos. El caso es que el experimento, que va desarrollándose en el plazo de una semana, termina por írsele de las manos. El profesor, interpretado por el actor Jürgen Vogel, parte de una inquietante pregunta: ¿sería posible hoy en día el advenimiento de un nuevo régimen totalitario? Se refiere al contexto de la muy moderna y civilizada Alemania. El caso es que las sucesivas medidas que va implantando clase tras clase (instauración de un poder indiscutido – él mismo-, formas de identificación grupal –uniforme, símbolos, saludos- objetivos comunes, anulación de las minorías críticas, etc) van dando un resultado mayor de lo esperado. Alguna alumna que termina por desmarcarse del proyecto sufre el rechazo del grupo. El final prueba que la respuesta a la pregunta es afirmativa. De alguna manera se ponen a prueba los mecanismos psicológicos que están detrás de la conformación de masas obedientes y entregadas. Nos encontramos en la película a un grupo de jóvenes con un perfil psicológico débil, acrítico, con problemas afectivos y relacionales, educados por adultos acomodados e indiferentes. Materia prima influenciable y maleable.
Viendo estos días a las masas enfervorizadas celebrando ligas, copas y ascensos futboleros, entregados a tal grado de desenfreno movidas por una pasión tribal de este tipo, se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en qué pasaría si surgiera una nueva corriente totalitaria capaz de tocar el alma sensible del personal. ¿Hemos aprendido algo después de las experiencias totalitarias del pasado siglo? Ya sabemos aquello de cada generación ignora la experiencia histórica de la anterior. Y así nos va. Además, las últimas elecciones europeas, por otra parte, demuestra que un considerable porcentaje de personas considera que el viejo recetario facistoide sigue teniendo vigencia. No tenemos remedio. Así que La Ola viene a ser una película necesaria y oportuna.
La película está basada en la novela homónima de Morton Rhue y ésta, al parecer se basa a su vez en un experimento llevado a cabo en 1967 por un profesor en California. Viendo el desenlace mejor no seguir el ejemplo.

sábado, 13 de junio de 2009

El Impertinente (4) Planeta Fútbol

Ahora que la fiebre del fútbol ha vuelto a desatarse, otra impertinencia:

