miércoles, 30 de diciembre de 2009

El cazador de Libros (8) Cuento de Navidad

Dedicado a Alondra Sepúlveda.

Siempre que hablamos de un 'Cuento de Navidad' solemos asociarlo a la inmortal obra de Dickens (y más ahora con nueva adaptación cinematográfica en la cartelera) pero en esta ocasión traemos a colación una de las obras del escritor dominicano Juan Bosch. He de confesar que este autor me era hasta hace unos días completamente desconocido y que el descubrimiento se lo debo a una de mis (muy reciente) antiguas alumnas, la también de origen dominicano Alondra Sepúlveda. Alondra nos sorprendió gratamente con una de estas apariciones sorpresivas por el instituto recién llegada de la República Dominicana donde estudia Medicina. Me precio de tener buen ojo para detectar al personal con alto potencial de sensibilidad y curiosidad intelectual, de ese que tienen para uno un efecto similar al prozac y sin contraindicaciones. Y no había que ser demasiado atento para llegar esta conclusión con una alumna que te asaltaba por el pasillo a la pregunta de: ¿dígame qué novela le ha gustado más de las que se ha leído? -tremendo aprieto- o que podía acompañar las clases con los atinados comentarios (a pesar de su natural timidez) de alguien que se está abriendo paso en el mundo de la lectura, entre otras cosas. Pues bien, Alondra tuvo el detalle de regalarme este libro de Juan Bosch -pues pertenece al club de los que saben que mejor regalo no se me puede hacer.
“Cuento de Navidad” es una obrita escrita en 1956 muy singular y entrañable. Juan Bosch relata el conocido episodio de la Anunciación y la Epifanía pero lo hace desde una perspectiva absolutamente personal. El dios de “Cuento de Navidad” es un dios bondadoso pero, al mismo tiempo, caprichoso y dotado de un cierto humor caribeño, tiene larguísimos periodos de sueño que duran siglos enteros (¿explicará esto “el silencio de Dios” que tanto preocupa a la curia vaticana?) debido a “los millones de años que estuvo creando mundos por ahí”. La Tierra es un mundo de locos y a este les envía un hijo suyo. Aunque se toma muchas licencias en sus reelaboraciones bíblicas, Bosch no llega al extremo de Saramago en su “Evangelio según Jesucristo”, libro que le llevara a auto-exiliarse en la isla de Lanzarote. Quizás lo más significativo es su intento por armonizar dos tradiciones cristianas distintas: los Reyes Magos y Papá Noel. A éstos los hace coincidir tanto en su presentación en Belén como en el episodio último donde se ven en el apuro de tener que atender a un niño mexicano que se quedó sin regalos. Se adivina aquí un mensaje claramente intercultural y un intento de tender puentes entre mundos, cosa que dota a este pequeño relato de una gran actualidad.
Aparte de ensayista y novelista, Juan Bosch (1909-2001) fue un político dominicano que sustituyó democráticamente al dictador Trujillo (siempre que oigo hablar de Trujillo no puedo dejar de acordarme de “La Fiesta de Chivo” de Vargas Llosa). Sin embargo, las reformas sociales que emprendió Bosch le enemistaron con EE.UU quien tramó un golpe de estado a los escasos siete meses de asumir el poder (suena conocida esta historia ¿verdad?). Me entero por Alondra que Juan Bosch está considerado en la República Dominicana como el paradigma de político honesto y un escritor que hizo méritos suficientes para obtener el nobel. Habrá que seguir leyéndolo.

PD: ¡Feliz 2010 a los seguidores y seguidoras de este blog! ¡Seguiremos trazando nuestro devenir con la mayor de las complicidades!

sábado, 26 de diciembre de 2009

Pasión por la música (6) De Adorno y Mahler

Dedicado a Joaquín Lázaro Cebrián.

