miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Cazador de Libros (11) ¡Harpo habla!

Aunque aún no lo he terminado, lo que llevo leído de este libro es más que suficiente para recomendarlo de manera exultante. Así que, por fin, ¡Harpo habla! (Seix Barral 2010). Hacía muchos años que estas memorias de Arthur Marx no se reeditaban. Es motivo de celebración, por tanto, para la legión de incondicionales de los Hermanos Marx, entre los que, por supuesto, me encuentro. Este libro viene a corroborar algunas cosas que intuíamos. Sobre todo que en el caso de los Hermanos Marx no había una distancia significativa entre los personajes que representaron y las vidas que vivieron fuera de los escenarios. Groucho tenía un punto de intelectual atormentado, Chico era un buscavidas ingenioso que tenía una habilidad innata para meterse en problemas y Harpo era, sencillamente, un tipo ingenuo y perspicaz al mismo tiempo (Gummo y Zeppo fueron más bien anecdóticos). Este grupo fue el producto de la personalidad insistente y arrolladora de la madre que los parió, Minnie. Fue también obra de las circunstancias, de la pobreza y de la necesidad de agudizar el ingenio ante la adversidad. Fueron un grupo de autodidactas que empezaron a triunfar cuando dieron rienda suelta a su ingenio e hicieron volar por los aires las pautas del vodevil y la comedia musical.
Claro que para llegar a gozar de la fama tuvieron que hacer miles de kilómetros recorriendo todos los antros de la Norteamerica profunda, comiendo basura, durmiendo en hostales llenos de chinches y soportando las estafas de los empresarios y el desprecio del público. Toda una escuela de calor. El caso es que Harpo sí sabía hablar. No éramos pocos los que pensábamos en nuestras primeras experiencias con el universo de los Marx que Harpo era el “pobre mudo” de la familia y al que seguramente “le faltaba un agua”. Harpo tenía una voz atiplada y en sus primeras representaciones le aconsejaron que mejor se quedaba calladito. Así que Harpo desarrolló un estilo entre clown, mimo y salvaje desatado que se convirtió en un mito. Lo de Harpo fue una cosa verdaderamente especial. Fue, quizás, del trío de hermanos el que llevó a la postre una vida más serena. Como él mismo decía dejó de estudiar a los ocho años y al final, y para su propia sorpresa, muchos intelectuales, escritores y prebostes de todo tipo venían a pedirle consejo. La bocina, la peluca, la super gabardina, el gag de dar el pie en vez de la mano, van a apareciendo, página tras página, en este libro delicioso. Hágase un favor y regaleselo o regálelo (no tengo comisión alguna con Seix Barral, por cierto).
Qué mejor que acabar el año hablando de libros. ¡Feliz 2011! Que sea el año en el que las desigualdades, las injusticias y el libro electrónico retrocedan y que triunfe de una vez la sensatez.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Acción Solidaria (8) Infancia desprotegida de Tenerife

Hace unos años tuve la oportunidad de conocer el funcionamiento de una parte de la Unidad de Infancia del Cabildo de Tenerife. Coordinaba en Tenerife un proyecto que llevábamos conjuntamente la Consejería de Educación y la Consejería de Bienestar Social del Gobierno de Canarias, el Foro Canario de la Infancia. Un proyecto de educación en ciudadanía de los niños, inspirado en cierto sentido en las experiencias que Tonucci llevaba a cabo en Italia. Cuando empezamos a intentar implicar a los cabildos insulares en el proyecto entramos en contacto con esta área del Cabildo de Tenerife. Allí pude conocer a un grupo de gente joven entusiasta que llevaba a cabo su trabajo en un ámbito muy delicado, sensible y estratégico, la intervención y prevención en materia de menores en situación de desamparo. Gente muy profesional y comprometida con su trabajo.
Durante los últimos años se fueron desarrollando en Canarias recursos y estructuras que trataban de dar una respuesta a la creciente problemática social, sobre todo en el ámbito de los menores, propia de una sociedad fuertemente desequilibrada y desestructurada como la nuestra. Este personal, que ahora se ve avocado al despido masivo, representa una inversión estratégica en un medio donde se requiere profesionales formados y, especialmente, comprometidos. Los recortes que el Cabildo va a llevar a cabo en esta área supone un desmantelamiento más de recursos esenciales, otro que sumar a la larga lista que llevamos en estas ínsulas a la deriva.
Como profesor he podido observar el mismo fenómeno en nuestro sistema educativo (por no hablar del sanitario, que clama al cielo). Estoy convencido de que más allá de la falta de recursos económicos, mantra que hoy en día lo justifica todo y que parece contar con numerosos palmeros, se esconde un objetivo de mucho mayor alcance: el desmantelamiento del Estado del Bienestar, del que empezamos a dotarnos en Canarias antes de ayer. El entramado político-empresarial que dirige estas islas hace tiempo que decidió, en consonancia con los nuevos vientos ultraliberales que recorren el orbe, que lo público es oneroso y prescindible. En realidad no es una cosa nueva. La diferencia es que ahora quienes tienen la sartén por el mango cuentan con una gran coartada: la crisis -palabra mágica que sirve para que los de siempre se queden en el paro y otros (también los de siempre) sigan ganando dinero a espuertas. Oímos, sin embargo, a nuestros afamados políticos asegurarnos que en la actual situación las políticas sociales son las prioritarias. Hay que preguntarse qué entienden, entonces, por políticas sociales. Me temo que la cosa no va más allá de derivar dinero a los comedores sociales o subvencionar a entidades benéficas para que repartan bolsas de ropas y alimentos entre la legión de necesitados que empieza a desbordar todas las previsiones (cosas que son muy fotografiables, rápidas y mediáticas). Y esto hay que hacerlo, desde luego, pero no únicamente. Me recuerda a aquella propuesta del nefasto Bush hijo quien hablaba del Estado Compasivo (en vez del Estado del Bienestar) que no era otra cosa que promover la organización de tómbolas entre los ricos para repartir algunas migajas entre los pobres.
Si hablamos de verdad de la prioridad de las políticas sociales en la actual coyuntura debe quedar claro que en el pack van recursos como éste y otros. Que son esos recursos los que también mitigan las dramáticas consecuencias de esta crisis y del enorme desfase económico, social y educativo acumulado históricamente en nuestras islas, que son recursos dispensadores de igualdad de oportunidades y que palían, con la que está cayendo, un más que previsible estallido social. Las cabezas pensantes de las distintas administraciones que ocupan hoy todo su tiempo en ver por dónde pueden seguir metiendo tijera, sin preocuparse si quiera por desarrollar proyectos y estrategias alternativas, deberían aplicarse un poquito en “repensar” este sistema y estas prácticas que son, precisamente, las que nos han metido en el atolladero.
Como docente, repito, he podido ver las consecuencias de estas políticas. Y ya no sólo porque nos hayamos quedados reducidos a mantener los centros con las puertas abiertas y poco más (mientras a la enseñanzas concertada se les subvenciona incluso proyectos de carácter meramente administrativo) sino porque las posibilidades de trabajo que tenemos con muchos de esos niños en situación de riesgo o con problemáticas socio-familiares de la más diversa índole y que están escolarizados se están viendo muy mermadas. Es habitual escuchar cómo desde los servicios sociales municipales se quejan de la falta de recursos y de personal para atender los casos que lejos de decrecer aumentan (paradójicamente al calor de la crisis). Si a esto le añadimos los recortes que el Cabildo quiere introducir en este ámbito la cosa es para echarse a temblar. En las escuelas también carecemos de los recursos y de la formación necesaria para atenderlos y nuestras limitaciones son aún mayores puesto que no solemos tener acceso a las familias ni intervenir en su entorno. ¿Qué panorama tenemos por delante? Un panorama desolador. Claro que eso no lo va a reconocer ningún político a escasos meses vista de las elecciones. Es más, cuentan con un poderoso aliado (y ellos lo saben): el adocenamiento e indolencia propia de nuestra sociedad y particularmente la canaria. Del mismo modo que a pocas personas en nuestras islas les importa de verdad la educación menos aún les importan los niños en situación de desamparo (que cada uno cargue con su vela y a mi que no me molesten). ¿Qué es eso de las políticas preventivas o compensatorias? Demasiado abstracto todo. Nada que pueda comprarse en un hipermercado. Y si hay un amago de conflicto que aparezca en los medios de comunicación ya quedará eclipsado con la próxima victoria del C.D. Tenerife (y si eso no ocurre que tal y como están las cosas es previsible, ya se inventarán otra cosa).