Nº 13 Junio 2009 -
En un viaje con alumnado a París al pasar con la guagua delante de la Catedral de Notre Dame la muchachada apenas le dedicó alguna mirada de soslayo a pesar de las entusiastas explicaciones del guía. Poco después pasamos frente al estadio de fútbol de Saint-Denis y se produjo un movimiento sísmico hacia el lado derecho de la guagua acompañado de una enorme algarabía y el disparo de decenas de flashes de cámaras fotográficas. La mayoría de los niños varones de seis años a los que impartía en una ocasión un taller de exlibris (marca personal que se le pone a los libros de la propia biblioteca) eligieron como motivo el escudo del Real Madrid o el F.C. Barcelona. Un chaval quinceañero me preguntó hace poco por el equipo al que pertenecía yo (dando por supuesto que tenía que pertenecer a uno) y al responderle que a ninguno me contestó: “¡mire que usted es raro!”. Esto, que a muchos les despertará una sonrisa de complicidad, a otros empieza a inquietarnos.
Debemos rendirnos a la evidencia. La religión de este siglo XXI (aunque ya venía de antes) es el fútbol. Sí, he dicho ‘religión’, no espectáculo o deporte. Si tomamos, por ejemplo, la definición de religión que hace el sociólogo G. Lenski como “un sistema compartido de creencias y prácticas asociadas, que se articulan en torno a la naturaleza de las fuerzas que configuran el destino de los seres humanos” vemos que encaja perfectamente. El fútbol es hoy básicamente un sistema de creencias, de identificación irracional, con sus rituales, gurús y aspiraciones existenciales. Seguramente sabrán que muchos de los grandes equipos de fútbol ya disponen de columbarios donde los fieles más ultra podrán depositar sus cenizas una vez fallecidos (igual que en las iglesias hace unos siglos antes de la aparición de los modernos cementerios). Se trata de una vinculación emocional que pretende trascender esta vida. Estamos asistiendo por tanto al triunfo de una nueva e imparable religión. Otros hablarán del factor económico (las religiones no son ajenas al mismo) o de su papel como canalizador de la conflictividad social o de moderno sustitutivo de la guerra (las religiones tradicionalmente ejercían un enorme control social y disponían de la capacidad de declarar una guerra o proclamar la paz).
El fútbol es la nueva religión global. Aúna a ricos y pobres, a gentes de distintas culturas y condición en un credo común. Es el único ‘pegamento’ social efectivo que aún queda. Su Olimpo está poblado de miles de dioses. Es un nuevo politeísmo rebosante de dioses de primera división, semidioses de segunda y una pléyade de candidatos en las divisiones inferiores repartidas por todo el mundo. De los dioses de primera interesa todo: si tienen un pequeño percance en un entrenamiento, unas mínimas declaraciones donde expresan lo contentos que están por estar en el club en el que siempre han querido estar (días antes de fichar por otro) o si salen mucho de sarao o no. Esto puede ocupar proporcionalmente más tiempo en un telediario que cualquier otra noticia del día. Los nuevos príncipes de la iglesia, esto es, los presidentes de los grandes clubs, sus obispos o directores técnicos y los sacerdotes en forma de entrenadores se reparten la lucha por conseguir la primacía de sus respectivas parroquias. La cara más visible, indiscutiblemente, son los dioses –jugadores, los que están en contacto con el pueblo, los que consuelan, los que marcan el camino. La gran mayoría son dioses de quita y pon, con cláusulas de rescisión de contrato, como concesión a la modernidad. A veces la parroquia está de capa caída y el pueblo se rebela. Entonces cambia la jerarquía para que todo siga igual.El caso es que podemos aplicar a esta nueva religión todo el aparato clásico de la crítica tradicional. Del mismo modo que Marx hablaba del papel adormecedor de la Religión respecto a los problemas del proletariado o de su dimensión alienante hoy podemos decir lo mismo en relación al fútbol. Muchas veces me pregunto qué pasaría si una mínima parte de las energías que el personal emplea en hablar de fútbol, celebrar los triunfos o mascullar los fracasos del club de sus amores, se aplicaran en otras cosas “más productivas” o “más relevantes para su vida diaria”. Y quizás en esto reside precisamente el quid de la cuestión. Se trata al final de la nueva máscara del poder, la nueva forma que el “panem et circem” adopta en la era de la globalización. Es una fórmula con glamour, con estética de videoclip, que contenta a todos. Sólo espero que, al menos, en este Planeta Fútbol no se destape una nueva forma de Inquisición para castigo de los herejes que aún quedan.

jueves, 11 de junio de 2009

El aula (2) conceptos y más conceptos


Estimados/as alumnos/as:
Como saben defiendo que manejarse en una disciplina supone, en gran parte, dominar todo un entorno conceptual o, como se diría hoy, adquirir la necesaria competencia lingüística. Aquí les dejo los principales conceptos que hemos ido viendo a lo largo del curso en la materia de Filosofía y Ciudadanía de 1º de bachillerato. Lo importante no es, evidentemente, soltar una definición aprendida para el caso sino lanzarse a intentar incorporar estos u otros conceptos en el habla cotidiana (si se da el caso, claro, hay que intentar no caer en la pedantería) o por lo menos para poder acceder en el futuro a textos en los que nos los vamos a encontrar. La retahíla es la siguiente:

Agnosticismo, Alienación, Animismo, Antiutopía, Antropocentrismo, Altruismo Moral, Antropología Cultural, Artesanía, Ataraxia, Autarquía, Autoestima, Autonomía Moral, Antropología Física, Antropomorfismo, Ateísmo, Bilateralidad, Capitalismo, Carácter, Clan, Contrafáctico histórico, Creacionismo, Criticismo (epistemológico), Deísmo, Demagogia, Determinismo, Dogmatismo ético, Dualismo, Ecumenismo, Egoísmo Moral, Emotivismo, Empirismo, Endogamia, Epistemología, Escepticismo, Esclavismo, Estado del bienestar, Estado democrático de derecho, Estética , Etica, Etnocidio, Etología, Eugenesia, Eutanasia, Existencialismo, Exogamia, Familia de orientación, Familia de procreación, Familia extensa, Familia monoparental, Familia nuclear, Familia pluriparental, Falacia, Genocidio, Hedonismo, Hermenéutica, Horda, Ideología, Incesto, Inconsciente, Inferencia, Inmanencia, Interculturalismo, Interdisciplinariedad, Iusnaturalismo, Heteronomía moral, Laicidad, Ley moral natural, Liberalismo económico, Lógica, Logos, Lucha de clases, Marxismo, Mass media, Matriarcado, Materialismo, Matrilinealidad, Matrilocal, Mecanicismo, Mito, Monismo, Monoculturalismo, Monogamia, Moral, Multiculturalidad, Neolocal, Patriarcado, Patrilinealidad, Patrilocal, Personalidad, Phrónesis, Poligamia, Poliginia, Poliandría, Positivismo, Positivismo jurídico, Proceso de Hominización, Prospectiva, Protestantismo, Racionalismo, Relativismo (epistemológico / ético / cultural), Religión, Renta Universal Básica, Responsabilidad Política, Retórica, Rey filósofo, Símbolo, Sincretismo, Socialdemocracia, Sociolingüística, Sofistas, Solidaridad, Tabú del Incesto, Teísmo, Temperamento, Tolerancia, Trascendencia, Tribu, Universalismo, Utopía, Violencia, Vitalismo, Xenofobia.