Todos sabemos que cuando dos aficionados a la música clásica se encuentran la experiencia suele terminar como la sección de percusión en la obertura '1812' de Tchaikovski. Pero si, además, ambos comparten pasión por Mahler la cosa adquiere tintes sectarios. Tal cosa me acaba de pasar con un valenciano afincado en Barcelona, Joaquín Lázaro. Por esas casualidades de la vida, una conversación de circunstancias derivó hacia la cuestión musical y ahí encontramos ese suelo común que pisamos muchos. Joaquín es un abonado desde hace años a la Orquesta Sinfónica de Barcelona y me comentaba que desde su asiento privilegiado podía observar algo que para él era esencial: el rostro del director mientras conduce la orquesta. Le gustan, con todo, los directores sobrios, los que dan indicaciones apenas con un leve gesto o una mirada. Nos reímos al pensar, como contraste, en el director de moda, el venezolano Gustavo Dudamel, tan dado a los aspavientos. Sin embargo, la feliz coincidencia llegó a su extremo no sólo con nuestra pasión mahleriana sino, encima, por nuestra devoción por su 2ª sinfonía. Después de hacer un intenso repaso por los momentos más significativos de esta sinfonía le comenté que estaba interesado en adquirir un libro que el gran filósofo y musicólogo francfurtiano Theodor Adorno había escrito sobre Mahler. Nada más de vuelta a Barcelona, ni corto ni perezoso, me envió un tomo (el número 13) de las obras completas de Adorno que Akal publicó el pasado año (además incluye un ensayo sobre Wagner y otro sobre Berg). El gran filósofo alemán (fotografía de arriba), que desde su puesto en el “Instituto para la Investigación Social”, adscrito a la Universidad de Francfort, desarrollara en compañía de Max Horkheirmer la famosa e imprescindible 'Teoría Crítica' de inspiración marxista, valoró de joven dedicarse a la música como compositor. Siempre se sintió cercano a las vanguardias y llegó a componer música atonal. Combinó posteriormente su decisiva faceta como filósofo con la de musicólogo y, de hecho, al final de su vida se encontraba desarrollando una teoría estética en la que la música, como no podía ser menos, desempeñaba un papel fundamental. He correspondido a esta atención por parte de Joaquín con el envío del volumen “Recuerdos de Gustav Mahler” (El Acantilado, 2007), escrito por su esposa, Alma. Un volumen que contrasta con los sesudos análisis de Adorno pero que constituye el primer testimonio escrito sobre el compositor. Alma María Schinler es una de las grandes testigos del ambiente intelectual europeo del final del siglo XIX y principios del XX, sobre todo a través de sus sucesivas relaciones con el arquitecto Gropius, el pintor Kokoschka y el novelista Werfel (casi nada). Me acordaré de Joaquín la próxima vez que pinche la 2ª de Mahler.

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Catalejo (7) El abismo de Copenhague

La cumbre de Copenhague ha devenido en abismo. Aunque pocos tenían grandes esperanzas de que de este macro evento fuera a salir algo serio el resultado final ha producido una indignación generalizada. Quizás, aprendiendo de Kioto, han optado por no crear espectativas que no se iban a cumplir. Quién sabe. Pero lo cierto es que casi con toda probabilidad la humanidad ha perdido el último de los trenes hacia alguna parte. Frente al crecimiento del PIB, las tasas de consumo, las balanzas comerciales, etc, el control de las emisiones no deja de ser un engorroso inconveniente. No voy a dedicarle mucho espacio a la “crónica de una muerte anunciada”. Sólo voy a atreverme a recomendarles un libro a nuestros dirigentes mundiales, aunque sabemos que las múltiples formas de depredación del planeta les debe tener muy ocupados. Se trata de “Colapso” de Jared Diamond (Mondadori 2006). En este libro el autor expone el caso de pueblos y civilizaciones que han desaparecido en el pasado debido a la destrucción de su medio natural (los mayas, indios anasazi o la Groenlandia noruega, entre otros casos). La cuestión es que ahora nos enfrentamos a un colapso a escala planetaria. Pero no parece que esto preocupe seriamente al personal. Solamente Hollywood parece sacar partido de esto a base de películas de carácter catastrófico. Así que el tan mentado cambio climático está pasando a engrosar la ya abultada lista de fenómenos pertenecientes al orden de la realidad virtual.
La revolución verde pendiente no vendrá (si es que tal cosa llegara a producirse algún día) del entramado político-empresarial. Vendrá de una ciudadanía que tendrá que empezar a renunciar a ciertas cosas para ganar otras. Por mi parte, si esto vale de pequeña aportación, no compro en ciertas tiendas de manofacturas orientales cuyos países se pasan por el arco de triunfo cualquier criterio de calidad ambiental y laboral. En realidad, lo verdaderamente efectivo sería que reduciésemos nuestro consumo a lo justo y necesario. Pasar de vivir para consumir a consumir para vivir. Tan sencillo (y tan complicado) como esto. Tal medida provocaría un colapso económico, evidentemente, puesto que nuestro modelo civilizatorio está basado en la hiper producción y el hiper consumo, pero sería la única acción efectiva que a la larga reduciría los efectos del cambio climático. ¿O no?