sábado, 25 de diciembre de 2010

El Catalejo (19) Un Belén chino

Alguien pensará que estoy obsesionado con lo chino. Y puede que no le falte razón. Hace unos días vi la típica conexión con Belén en un telediario para ver cómo se vivía allí los preparativos de la Navidad. La noticia terminaba con el lamento de los artesanos locales de quincallería religiosa por la invasión, cual plaga de langostas, de toda clases de objetos procedentes de China. Resultaba muy “curioso” observar belenes, cálices y figurillas de todo tipo con la ubicua etiqueta made in China. ¿No les parece terrible? En el fondo es el más vivo retrato del mundo que se nos avecina: el mundo de la estupidez, la falsificación, la sustitución y la negación globalizada. Pero "¡si es más barato!" - dirá alguno, en un arranque de aparente lógica desarmante. Evidentemente, querido descerebrado. Ahora bien, si a usted le preocupa un ápice el futuro medioambiental de nuestro planeta, el desarrollo de las economías locales, los derechos laborales de los trabajadores y un largo etcétera de cosas que no caben en un carro de supermercado tiene una posibilidad muy sencilla: en vez de tres cosas inútiles compre una sola.
China representa hoy la cara más extrema y perniciosa del capitalismo. Representa también una de las mayores paradojas de la historia: un país con un gobierno que se dice comunista, con la parafernalia propia de un país totalitario, entregado a las prácticas capitalistas más desaforadas, convertido en campeón de la desigualdad, la negación de los derechos sociales y laborales y muchas otras cosas que harían felices a los seguidores de Milton Friedman (el más ultraliberal de los economistas que ha parido facultad alguna). Si Marx levantara la cabeza se recluiría en alguna de las pocas comunas hippie que van quedando. Esa maquinaria está alimentada por una multitud zombificada de consumidores que necesitan llenar la cesta de miles de cosas absolutamente prescindibles, que creen haber hecho un buen negocio comprando duros a pesetas.
La verdad es que este nuevo "McMundo", como lo denomina el sociólogo Cayo Sastre en su más que recomendable libro de título homónimo (Los libros del lince, 2010), nos lleva a situaciones que si las analizamos fríamente terminan siendo descorazonadoras. Pongamos un caso. Ya se sabe de la inclinación de los católicos por la idolatría. Hasta donde sé las imágenes religiosas de culto suelen encargarse todavía hoy a imagineros de mayor o menor fama. Un trabajo de ese tipo suele ser caro y lleva su tiempo. ¿Por qué no encargar una Dolorosa, un Crucificado o un conjunto completo de la Sagrada Familia con burrito y vaquita incluido a una fábrica china? Seguro que lo fabrican en la mitad de tiempo y por la tercera parte del coste. Un poquito de agua bendita y ¡venga! ¡a adorarlo todo el mundo! No es que me importe demasiado pero “canta” un poco.
Ahora que toca rascarse el bolsillo, mire la etiqueta, por favor.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El Aula (14) Un festival, una reflexión.