¡Ah, se me olvidaba! Ya saben que tenemos una cosita pendiente con esto…

miércoles, 10 de junio de 2009

Arte a todas horas (2) Antonio Münzenmaier

Hay personas que están dotadas de un especial talento para unas cosas o para otras (y unos pocos para más de una). Entre la interminable lista de posibles talentos siempre me ha fascinado el que tiene que ver con la expresión plástica. Esta requiere, sobre todo, de una especial capacidad para la observación y el análisis. La técnica es algo que viene después y que al fin y al cabo no es sino un aprendizaje. Una de las primeras personas que conocí con este talento especial fue Antonio Münzenmaier. Estudiamos en el mismo colegio (Colegio San Agustín de Los Realejos) aunque él era un par de cursos mayor que yo. Los dibujos de Antonio eran célebres entre el alumnado. Y, ya desde entonces, eran muy poco convencionales. Resultaban, eso no lo sabía por entonces, un híbrido entre las Pinturas Negras de Goya y los comics underground de los 60 y 70. Aparecieron incluso algunos imitadores entre los compañeros y puede decirse que, en cierto sentido, Antonio, sin proponérselo, creó una pequeña escuela. A principio de los 80 Antonio realizó un par de murales en el Colegio, verdaderamente atrevidos para la época. En uno de ellos un monstruo verde y viscoso sostenía a un pequeño vástago en sus manos igualmente repugnante. Las malas lenguas decían que la cara del monstruo se parecía sospechosamente a la cara del director del Colegio.
Antonio siempre fue un chico callado y reservado. Parecía que toda su necesidad de comunicación y expresión la guardaba para su pintura. Y su pintura era un volcán de sensaciones. Su primera etapa, me atrevería a decir, era muy provocadora. Casi se podría pensar que su objetivo era indisponer a los espectadores bien pensantes. El pasado año acudí a la penúltima exposición de Münzenmaier, una serie de desnudos femeninos, y aunque se trata de la obra de un artista maduro siempre creo adivinar esa pulsión, esa mirada juvenil y transgresora. Me declaro un admirador de su obra y uno de los grabados suyos que poseo lo guardo como un pequeño tesoro.