viernes, 18 de diciembre de 2009

Acción solidaria (9) Haidar y el termómetro moral.

Escribo desde la más profunda satisfacción por el final feliz de la huelga de hambre que iniciara Aminatu Haidar hace casi un mes. Francamente no me interesan los cambalaches de los gobiernos. Supongo que Marruecos no habrá accedido gratis, que aquel ministro habrá acordado no sé qué declaración conjunta con aquel otro o que los tomates marroquíes tendrán ahora mejores oportunidades de colocarse en los mercados europeos. La lección de dignidad, valentía y coraje moral que acaba de dar Aminatu Haidar no tiene precio. Lo que acaba de suceder ha tenido también una consecuencia paralela muy interesante: nos ha puesto el termómetro de la calidad moral de nuestra sociedad. Y cómo siempre el resultado es ambivalente. Es cierto que aún disponemos de importantes reservas de dignidad moral en algunos sectores de nuestra sociedad pero también es verdad que cualquier avatar que le ocurra a algún astro del fútbol moviliza incomparablemente más recursos humanos. Para algunos Aminatu y la causa saharaui habrán pasado de un limbo difuso a un primer plano. Y eso ya es mucho. Para otros no ha sido sino una molestia protagonizada por una mujer árabe con pañuelo, de gesto adusto y pobre pronunciación española, que sufre de una incomprensible pataleta. Con estos poco hay que hacer, únicamente desearles que sean felices con las victorias de su equipo de fútbol y que consuman todo lo que sus tarjetas de crédito les permita, para solaz de la economía china.
Como punto y seguido de la lucha de Aminetu Haidar por la dignidad y la libertad les dejo con este enlace en el que podrán acercarse un poco más a lo que esta mujer representa.
http://vimeo.com/7894916

lunes, 14 de diciembre de 2009

El Impertinente (11) ¡A consumir todo el mundo!