Todavía tengo en mi retina los buenos momentos que vivimos ayer en el Festival de Navidad de mi centro, pese a una sonorización horrorosa y todas las limitaciones que hay que solventar en el medio escolar. Como tengo esta cosa enfermiza de hacer conexiones reflexivas a veces imposibles me he levantado hoy pensando en aquellas sensaciones que empecé a experimentar allá, más o menos, por el pleistoceno.
Cuando tenía diez años me encargaron que presentara el festival de fin de curso de mi colegio. En realidad me hubiera gustado más que me hubieran seleccionado para participar en la obrita de teatro que ponía el colofón del evento (un sainete costumbrista que hoy daría pavor a cualquiera) o participar del coro que cantaba “Clavelitos”. Fue mi primera intervención delante de un micrófono. Aunque me temblaban las piernas al final todo el mundo me felicitó. ¿Empezó ahí mi incontinencia verbal, mi pasión por un escenario? Ya saben a quién echarle la culpa. Al poco tiempo empecé a jugar a balonmano (más mal que bien) en el equipo del Colegio. Un equipo que en años anteriores había alcanzado mucha fama y del que teníamos la responsabilidad de emular en la medida de lo posible. El uniforme del equipo era azul y rojo, una combinación que nunca me gustó pero que, al fin y al cabo, era NUESTRO uniforme. Los sábados por la mañana cuando teníamos que jugar en otros centros salíamos con el pecho hinchado a la cancha aunque el rival nos pasara por encima. Teníamos un auténtico “espíritu de grupo”. Nos sentíamos un grupo especial, tanto respecto a quienes eran un curso mayor que nosotros como a los que venían por detrás. Seguramente los demás pensaban lo mismo pero en aquellos años no reparábamos en eso. Estas y otras cosas hizo que en muchas ocasiones estudiáramos juntos. Nos preocupaban las notas de los compañeros y nos echábamos una mano, sobre todo cuando llegamos a 3º de BUP y COU (lo que es hoy 1º y 2º de bachillerato), cuando la tormenta hormonal iba remitiendo y te dabas cuenta de que habían más cosas en el mundo. Cuando nos pusimos a organizar el viaje de fin de curso la cosa no fue tan bien. Nuestras tendencias anarquistas hacían que al final tuviéramos pérdidas en casi todo lo que montábamos. Así que el dinero que obtuvimos no nos dio para ir más lejos de la isla de La Palma. Con todo, fue un viaje memorable, el epílogo de muchísimos años de camaradería.
Una de las cosas que más pavor me daba era decepcionar a mis profesores. Sabía que esperaban mucho de mi y procuraba estar a la altura, sobre todo con aquellos con los que tenía un feeling especial. Todo lo que aprendí en el colegio (una etapa que abarcó de los cuatro a los diecisiete años) lo llevo, de una manera u otra, incorporado en mi. Pero aquellas cosas que viví, que tramé, con mis compañeros permanecen de una manera nítida en mi mente, como si hubieran ocurrido ayer por la tarde. El colegio cerró en 1994. Años después tuve la fortuna, junto con un amigo de toda la vida, Marcelino Martín, de escribir un libro sobre el mismo. La presentación de ese libro reunió a cientos de antiguos alumnos de todas las promociones. Allí no se hablaba de Física y Química, hay que reconocerlo, se hablaba de todas aquellas cosas que habían acercado a las personas, de amores y odios, de anécdotas y aventuras, de los lazos de amistad y del recuerdo de aquellos profesores que nos soportaron y nos dieron una palmada en el hombro cuando lo necesitamos, del afecto por aquella vieja casona canaria que albergaba aquel colegio tan singular en todos los aspectos. Toda una celebración de la vida.
Ahora, cosa de los años, tengo la ocasión de observar lo mismo desde el otro lado del escenario. Cuando contemplo como profesor los mismos lazos que se forjan en mis alumnos en el momento en el que se lanzan a montar un musical o una representación, cuando pongo cara de circunstancias en el instante en el que la cosa se empantana o los egos se desbordan, no puedo dejar de acordarme de que yo fui igual antes de que ellos nacieran y de que lo sigo evocando con un enorme cariño. Pienso que hay una enseñanza fundamental detrás de todo esto: las empresas y las soluciones son, muchas veces, proyectos colectivos.
Felicidades a todo el alumnado que montó unos número musicales de antología en el festival de nuestro centro, que sacrificó tardes y recreos y que nos hizo disfrutar durante un buen rato. Siempre he pensado que lo esencial de la educación es atemporal y que las cosas, sobre todo las buenas, se repiten.
¡Felices Fiestas a todos desde “La Inocencia del Devenir”!