domingo, 7 de junio de 2009

La II Guerra Mundial (2) El Mundo en Guerra

Hace unos meses me encontré en una tienda de DVD de segunda mano la colección casi completa (faltaban cuatro capítulos de los veintiséis) de la que puede considerarse la mejor serie documental sobre la II Guerra Mundial, “El Mundo en Guerra”, una producción británica de Thames TV, realizada en 1974. Mi alegría fue inmensa ante semejante descubrimiento. Siempre he atribuido mi interés por esta terrible y reciente etapa de la historia a este documental. Si no recuerdo mal fue emitido por la TVE a finales de los 70. Lo que sí es cierto es que siendo un niño de 10 ó 12 años me zampé todos los capítulos semana tras semana. Se muestra la crudeza de la guerra desde la perspectiva histórica que proporciona el paso del tiempo, pero poniendo el acento también en el sufrimiento de las personas de ambos bandos. El capítulo dedicado al Holocausto es una pieza maestra en sí misma. Una de las cosas que convierte a esta serie en un documento excepcional, que ha ganado incluso mucho con el paso del tiempo, es la intervención de personajes claves en los acontecimientos que se narran. Aparecen personajes como Albert Speer y Karl Dönitz, salidos de la prisión berlinesa de Spandau, Lord Mountbatten, Mitsuo Fuchida, quien condujo la primera oleada de aviones japoneses en su ataque a Pearl Harbour (inmortalizado en la película “Tora, Tora, Tora” y que fue nombrado, cosas de la Historia, en 1952 amigo de los EE.UU) o la breve pero tremendamente emocionante aparición de Primo Levi, el magnífico escritor judío-italiano superviviente de Auschwitz.
Esta serie no la volví a ver hasta este momento (treinta años después) en la que, de nuevo, un capítulo me llevó a otro con una enorme avidez. Paralelamente a la serie documental Thames TV publicó un libro homónimo, bajo la autoría de Mark Arnold-Foster. Curiosamente este libro no es el guión de la serie. No tiene ni su estructura argumental ni, por supuesto, su brillantez. Era quizás una forma de aprovechar el previsible tirón de la serie. Se trata, de todos modos, de un libro correcto, un compendio sobre este periodo de la Historia que podría servir perfectamente como primer acercamiento al tema. En España Plaza y Janés se hizo con los derechos del mismo en 1975 y no lo publicó hasta 1979 coincidiendo con su emisión por TV. El éxito de la serie fue enorme y quizás anticipó el creciente interés por la II Guerra Mundial.

viernes, 5 de junio de 2009

El Impertinente (3) Canarias y el efecto Coruscant

Aprovechando el "Día Mundial del Medioambiente", ahora que las administraciones se lanzan a recordarnos que tenemos que proteger la cosa natural, mientras éstas, el entramado político-empresarial, son los principales depredadores del territorio, rescato este artículo publicado en Tangentes en noviembre de 2008.






Los numerosos seguidores de la saga cinematográfica “La Guerra de las Galaxias” recordarán la existencia del planeta Coruscant, sede del Senado Galáctico y del Consejo Jedi. La característica principal de este planeta de ficción residía en que todo él estaba completamente urbanizado, era un inmenso planeta-ciudad. Kilométricos rascacielos competían en altura, mientras al nivel del suelo había un ambiente peligroso e irrespirable. Pues bien, esta visión futurista tiene en Canarias un pequeño germen.
Todavía quedará algún despistado que apostado en algún mirador del Valle de la Orotava alabe arrebatado, cual Humboldt de nuestro tiempo, las bellezas del paisaje. Sin embargo, cualquier persona que no se engañe demasiado no tendrá más remedio que lamentar el cinturón de asfalto y cemento que lo invade todo. Esa banda ancha y continua que convierte las medianías en el paraíso de los adosados. Algunos municipios se han convertido en especialistas en aprovechar hasta el último metro cuadrado de suelo para levantar toda clase de mamotretos de cemento. Ante esta gran cantidad de desmanes, el insigne geólogo portuense, Telésforo Bravo, solía decir, refiriéndose a Tenerife, que “por debajo de los mil metros esta isla es un desastre”.
¿Dónde ha quedado aquel discurso de la sostenibilidad? La propia administración lo da por imposible. Por lo menos se han quitado la careta, lo cual es de agradecer. En algunos ayuntamientos, las sufridas concejalías de medioambiente todavía hablan de Agendas 21, redes europeas o proyectos sostenibles ante la actitud condescendiente, en el mejor de los casos, del resto de la corporación. La duda reside en saber si se lo creen de verdad o sólo se trata de una excusa más para la consabida rueda de prensa (ya se sabe que no hay que bajar de dos o tres a la semana, que luego parece que no se hace nada).Mientras, esta isla camina inexorablemente por la senda de un pequeño Coruscant. El hacinamiento incide en el aumento de la violencia social, en la destrucción del paisaje y del territorio, en la inviabilidad del turismo como fuente de riqueza económica, en la degradación general de la vida cotidiana. Sabemos que no existe algo a lo que podamos denominar ‘inteligencia colectiva’. Porque de lo contrario haría ya tiempo que nos habríamos preocupado por replantear las bases económicas y convivenciales de nuestra sociedad, como única posibilidad de garantizar un mínimo futuro para las generaciones venideras. Pero no, las preocupaciones colectivas no van más allá de la jornada de fútbol de la próxima semana. Ahora el discurso de la crisis lo justifica todo, pero en los últimos tiempos, años de vino y de rosas, entregados como estábamos a la orgía consumista, nadie pensaba que este rumbo nos llevaba a un callejón sin salida.
Siempre me habría gustado tener la posibilidad de preguntarle a un responsable político, con competencias en ordenación del territorio, qué proyecciones a veinte años vista tiene de nuestras islas. Nos hablará probablemente de los planes X o los planes Y, de estos o aquellos estudios técnicos (aunque contemplen puertos deportivos en municipios sin costa o barbaridades por el estilo), o de las mega-infraestructuras de turno. Pero sus preocupaciones suelen ser mucho más perentorias. No van más allá de la próxima cita electoral. Y así nos va.
Un alto porcentaje del territorio de las islas está protegido. Vale. Pero terminará convirtiéndose en el jardín trasero del último residencial en ofrecer “inmejorables vistas”. A base de olvidarnos de lo urgente, de aquello que de verdad compromete nuestra propia supervivencia, el “lado oscuro de la fuerza” gana terreno cada día. Un día veremos al senador Palpatine dando una vuelta por este lejano rincón de la galaxia.