El artículo de la Revista Tangentes de este mes de diciembre no podía estar dedicado a otra cosa.
Escenas de la vida cotidiana: una persona abre las puertas de su ropero, que apenas encajan entre sí debido al volumen de ropa almacenada, y exclama angustiada: - ¡no tengo nada que ponerme!; un niño acostado en la cama de su habitación, rodeado de docenas de juguetes y cachivaches, le recrimina a sus padres: -¡me aburro!; un joven que hace apenas unos meses se ha comprado la última maravilla del mundo informático, y del cual no aprovecha ni el 5% de su capacidad, entra en una profunda desesperación cuando se entera de que el nuevo equipo que saldrá dentro de poco tiene un procesador no se sabe cuántas veces más rápido que el suyo e incluye nuevas virguerías mediante las que puedes contemplar una pecera virtual mientras juegas al penúltimo videojuego hiperrealista que te salpica con imitaciones de vísceras (¡imprescindible!).
Estos son unos ejemplos, entre otros muchos posibles, de lo que podríamos llamar ‘psicopatologías’ de nuestra sociedad hiperconsumista. La acumulación de objetos sin sentido no genera sino más frustración en el individuo. Es la forma de alienación más extendida en las sociedades tardocapitalistas. Hemos dejado de ser personas para convertirnos en consumidores que, en función, de su renta somos objeto de disputa entre miles de empresas que tratan de ‘fidelizarnos’, seducirnos con premios y ofertas y que no dudan en despertarnos con una llamada de teléfono en plena siesta para ofrecernos promociones irresistibles.
La cosa pública ha quedado prácticamente reducida al paseo/encuentro en el mega centro comercial. En éstos se confunde intencionadamente lo público con lo privado al servicio del consumo. Cuando uno pasea por una galería de un gran centro comercial cree estar en realidad en la calle mayor de un pueblo. Esta ilusión óptica favorece la tendencia a consumir de una manera casi natural. Como muy bien expusiera José Saramago en su novela “La Caverna” la plaza pública, el ágora de los antiguos griegos, es hoy en día el centro comercial. En ella pasamos gran parte de nuestra vida social, paseamos, nos encontramos con vecinos y conocidos, pasamos nuestros ratos de ocio, aparcamos el coche gratuitamente y, fundamentalmente, compramos miles de cosas que no necesitamos. Pero ésta no deja de ser una “caverna” (siguiendo el mito platónico): un lugar de sombras donde nada es lo que parece, donde el individuo está atado por las cadenas de la ignorancia y la manipulación.
Ahora que la fastidiosa crisis parece amargar la existencia del anteriormente feliz consumidor aparecen nuevas formas de canalizar ese impulso. Es el tiempo de las baratijas, de los menús a 1 €, del pague uno y llévese tres. Aquellas pequeñas tiendas de bagatelas chinas ahora son auténticas naves industriales donde la gente puede satisfacer sus ansias de acumular objetos inútiles a precios bien reducidos. En realidad el Síndrome de Diógenes está más extendido de lo que parece. Ahora que llega la cada vez más adelantada Navidad, el tiempo de consumo por excelencia, la fiebre del personal empieza a crecer por momentos. ¡Olvídese de sus problemas! ¡haga caso omiso del estado de sus tarjetas de crédito! ¡ignore la situación de sus pagos bancarios! ¡pase por encima de su estabilidad o situación laboral! ¡Consuma -si puede- y sea feliz!
Todos estos comportamientos no son sino una expresión más del profundo vacío existencial que se extiende por nuestra sociedad. Se trata de no pensar, de comprar compulsivamente para tener algo que hacer en esos periodos en los que ni se estudia ni se trabaja, ni se ve la televisión ni se está enganchado a algún entretenimiento audiovisual, en los ratos libres en los que corremos el riesgo de toparnos con nosotros mismos. Y mientras tanto siempre habrá alguien que haga caja a costa de nuestra desesperación.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Acción Solidaria (8) Haidar como símbolo

Siempre he creído en una escuela conectada con el mundo que le rodea. Esto es, con una escuela viva, forjadora de ciudadanía. La lamentable situación que está viviendo Aminatu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote nos obliga -al menos así lo creemos algunos- a explicar las claves de este drama a nuestro alumnado. Unas claves complejas que hunden sus raíces en la desastrosa retirada de España del Sáhara Occidental y la ocupación marroquí. En la diáspora del pueblo saharaui, los años de lucha, el atropello sistemático de los Derechos Humanos por parte del ocupante, del juego de intereses geo-estratégicos, etc. Y en todas estas surge una mujer que dice '¡basta!' y antepone su dignidad como persona a cualquier otra consideración hasta el punto de jugarse la vida en ello.
He podido comprobar el estupor de muchos de mis alumnos ante el hecho de que alguien pueda ponerse en huelga de hambre por estas reivindicaciones, que anteponga esos criterios a la posibilidad de volver a ver a sus hijos... Es lógico que nos pueda resultar una posición hasta cierto punto incomprensible. Sobre todo a nosotros, que vivimos (con sus más y sus menos) en un país democrático, en el que como ciudadanos estamos sujetos al imperio de la ley y no a la voluntad de un autócrata, que, ante cualquier atropello podemos acudir a tribunales independientes. Sin embargo, para alguien que ha conocido la cárcel por motivos políticos, que ha sido torturada y perseguida, que se encuentra permanentemente desprotegida y desprovista de derechos elementales empieza a resultar explicable esta actitud tan extrema.
Aminetu Haidar se ha convertido, muy a su pesar y al nuestro, en un símbolo de la lucha por los Derechos Humanos. Muchos queremos que siga siendo un símbolo, pero un símbolo vivo. Porque estamos escasos en el mundo de personas de tal altura moral y, precisamente, porque su actitud está poniendo de manifiesto como, a pesar de tanta palabra hueca, la lucha por la dignidad humana está al final de la lista de prioridades de unos países y de otros. Estoy convencido de que las personas de bien, que no son pocas, tenemos el deber de estar a la altura del reto que Aminetu ha lanzado al mundo. Porque Aminatu luchando por su dignidad está luchando también por cada uno de nosotros.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Acción Solidaria (7) Aminetu Haidar