lunes, 20 de diciembre de 2010

Pasión por la Música (7) Coral Reyes Bartlet

Acabo de pasar una hora en el cielo. Me explico. El concierto de Navidad de la Coral Reyes Bartlet (CRB), del Puerto de la Cruz (Tenerife), se ha convertido en una cita ineludible para los amantes de la buena música (perdón por el pleonasmo). En esta ocasión se daban varias circunstancias añadidas: un programa dedicado casi en su totalidad a Mozart, la participación de varias solistas entre los que destacaba Augusto Brito (quizás uno de los mejores bajos de Canarias), una formación musical de circunstancias, la KV Ensemble, que supo estar al nivel requerido, un director, José María de Vicente entusiasta y el hecho, muy significativo, de que este concierto conmemoraba el cuarenta aniversario de la CRB.
Tuve la fortuna de formar parte durante varios años de esta formación coral. En esos años aprendí y disfruté tremendamente. Conservo la mayoría de las partituras. Sobre todo aquellas de los conciertos sinfónicos-corales en los que hubiera pagado de buena gana por vivir semejantes momentos. Permitirle a un modesto aficionado adentrarse en un mundo como este no tiene precio. La pena es que carezco ya de la autodisciplina necesaria para encarar un proyecto con el nivel de exigencia que la CRB demanda. Sin embargo, esta experiencia me permite valorar con conocimiento de causa el esfuerzo, la ilusión y el talante perfeccionista que está detrás de un concierto de estas características. El director de la CRB, José Hijar Polo, ha sabido dotar a este conjunto de una personalidad propia, basada, sobre todo, en la búsqueda de la excelencia, en un sonido homogéneo, dotado de intensidad y delicadeza al mismo tiempo.
Como suele ser habitual el aforo, que llenaba casi en su totalidad la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, era mayoritariamente extranjero. El Puerto de la Cruz es considerado como el primer municipio turístico de Canarias, al menos cronológicamente. Hoy es un destino “maduro”, lo que en el argot profesional, significa “obsoleto”. Quienes vienen dándole vueltas a la cabeza sobre cómo reflotar este sector se empeñan en fórmulas trilladas. Un municipio como el Puerto de la Cruz, que comenzó su andadura ligado al turismo de salud, que tiene como clientela a visitantes de cierta edad y considerable formación, sobre todo el que procede del norte de Europa, debe considerar la Cultura como una apuesta estratégica. Un festival como "Mueca" (de teatro y perfomance en la calle) que estaba en pleno auge fue laminado, el espacio que hacía las funciones de sala de conciertos, el Parque San Francisco, está en ruinas, y una coral como la Reyes Bartlet tiene serios problemas para subsistir (haciendo un decálogo de urgencia). Parece que más allá de la parranda y la cosa cachanchán se agota la imaginación y la voluntad política. Ese público extranjero del que estaba rodeado, como decía, es un público atento, formado y exigente. Esa supuesta frialdad de la que algunos hablan no es sino respeto hacia los artistas y comunión con la música. La mejor prueba del éxito del concierto fue ver a la mayoría del auditorio puesto en pie aplaudiendo con ganas.
Quizás la desgracia de la CRB sea estar ubicada en lo que, al fin y al cabo, no deja de ser, con perdón, un pueblo. Resulta raro encontrar formaciones de esta naturaleza, capaces tanto de montar una misa de Mozart con una orquesta de cámara como de colaborar en un “Ivan el Terrible” nada menos que con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, por poner solo unos ejemplos, que no estén ubicadas en alguna capital o ciudad de gran entidad. El Puerto de la Cruz es una ciudad de unos treinta mil habitantes, tan aquejada por el desolador panorama que pinta el informe PISA como cualquier otra. Pese a esto, la labor educativa que viene haciendo la Asociación Cultural Reyes Bartlet es extraordinaria. Desde hace años mantiene una red de coros escolares y una coral juvenil por la que han pasado cientos de jóvenes (a la que hay que sumar una reciente Escuela de Canto). Como profesor sé perfectamente que los alumnos que tienen una formación musical, del tipo que sea, suelen destacar por encima del resto, tienen algo especial, sobre todo un sentido de la disciplina y una sensibilidad más acusada que se traduce en una mayor tasa de éxito en sus estudios. Hay que agradecer, por tanto, a esta Asociación su vocación educativa. Estoy convencido de que dará sus frutos más tarde o más temprano. De hecho, no han sido poco los jóvenes que se iniciaron en el mundo de la música en la CRB y que hoy, de una forma u otra, se dedican profesionalmente a ella o siguen con su actividad como aficionados a un nivel impresionante. Quizás llegue un momento en el que la proporción de canarios que son capaces de valorar y disfrutar de un concierto como este aumente ligeramente. Lo veremos (espero que sea antes del cincuentenario).

domingo, 19 de diciembre de 2010

El Catalejo (18) Cierra CCN Plus

La sensación de outsider que me persigue desde siempre se acentúa por momentos. Para una vez que me engancho a un programa de TV van y cierran la cadena. Me ha hecho “mucha gracia” enterarme de que CCN Plus tiene los días de emisión contados (el 31 de diciembre bajará el telón). La propietaria de la cadena, el grupo PRISA, se desprenderá, después de once años, de una plataforma de información que ha alcanzado una cotas importantes de prestigio por su rigor y ecuanimidad. Desconozco las interioridades empresariales y financieras (y, francamente, me importan un comino). Lo que me llama la atención es que los productos de calidad, sobre todo en el medio audiovisual, no sean rentables. Supongo que debe ser otra decisión al albur de la espada de Damocles que es la ley de la oferta y la demanda (para que luego digan que lo privado es sinónimo de eficacia y racionalidad).
Hace tiempo que abandoné la TV, o más bien el zapping. Parte de mi tiempo lo paso frente a la pantalla del ordenador tramando e hilando cosas. Este “centro de operaciones” está situado en medio de lo que yo llamo “mi biblioteca” (no es nada ampuloso si tenemos en cuenta que está compuesta por casi cinco mil ejemplares, perdonen la inmodestia -ya les dije que era un outsider). Al fondo tengo una pequeña pantalla en la que normalmente está puesta la CCN Plus. No es que tenga mi atención completamente puesta en ella. Depende de la noticia que emitan, de la entrevista que tenga entre manos Antonio San José por la tarde o del menú que proponga Iñaki Gabilondo por la noche. Anoche, precisamente, reclamaban mi presencia en el salón de mi casa (un territorio que visito poco, la verdad). Telecinco estaba emitiendo un “debate” con varios representantes de los controladores aéreos. El programa era “La Noria” (retengan el nombre para que no se les ocurra volver a ponerlo). Cada diez minutos, o menos, interrumpían el simulacro de debate para pinchar publicidad que duraba otro tanto. Una periodista tenía como función caldear el ambiente con intervenciones la mayoría de ellas de carácter demagógico. El público aplaudía a unos y a otros, muchas veces en flagrante contradicción. El conductor del programa parecía un perdonavidas. Irrumpen al final unas colaboradoras del programa que se suman a la trifulca general. Ante la sorpresa de los controladores por semejante encerrona la periodista en cuestión les espeta algo así como que es el calor del directo y que en Telecinco no se censura nada (seguramente habrá conseguido que le prorroguen el contrato). En fin, un espectáculo penoso. Y, hay que admitirlo, con una porrada de audiencia. Esto no habría pasado en CCN Plus. Y seguramente por eso mismo la terminaron cerrando. ¡Qué país!