miércoles, 3 de junio de 2009

Cine a solas (2) El Gran Dictador

Si me preguntaran (por cierto que hasta ahora nadie lo ha hecho) qué película es mi preferida no lo dudaría demasiado: “El Gran Dictador” de Charles Chaplin. Ya sabemos que las más valoradas son “Ciudadano Kane” y “Casablanca” pero un pequeño número de irreductibles pensamos que “El Gran Dictador” (1940) tiene todo lo necesario, si no desde un punto de vista puramente formal, sí desde cualquier otro punto de vista para encabezar cualquier top ten. Como docente considero una obligación mostrar cada año esta película a las distintas promociones de alumnos. Debo confesar que después de tantos visionados estoy más pendiente de la reacción del alumnado en los momentos claves que de la película misma. Mirándolos de reojo compruebo que la gran obra de Chaplin sigue siendo actual. Y eso que después de anunciarles una película en blanco y negro y del año 40 siempre se empieza con un auditorio en contra. En todos estos años he visto chicos que ríen y lloran, que comparten los avatares del barbero y de Hanna (¡qué buena pareja hacían Chaplin y Paulette Goddard!) y que terminan desarrollando una mezcla de lástima y repulsión por Hynkel y sus secuaces. Creo que el nivel de empatía que muestran con la película podría considerarse como un indicador de su grado de sensibilidad general o, me atrevo a decir, de su grado de inteligencia emocional. Casi siete décadas después continúa conmoviendo al personal, su mensaje humanista mantiene toda su fuerza, su parodia del fascismo nos sigue previniendo de tantas tentativas. El discurso final, aunque con las licencias evangélicas propias de la época, sigue siendo uno de los más bellos discursos pacifistas que pueden verse y oírse en el cine de todos los tiempos. Es, al igual que “Tiempos Modernos”, una película imprescindible. El Chaplin de estas dos películas alcanza una dimensión heroica. La edición que poseo (MK2 editions) adjunta un dvd con extras impagables. Entre éstos destaca una recopilación de escenas del rodaje en color, sobre todo del baile en honor de Napoloni y de la tarima desde la que el barbero, disfrazado del dictador de Tomenia, dará su discurso dirigido a la humanidad. Es sorprendente y al mismo tiempo emocionante poder asistir como por el ojo de la cerradura a un mundo que nos está vedado. Los uniformes de gala de mil colores, las banderas rojas descaradamente filo nazis, los decorados de cartón piedra, aparecen como surgidos de un universo paralelo. ¡Qué gran regalo nos hizo Chaplin!