Cada vez estamos menos acostumbrados a asistir a lecciones de coraje y dignidad moral, sobre todo en estos tiempos en los que se impone mirar para otra parte mientras no me toquen el bolsillo. Eso es lo que está haciendo Aminetu Haidar. Supongo que ya es un tópico recurrir a la comparación con Gandhi. Pero no cabe duda que esta mujer saharaui se ha inscrito en la nómina, y no sólo por este gesto, de los grandes luchadores por los derechos humanos. Su desafío no es sólo a dos Estados, enfrascados en sus tiras y aflojas político-económicos. Es un desafío frente al olvido, la desidia y la ignominia que ha envuelto los últimos años de la causa saharaui. Esos años en los que Marruecos decidió que ese territorio debía convertirse en su patio trasero con la tácita complacencia de una España que bastante tenía con sobrevivir a sí misma. La actitud de Haidar ha destapado las vergüenzas de unos y otros, las “razones de Estado” que tan poco tienen de humanas y las contradicciones de un gobierno español que juega a ponerle una vela a Dios y otra al Diablo.
La posible muerte de Haidar sería la muerte de una voz imprescindible. Aminetu, pese a haber recibido el Premio Juan Mª Bandrés a la Defensa de los Derechos de Asilo y Solidaridad con los refugiados, el premio Silver Rose Award 2007 del Parlamento Europeo o el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy no es una diva de las causas humanitarias. Es una mujer que ha sufrido en su propia carne las penalidades de la cárcel y de la tortura por su activismo político. Que sabe lo que son vejaciones y humillaciones por negarse a aceptar la dominación marroquí. Que una mujer quiera reunirse con sus hijos sin tener que aceptar el estado actual de cosas, que anteponga la dignidad a cualquier otra cosa y que esté dispuesta a poner en juego su vida para ello refleja las profundas convicciones de esta persona.
En contraste con esta actitud tenemos las recientes declaraciones del cónsul de Marruecos en Canarias quien exige de Aminetu que pida perdón al Rey Mohamed V y acepte el vasallaje como buena súbdita del reino marroquí. Si no fuera por la fecha del periódico uno podría pensar que se trata de un episodio propio de la Edad Media (aunque ya se sabe que esto de los periodos históricos es algo muy laxo). ¿Y Canarias? Me remito igualmente, puesto que yo no lo diría mejor, a las recientes declaraciones de José Saramago después de visitar a Haidar en el aeropuerto de Lanzarote.”Cuando se me habla de los canarios pienso que deberían preocuparse más de sus islas, donde se producen fenómenos de corrupción que avasallan y que no despiertan aquí, parece, demasiada preocupación. Si no se preocupan por lo que sucede en su casa ¿cómo van a preocuparse de manera eficaz de lo que sucede en el Sáhara, por muy cerca que esté? (...)” (El País. 04.12.2009). A esto hay que añadir que la Consejera de Turismo del Gobierno de Canarias lamentaba la imagen que esta situación da de las islas de cara al visitante extranjero que pasa por el Aeropuerto de Guacimeta. Tenemos lo que nos merecemos. Pobre Aminetu, con la de aeropuertos que hay en el mundo...