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cine a solas (9) Blake Edwards

Lamentablemente en el año del cincuentenario de “Desayuno con diamantes” ha fallecido su director, Blake Edwards. Pese a ser un director con una amplia filmografía no se le ha reconocido como uno de los grandes del cine. Quizás porque todavía se sigue entendiendo la comedia como un género menor. Sin embargo, si se examina atentamente el listado de sus películas vemos algunas que son consideradas hoy en día como títulos de primera fila en su género. A este hombre muchos le recuerdan sobre todo por la serie de películas dedicadas a “La pantera rosa” y su explosiva asociación con Peters Sellers y con el compositor Henry Mancini. Estas comedias se han convertido con el tiempo en auténticas películas de culto. La pena es que su última película fue una infumable secuela de esta serie, “El hijo de la Pantera Rosa” (1993), con el histriónico Roberto Begnini.
Mi favorita es, sin duda, “El guateque” (1968). En cierto sentido esta película me recuerda al Bolero de Ravel: un enorme crescendo en el que un actor despistado monta una impresionante trifulca en una fiesta privada. La música de Henry Mancini , el elefante multicolor que irrumpe al final, el camarero borrachín, todo ello resultan ser aportaciones y episodios memorables. Y es que el rodaje de fiestas al estilo años sesenta era una de las especialidades de Edwards. Tanto en “El guateque” como en “Desayuno con diamantes” las fiestas son piezas de antología, películas dentro de la película, desternillantes y magistrales. “La carrera del siglo” (1965) fue otra comedia de las que hacen época. De hecho muchos recordamos con nostalgia su secuela en forma de dibujos animados: “Los autos locos”. Mi favorito eran los cavernícolas y los leñadores ¿se acuerdan? Resulta curioso comprobar cómo aquel universo de Hanna-Barbera, con el que creció nuestra generación, hoy no es sino pura arqueología del género
Hace poco volví a ver “Operación Pacífico” (1959), coincidiendo casi con la muerte de uno de sus protagonistas principales, Jack Lemmon. En esta comedia un submarino que termina siendo pintado de rosa por su tripulación tiene que surcar el pacífico en plena II Guerra Mundial en medio del hazmerreir de unos y otros. Las comedias de Blake Edwars, en definitiva, se sustentan en guiones muy originales e interpretaciones de altura. Dos fórmulas sencillas y efectivas para filmar películas para el recuerdo. Así que puede ser una buena ocasión para pinchar en el DVD alguna película de Blake Edwards.

martes, 14 de diciembre de 2010

El Catalejo (17) ¡Barra libre, Mohamed VI!

La Unión Europea, con España como principal promotor, acaba de dar por zanjada la “crisis” (¡ah! ¿pero hubo crisis?) con Marruecos por los sucesos de El Aaiun. Además, para que el amigo Mohamed VI no se nos mosquee, que andan muy suceptibles los muchachos últimamente, han firmado varios acuerdos de cooperación (más tomate marroquí para Europa). Nuestra flamante ministra de asuntos exteriores, Trinidad Jiménez, no desperdició la oportunidad de ponerle la guinda al pastel y declaró muy ufana ella que "ningún suceso va a alterar la relación que tenga la Unión Europea con Maruecos”. Como a la señora Trinidad no le suponemos un pelo de ingenua damos por hecho que es perfectamente consciente de que esto supone firmar la sentencia de muerte política del pueblo saharaui.
La ignominia moral del gobierno español roza cotas desconocidas desde la llegada de la democracia a este país. A base de querer distanciarse del estilo Aznar, el del puro en la boca y los pies en la mesa junto a Bush, el de la foto de las Azores y el acento chicano de toda la vida, han terminado por dar un giro de 360º y llegar al punto de partida del que pretendían diferenciarse (eso sí, en plan talante y esas cosas). Con este planteamiento la próxima vez que Marruecos masacre a los saharauis los harán miembros de pleno derecho de la Unión Europea y la siguiente ingresan de lleno en el euro (siempre y cuando no sea Marruecos quien exija que el resto de la UE adopte el dirham, claro). Vamos a tener tomate marroquí en el desayuno, almuerzo y cena como sigamos con este plan. O sea que ¡barra libre, Mohamed VI! Trinidad Jiménez, siempre en aras del buen rollito, acaba de decretar que puede usted hacer lo que le venga en gana que aquí paz y después gloria, que dos no pelean si uno no quiere, my friend. Para qué mosquearnos por quítame allá unos saharauis.
En realidad esta cobardía moral no es de ahora. Los papeles de Wikileaks demuestran que después de que Zapatero tomara la decisión de retirar las tropas españolas de Irak estuvo el resto del tiempo pidiéndole perdón al gobierno norteamericano por ello y en más de una ocasión de una manera bastante patética (que se lo pregunten a la familia de José Couso). Con esta endeblez, con este doble juego moral, no es de extrañar que esta gente haga oídos sordos a todo lo que suponga un mínimo inconveniente a la “conjunción interplanetaria” Obama / Zapatero. ¿Era este el socialismo del siglo XXI? Los “intereses españoles” no son, por lo que se ve, los de la memoria histórica, la justicia y los Derechos Humanos. Eso está bien para la escuelita, el artículo dominguero de opinión o la cena oficial ante otros jefes de Estado con la prensa de por medio. En esto, hay que admitirlo, no nos distinguimos en nada del resto de los países de este orbe mal avenido. Si escarbamos un poquito, si vamos un pelín más allá de la estrategias de comunicación y el manual de estilo, vemos que es más de lo mismo. Otro capítulo más de la Historia Universal de la Infamia, como diría Borges.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El Impertinente (12) Maltrate a un funcionario