martes, 2 de junio de 2009

El Cazador de Libros (3) Feria del Libro de Santa Cruz

Llevo tiempo intentando imitar a un conocido mío quien siempre por estas fechas coge una enorme maleta vacía y dos o tres mudas de ropa interior y emprende rumbo a la Feria del Libro de Madrid. Después de un fin de semana agotador regresa con el maletón hasta los topes. Mientras tanto, hay que intentar hacer un esfuerzo de imaginación para transmutar el Parque García Sanabria por el Parque del Retiro. La XXI Feria del Libro ha congregado a unos 40 expositores entre librerías, editoriales e instituciones. La impresión general es la de una feria correcta, en línea con el tamaño y el (escaso) consumo cultural de esta isla. Sin embargo, después de visitar los stands queda una sensación más bien como de feria de saldo (cosa que no estaría mal si ese fuera el tema). Parece que o bien los fondos de las librerías no se han renovado en demasía o bien están tratando de aligerar existencias. Entre esto y la excesiva abundancia de material superventas no queda mucho por destacar. Con todo, siempre es posible dar con libros interesantes. Paso a relatar el resultado de la cacería.
“Celso Martín de Guzmán, en memoria” En Revista Temas (Cueva Pintada 008). Una revista monográfica editada por el Museo Arqueológico Cueva Pintada de Galdar en homenaje al que fuera el gran impulsor de este proyecto. La revista, con papel extragrueso, está muy bien editada y hace honor a uno de los mejores complejos arqueológico-museográficos de Canarias.
“Los huesos de Descartes” de Russell Shorto (Duomo 2009). La muerte de Descartes en 1650 (Estocolmo) siempre ha estado rodeada de polémica. Tengo entre los libros a conseguir una obra del médico alemán Eike Pies “El homicidio de Descartes: documentos, indicios, pruebas” donde sostiene que fue envenenado con arsénico. El azaroso destino posterior de sus restos dio lugar a un filo-thriller apasionante.
“El desarrollo del pensamiento político de José Ortega y Gasset” de Domingo Fernández Agis (Idea, 2007). Para algunos se trata de un autor menor si se lo compara con el contexto europeo de su tiempo. Pero, al fin y al cabo, un mérito indudable de Ortega fue el de poner a España en el mapa filosófico del momento.
“Vicki Penfold” de Alvaro Ruiz Rodríguez (Gobierno de Canarias 2006). La colección “Biblioteca de Artistas Canarios” es un proyecto editorial que ha dado un magnífico resultado. Una de las últimas incorporaciones al catálogo ha sido esta artista de origen polaco afincada desde 1967 en Puerto de la Cruz, Tenerife. Una artista polifacética que hay que conocer.
“Eduardo Westerdahl. Suma de existencia” de Pilar Carreño (IODACC 2002). La figura de Eduardo Westerdahl está íntimamente unida a la Gaceta de Arte y la eclosión surrealista en Canarias. En los últimos años afortunadamente hemos asistido a la reivindicación de su figura, tal y como hace Pilar Carreño con este libro homenaje en el centenario de su nacimiento.
“Tenerife, la isla surreal” (O. Domínguez / Juan Ismael) (Gobierno de Canarias 1997). Siguiendo con el arte canario contemporáneo nos encontramos con este catálogo dedicado a la exposición que, auspiciada por el Cabildo de Tenerife, recorrió hace más de una década varias salas de la isla.
El stand de la Universidad de La Laguna nos sorprende positivamente regalando varios libros y cuadernillos de su Servicio de Publicaciones. Pude hacerme con los siguientes:
“Conversaciones, reflexiones sobre el arte contemporáneo de Canarias. Eduardo y Maud Westherdal” de Maribel Nazco (ULL 2007).
“Pensar por sí mismo: sobre los libros y la lectura” de Arthur Schopenhauer (ULL 1999) Separata del libro “Pensamiento, palabra y música”.
“Crónicas marítimas de un isleño” de Juan Padrón Albornoz (ULL 2009)
“La Música Culta en Canarias” de Rosario Alvárez (ULL 2008)
Me interesó, aparte de las ya conocidas, la Librería Alfaro, al tratarse, me entero hablando con la encargada, de un Café-Librería situado en la Calle Dean Palahi en La Laguna. Dada mi afición por esta afortunada combinación habrá que pasarse algún día.
Con el objetivo de rematar la faena decidí pasarme por una conocida librería de Santa Cruz que posee, además, una sección de saldo. Después de algo más de un año compruebo con pesar que apenas ha llegado material interesante desde entonces. Pese a ello hago dos adquisiciones:
“El 18 Brumario de Luis Bonaparte” de Karl Marx (Alba 2005). Un conjunto de artículos periodísticos donde Marx pone en juego su análisis materialista en relación a los acontecimientos vividos en Francia a mediados del siglo XIX.
“Picabia” de Alain Jouffroy (Kliczkowski 2002). Un pequeño manual de este pintor incalificable (llamémosle dadaísta) publicado en una curiosa editorial.
Siempre termino con el mismo propósito: ¡el próximo año a la Feria de Madrid!