martes, 1 de diciembre de 2009

Cine a Solas (7) Herencia del viento

Como profesor suelo recomendar a mi alumnado libros, música, películas... sobre todo aquellas que no suelen estar a merced de la dictadura de lo efímero. Pero cuando una de estas recomendaciones viene de una alumna mi entusiasmo se redobla. En efecto, hace unas semanas, en plena clase, dentro de la ya clásica polémica creacionismo versus evolucionismo, una de mis alumnas me recomendó la película “Herencia del viento” (1960). He de confesar que no había oído ni hablar de ella. Y dado que esta alumna es una fuente de todo crédito me apresté a comprarla por internet (debo ser de los pocos incautos que aún prefiere comprar originales que descargarse esto o aquello). Una vez recibida la película no tardé en disfrutarla. Porque, efectivamente, es una película para gozar durante dos horas.
El argumento es relativamente simple: en un pueblo ultracristiano, de la (suponemos) “américa profunda”, un profesor de instituto es acusado de violar una ley de su Estado que prohibe enseñar las tesis evolucionistas. En el posterior juicio es defendido por un adalid de los derechos civiles (Spencer Tracy) frente a un integrista cristianos (Fredich March). Por cierto, como suele decirse en estos casos, asistimos a un tremendo duelo interpretativo entre estos dos actores. El contrapunto lo pone un periodista cínico con un toque nihilista (Gene Kelly -del que, por cierto, soy un fan de sus grandes películas musicales de los años 40) que hace profesión de fe de su ateísmo militante.
El director, Stanley Kramer, con fama de liberal, reprodujo el modelo de Herencia del viento, en una de sus películas posteriores de más renombre, “Vencedores o vencidos” (1961). Ambas pertenecen a ese género tan americano de los grandes dramas judiciales. Esos que nos han transmitido una idea de la justicia como un espectáculo lleno de efectos y giros imprevistos y que tan poco tiene que ver con el sistema judicial español.
En la pugna entre el defensor del derecho del profesor a impartir una teoría científica y el que proclama que la Biblia es la única fuente de verdad se resume esta larga historia de la lucha entre la razón y el fanatismo. En esto entronca con mi último comentario en esta sección, “Cine a solas”, en la que hablaba de Ágora, la última película de Alejandro Amenábar. En los últimos siglos hemos progresado algo: a diferencia de la época de Hipatia o en los tiempos de la Inquisición ya no se masacra o se asa al grill al hereje, ahora se le pone una multa o se le somete al escarnio público por parte de los defensores de la fe revelada. Al igual que en “El nombre de la rosa” (1986), la magnífica adaptación de la novela de Umberto Eco, se deslizan algunos comentarios que ilustran la tradicional oposición entre fe y razón. “El camino de la ciencia es el camino de las tinieblas” proclama el fiscal, del mismo modo que el abad Jorge en la película de Jean Jacques Anaud sentencia que investigar es una herejía puesto que supone ir más allá de lo que la Biblia sostiene. La gracia de este asunto es que, como todo el mundo sabe, esta polémica sigue siendo de total actualidad y no son pocas las escuelas norteamericanas que pretenden equiparar el creacionismo con la Teoría de la Evolución, obligando a que ambas se impartan en un régimen de igualdad y en el que, al final, el alumno debe eligir como si se tratara del juego del pito-pito-colorito. Como ya llevamos algunos años de incontestable pruebas científicas, los creacionistas han abandonado las interpretaciones literales del génesis y ahora se han reconvertido en seguidores de la Teoría del Diseño Inteligente (más de lo mismo pero en versión sofisticada). Así que “la batalla de Dios” (tal y como proclama el pastor del pueblo) sigue en pie protagonizada por nuevas generaciones de cruzados. Ojo avizor, eso sí, no sea que en un plis plas nos veamos en la misma tesitura en nuestras escuelas.
De todos modos, y como una concesión al americano medio, la película al final contemporiza un poco. El abogado defensor, el magnífico Spencer Tracy, le da un cierto repaso al periodista ateo, que se maneja como un personaje carente de toda compasión. Al final de lo que se trata es de la libertad de expresión, de pensamiento y de la idea de progreso (que no es poco). Si no fuera porque es una película en blanco negro, de 1960 y donde la mayoría de la trama transcurre en una sala judicial y se basa en un constante duelo dialéctico entre los protagonistas (osea que posee todos los ingredientes para que el alumnado salga corriendo) la convertiría en una cita obligada para todos mis sufridos alumnos.