Todo el mundo ha tenido alguna experiencia desagradable con algún médico, profesor, policía, juez o administrativo. Es un hecho inevitable por una simple cuestión estadística. Ahora bien, un deporte muy nuestro es el de incurrir a las primeras de cambio en una “generalización apresurada” o, dicho de otra manera, hacer que paguen justos por pecadores. Así terminamos con la consabida cantinela: “¡todos los médicos son estirados y descuidados!”, “¡todos los profesores son vagos!” o “¡todos los policías son chuletas intratables!" Agrupémoslos todos y ya tenemos una generalización aún mayor: “¡todos los funcionarios son unos parásitos impresentables!”. En estos tiempos de crisis (¿ha habido algún tiempo que no lo haya sido?) se he desatado la “caza del funcionario”. Pero detrás de esta trama hay una operación de mucho mayor calado. El funcionariado es la espina dorsal de cualquier estado democrático. Se trata de un cuerpo de trabajadores que cubren servicios esenciales y no están al dictado de la clase política gobernante de turno. Por eso tienen un trabajo fijo y un estatuto laboral muy restrictivo auspiciado por la Constitución.
Todavía mucha gente tiene en mente la idea del funcionario como aquel personaje malhumorado e indolente del “vuelva usted mañana”. Nada más lejos de la verdad. De la época de Larra a hoy ha llovido bastante. Funcionarios son el científico que investiga los mecanismos de funcionamiento del cáncer, el maestro de educación infantil que lleva de la mano a nuestro hijo por los primeros años de su vida escolar, el bombero que arriesga su vida en un incendio y un largo etcétera. No le deben ningún favor a político alguno, han ganado un proceso de oposición en dura competencia con otros y aseguran el funcionamiento del Estado independientemente de los avatares de cualquier signo. Cualquiera puede serlo si tiene la preparación y titulación requerida y demuestra su competencia frente a otros. Evidentemente, en cualquier colectivo hay personas que no cumplen con su trabajo. Para ello hay una inspección que debería cumplir también con su cometido. Impresentables también hay entre políticos, empresarios y transeúntes de todo tipo. Cualquier jardín si no se cuida se llena de maleza, pero de ahí a pasar la sierra mecánica a troque y moche hay un abismo.
En la época de vacas gordas ser un funcionario se consideraba como una opción conservadora, propia de gente sin iniciativa y sin espíritu emprendedor. Lo cool era emplearse al mejor postor, saltar de una empresa a otra o crear una propia, vivir como un ejecutivo agresivo mientras engordaba la cuenta corriente. Ahora el funcionario ha pasado a ser un estorbo, una pesada carga que vive a costa de los presupuestos públicos y cuyo trabajo podría hacer mejor un empleado con un contrato de aprendizaje en una empresa privada de servicios. Bueno, ¡que lo hagan! Convierta usted a ese médico del que hablábamos en un contratado por tres meses y sacado de una empresa de trabajo temporal, sustituya al maestro de infantil por un monitor contratado por horas y al bombero en un abnegado miembro de una ONG. ¿Piensa que nos iría mejor?
Se está imponiendo la idea de que la salida de la crisis está en aplicar las recetas más ultraliberales: esto es, desmantelar el Estado del Bienestar y cualquier atisbo de gasto social. Los funcionarios son un obstáculo para estos propósitos (he aquí la operación que se oculta detrás de esta repentina oleada antifuncionarial). Ya se oyen voces que claman por eliminar sus “privilegios” y hacer con ellos lo mismo que podría hacerse con un trabajador de la empresa privada: contratarlos y despedirlos a conveniencia. ¿Por qué unos sí y otros no? –argumentan. A la gente que vive en la cuerda floja, a quienes han sido golpeados duramente por el paro, a quienes trabajan en precario conviene darles un enemigo claro y fácil de reconocer. Hace poco un alto cargo de la administración canaria proponía uniformar a los funcionarios para que la gente pudiera reconocerlo si se tomaban un cortado fuera de hora. ¡Y esto lo decía un cargo político que no se ha distinguido precisamente por su diligencia y productividad! No se plantee usted que quizás este modelo económico nos está llevando al desastre, que las crisis golpea a los de siempre, que en una curiosa vuelta de tuerca los que forzaron los límites de la especulación y fueron salvados con grandes cantidades de dinero público ahora dictan las recetas (que pasan por recortar brutalmente ese mismo gasto público del que supieron aprovecharse). Todo eso es demasiado abstracto e intangible. Únase al coro y maltrate a un funcionario, mírelo mal y airee sus faltas a la mínima de cambio. Entre eso y el fútbol vamos escapando.
PD: gracias a Forges por sisarle su viñeta.

viernes, 10 de diciembre de 2010

El Aula (13) Eva Solano

Los profesores deberíamos cultivar un poco más un jardín que descuidamos con mucha facilidad: el de ese rosario de antiguos alumnos que tienen la virtud de seguir creciendo y desplegando su potencial en el mundo. Pocas cosas hay más gratificantes que constatar que la educación tiene sentido y que las aulas no son tan devastadoras como podría parecer. Una forma de comprobarlo es cuando un antiguo alumno responde a tu llamada y ocupa tu lugar por unos instantes. En esta ocasión ha sido el turno de Eva Solano, una antigua alumna que si aprendió algo de mi es porque seguramente ya lo sabía antes. Cuando Eva deambulaba por el centro apuntaba maneras. Para un ojo entrenado como el mío sus intervenciones denotaban el germen de una visión social crítica y comprometida que afortunadamente fue eclosionando con los años. No es de extrañar que, con el tiempo, Eva haya terminado enarbolando una bandera saharaui en pleno centro de El Aaiun. Esto significa que por el camino aquellas ideas nobles y auténticas no fueron sucumbiendo a la indolencia generalizada. En esta cadena de acontecimientos sin fin que es la educación me resulta muy emocionante que alguien que en su día tuvo que aguantar mis habituales invectivas contra el mundo y la imbecilidad humana se dirija ahora a mis actuales alumnos transmitiéndoles el valor de su experiencia.
Eva fue una de esas heroínas que en el pasado mes de agosto le prestó su voz a los saharauis a quienes se les ha negado todo. Hay quienes han calificado estas acciones como temerarias, contraproducentes o, incluso, estúpidas. Tengo la sensación de que quienes piensan esto en realidad están reaccionando a la defensiva como una forma de acallar su mala conciencia (una actitud muy habitual en la selva humana). Como miembro de Sahara-Acciones Eva y sus compañeros decidieron pasar de las buenas intenciones a los hechos, incidiendo en el ámbito en el que los ciudadanos aún contamos algo: en el de la opinión pública. El cariz que ha ido tomando los acontecimientos en el Sáhara Occidental y su creciente repercusión en los medios de comunicación demuestran que actuaciones como las de Sáhara-Acciones (y otros colectivos) van en la dirección adecuada (que, por otra parte, lleva directamente en línea de colisión con los intereses marroquíes). En un día como hoy, en el que se celebra el aniversario de la proclamación de la Declaración de los Derechos Humanos, en el que se le entregó el premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo (depositado en una silla vacía) Eva, acompañado de otro joven activista, Roberto, habló a mis alumnos de la situación del Sáhara Occidental (nuestra modesta contribución a esta efeméride). Y lo hizo con emoción, cercanía y sinceridad, así, como es ella, de esa forma que la hace ser tan entrañable y singular. Eva es maestra de primaria pendiente de ejercer. Viendo como está todo decidió con buen criterio seguir formándose y ahora estudia psicopedagogía. Es de esas personas que nuestro sistema educativo necesita perentoriamente, savia nueva y vivificadora, sobre todo ahora que PISA le ha vuelto a sacar los colores a los administradores de la cosa.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Aula (12) El azote PISA

Ya sé que repetirse es de mala educación. Y con esto de la educación da la impresión de que todo está dicho. En un gesto entre temerario y suicida nuestra bendita Consejería de Educación del Gobierno de Canarias decidió incluirnos en el último estudio PISA. Desconozco cuáles podrían ser sus proyecciones. Ahora bien, si quería comprobar el resultado de su política de desmantelamiento de nuestro sistema educativo puede darse por satisfecha: estamos a la cola del Estado Español (lo que significa, de paso, que a nivel europeo hay que vernos con microscopio para poder localizarnos). Después de la porrada de años que Coalición Canaria lleva al frente de la Consejería la primera manifestación de la misma frente a tan descorazonadora noticia no podía ser otra: “¡aquí no pasa nada!” “¡no es para tanto!” (lo de echarle la culpa a la inmigración no cuela porque a nadie con un poco de sesera se le ocurre ya dejarse caer por aquí).
Este retrato “competencial” a muchachos de quince años no es otra cosa que una foto fija de nuestra sociedad canaria (siento el topicazo de nuevo). ¿Alguien se esperaba que nuestros resultados escolares estuvieran en la media europea? ¿en la media española si acaso? ¿hay alguien lo suficientemente iluso para pensar que iban a salir otras puntuaciones? Más allá de la leve reacción que el informe pueda suscitar estos día en los medios de comunicación la cosa se diluirá más pronto que tarde. Y es que a nadie le importa un carajo la educación. ¿Hay algún sector de nuestra sociedad que haya reaccionado a las voces de alarma que continuamente emite nuestra Escuela? ¿hay algún grupo político (más allá de nuestro paupérrimo Parlamento) que haya hecho algo frente a este clamor?
Wikileaks retrataba en sus papeles como “cortoplacista” a Zapatero. Pero hay que convenir en que esta es la cualidad esencial de todo político de hoy en día. La educación es algo que solo cuaja a largo plazo, que necesita de importantes inversiones y cuyos beneficios son difíciles de determinar de un periodo electoral a otro. Si a esto le añadimos que el personal está más preocupado por si la sanción a Mourinho es justa o no o por si el mega centro comercial abre los días festivos (¿si no dónde diablos pasa uno las horas con la familia?) entonces la respuesta está clara: mejor dejarlo pasar que la cosa no tiene arreglo. El otro día una opinadora profesional de la radio se vanagloriaba de que “nuestra gente [se refería a la canaria] era pacífica que si no se iban a enterar los políticos”. No pude evitar un gesto burlesco. Esta señora confundía lo pacífico con la indolencia. Solo hay dos cosas que haría que la gente “se echara” a la calle: decretar el cierre de los centros comerciales y suspender la liga de fútbol. La Revolución Francesa iba a ser un juego de niños comparado con la que se montaría.
Dicho esto, es lógico que tengamos que mirar con catalejo a Finlandia, Holanda o Noruega. Esa es la misma distancia kilométrica que hay entre el nivel sociocultural de nuestras sociedades (¿quiere arruinarse?: abra una librería). Como adolezco de la más mínima tentación nacionalista me parece obsceno caer en el discurso facilón del “nosotros somos así”, “vivo en un archipiélago atlántico donde la gente toca el tambor” o de la reivindicación de la pintadera como categoría política. De esta manera le estamos negando un futuro digno y emancipado a nuestros jóvenes. Los estamos condenando a ocupar las migajas que nuestro (ya de por sí desastroso) sistema productivo va dejando en forma de empleos de baja o ninguna cualificación. Esto no lo arregla ya ningún “pacto por la educación”. En todo caso habría que apuntar más lejos. Sería hora de hablar de una “refundación social”. Poner las bases de una sociedad menos hortera, consumista, incapaz, ignorante y estúpida. Claro que para que esto sea posible habría que empezar por el sistema educativo (con lo que nos ha salido un argumento circular). Y dado que esto difícilmente lo van a hacer quienes se llevan repartiendo el pastel durante años mientras tanto se podría poner algún parche e intentar acercarnos a los puntos de Andalucía. ¡Qué le vamos a hacer!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Cine a solas (8) Entrelobos

El cine, como la literatura, tienen que apoyarse en una buena historia. Y, luego, hay que saber contarla, claro. Estas dos cosas están presente en “Entrelobos”, la película recién estrenada y dirigida por Gerardo Olivares. “Entrelobos” ha sido rodada casi íntegramente en el Parque Natural de Sierra de Cardeña y Montoro, en la Sierra Morena Cordobesa. Lejos de resultar monótono u opresivo los escenarios naturales transmiten una sensación de libertad e inmensidad. La misma que seguramente tuvo Marcos Rodríguez Pantoja, el cordobés en cuya vida está basada esta película. La historia de Marcos es la de nuestro niño salvaje de Aveyron nacional. Un niño que vive en la más absoluta pobreza en el campo andaluz de los años cincuenta. Vendido por su padre a un señorito terrateniente que a su vez lo entrega a un cabrero que vive en lo más recóndito de la sierra. Es precisamente ahí, lejos de la sociedad que hasta entonces tan mal lo trató, donde el niño vive sus años más felices. Cuando muere el cabrero (entrañable Sancho Gracia en ese papel) Marcos termina siendo adoptado por una manada de lobos. El papel de Marcos-niño está protagonizado por Manuel Camacho, un niño cordobés de diez años y cuya interpretación me ha dejado perplejo. Hay que ver lo que este chico ha sido capaz de hacer en esta película. Ha defendido su papel con una intensidad, emoción y sensibilidad verdaderamente inusual en un niño de su edad. Como suele decirse en estos casos: ¡ha nacido una estrella, vaya!
Por otra parte es bien sabido que la filmación en espacios naturales y con animales entraña una enorme dificultad. El resultado en este aspecto ha sido también sobresaliente. Sin caer en el riesgo de la sensiblería ni en un biopic de Rin Tin Tin, el tratamiento de los animales es, aunque resulte obvio, muy naturalista. Se consigue mostrar esa línea divisoria que parece existir entre el medio natural y el mundo humanizado. El proceso de 'regreso' que experimenta Marcos, no exento de enormes riesgos y dificultades, culmina en dos momentos altamente simbólicos: cuando el Marcos ya mayor (interpretado por un muy solvente Juan José Ballesta) bebe agua del río a cuatro patas y cuando aprende a aullar como lo haría un lobo. En este sentido la cosa da para reflexionar bastante y está claro que puestos a comparar los humanos no salimos muy bien parados. El epílogo de la película es quizás la parte más controvertida al mostrar al auténtico Marcos Rodríguez en un gesto entre documental y efectista de cara a la galería. Otro aspecto sobresaliente de la película es su banda sonora. Fue compuesta por el alemán Klaus Baldet, que a sus cuarenta y tres años sigue siendo considerado una de las jóvenes promesas del medio. La partitura acompaña magistralmente al paisaje y subraya adecuadamente los tempos de la película. Espero que la editen en CD.
En fin, queridos lectores de “La inocencia del devenir”: si buscan plan para estos días no es mala idea dejarse caer por una sala de cine (llevándose la palomitas y el refresco de casa -que no está la cosa para tanto dispendio) y ver Entrelobos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Pasión por la Música (6) Graceland

Todos tenemos algún álbum al que le profesamos un especial cariño. Eso me pasa con “Graceland”, el disco que publicó Paul Simon en 1986 a raíz de su célebre concierto en vivo en Zimbaue, antes de que a Roger Mugabe se le cruzaran los cables. Yo tenía 17 años y era la época en que a uno le empezaba a aflorar una cosa que algunos llaman 'conciencia social'. Eran los tiempos también del “apartheid” en Sudáfrica y en los que Nelson Mandela estaba aún en la cárcel. Simon montó ese concierto en la frontera como un homenaje y un desafío. A pesar de esto el espectáculo le costó más de un disgusto. Al emplear a músicos sudafricanos en el concierto violó el boicot que pesaba contra el régimen sudafricano de la minoría afrikaneers. Al final la ONU terminó dando marcha atrás al comprobar que la intención de Graceland no era otra que el de promocionar la música negra sudafricana y denunciar al disparatado régimen racista.
Precisamente, una de las impresiones más inolvidables me la causó uno de los grupos sudafricanos colaboradores: Ladysmith Black Mambazo. Este es un grupo masculino de música zulú a capella. A pesar de que su fundación data de 1960 fue su intervención en Graceland la que le dio fama mundial. El grupo se convirtió en uno de los más señalados embajadores de la nueva Sudáfica. Tal es así que fue invitado a actuar en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz a Nelson Mandela y en su toma de posesión como presidente de Sudáfrica. Como es propio de la música étnica africana la expresión corporal es indistinguible de lo vocal. Quizás esa fue una de las cosas que recuerdo con más cariño de Graceland.
El concierto de Zimbaue y la posterior edición del disco catapultó de nuevo a Paul Simon en su carrera y le hizo superar su larga y fructifera etapa de sosías de Garfunkel. Me atrevo a considerar a Graceland como uno de esos conciertos épicos, que hacen historia y que están cargados de simbolismo. Mi vinilo lo guardo como una joya y es uno de los motivos por el que le doy vueltas a adquirir de nuevo un tocadiscos. Ya sé que ahora el mundo youtube te permite un acceso sin límites a cualquier cosa pero ¡no es lo mismo, oiga! Bueno, como no es cuestión de luchar contra molinos de vientos aquí les dejo un enlace de uno de los momentos fundamentales de Graceland (atentos al recital en forma de danza de Ladysmith Black Mambazo). ¡Que lo disfruten!
http://www.youtube.com/watch?v=OafqYNCzq5U&feature=related

jueves, 2 de diciembre de 2010

Arte a todas horas (5) Cierra Chillida-Leku

Leo en la prensa que se cierra el museo Chillida-Leku en Guipúzcoa. Una verdadera pena. En septiembre de 2006 tuve la oportunidad de visitarlo. Participaba con una comunicación en la Universidad de Verano del País Vasco y la organización del mismo tenía prevista una visita al gran museo al aire libre que Eduardo Chillida instalara para acercar al público su imponente obra escultórica. Tengo una vivida impresión de aquella visita. El caserío Zabalaga y su maravilloso entorno transmite una sensación de simbiosis entre la naturaleza, ese cautivante paisaje vasco, y la apabullante materialidad de las esculturas de Chillida. Sin embargo, la obra de este artista no es de fácil digestión. Todo el mundo conoce “El peine del viento” en la Playa de la Concha, otro ejemplo, por cierto, de perfecta comunión con el paisaje, pero sus grandes esculturas de hierro oxidado necesitan de una cierta contextualización para poder asimilarlas. Y el Chillida-Leku cumplía perfectamente esa función. Recuerdo que la maqueta sobre el proyecto de horadar la montaña de Tindaya en Fuerteventura, creando un gigantesco espacio vacío, cobraba allí el sentido estético que muchos no le encontraban. Desde un punto de vista exclusivamente artístico reconozco que me pareció sugerente. Otra cosa es que desde el punto de vista histórico, arqueológico y económico el proyecto en cuestión no fuera oportuno o que todo el entramado estuviera rodeado del característico olor de las corruptelas. Supongo que Chillida era ajeno a todo esto. Al parecer el museo y su modelo de gestión familiar-privado se ha vuelto insostenible, agravado por esta crisis maldita. No es de extrañar que el mundo de la cultura esté entre las primeras víctimas cuando las cosas pintan mal. El problema es que estas cosas una vez que se vienen abajo luego terminan diluyéndose de manera irremediable.