Ya sé que repetirse es de mala educación. Y con esto de la educación da la impresión de que todo está dicho. En un gesto entre temerario y suicida nuestra bendita Consejería de Educación del Gobierno de Canarias decidió incluirnos en el último estudio PISA. Desconozco cuáles podrían ser sus proyecciones. Ahora bien, si quería comprobar el resultado de su política de desmantelamiento de nuestro sistema educativo puede darse por satisfecha: estamos a la cola del Estado Español (lo que significa, de paso, que a nivel europeo hay que vernos con microscopio para poder localizarnos). Después de la porrada de años que Coalición Canaria lleva al frente de la Consejería la primera manifestación de la misma frente a tan descorazonadora noticia no podía ser otra: “¡aquí no pasa nada!” “¡no es para tanto!” (lo de echarle la culpa a la inmigración no cuela porque a nadie con un poco de sesera se le ocurre ya dejarse caer por aquí).
Este retrato “competencial” a muchachos de quince años no es otra cosa que una foto fija de nuestra sociedad canaria (siento el topicazo de nuevo). ¿Alguien se esperaba que nuestros resultados escolares estuvieran en la media europea? ¿en la media española si acaso? ¿hay alguien lo suficientemente iluso para pensar que iban a salir otras puntuaciones? Más allá de la leve reacción que el informe pueda suscitar estos día en los medios de comunicación la cosa se diluirá más pronto que tarde. Y es que a nadie le importa un carajo la educación. ¿Hay algún sector de nuestra sociedad que haya reaccionado a las voces de alarma que continuamente emite nuestra Escuela? ¿hay algún grupo político (más allá de nuestro paupérrimo Parlamento) que haya hecho algo frente a este clamor?
Wikileaks retrataba en sus papeles como “cortoplacista” a Zapatero. Pero hay que convenir en que esta es la cualidad esencial de todo político de hoy en día. La educación es algo que solo cuaja a largo plazo, que necesita de importantes inversiones y cuyos beneficios son difíciles de determinar de un periodo electoral a otro. Si a esto le añadimos que el personal está más preocupado por si la sanción a Mourinho es justa o no o por si el mega centro comercial abre los días festivos (¿si no dónde diablos pasa uno las horas con la familia?) entonces la respuesta está clara: mejor dejarlo pasar que la cosa no tiene arreglo. El otro día una opinadora profesional de la radio se vanagloriaba de que “nuestra gente [se refería a la canaria] era pacífica que si no se iban a enterar los políticos”. No pude evitar un gesto burlesco. Esta señora confundía lo pacífico con la indolencia. Solo hay dos cosas que haría que la gente “se echara” a la calle: decretar el cierre de los centros comerciales y suspender la liga de fútbol. La Revolución Francesa iba a ser un juego de niños comparado con la que se montaría.
Dicho esto, es lógico que tengamos que mirar con catalejo a Finlandia, Holanda o Noruega. Esa es la misma distancia kilométrica que hay entre el nivel sociocultural de nuestras sociedades (¿quiere arruinarse?: abra una librería). Como adolezco de la más mínima tentación nacionalista me parece obsceno caer en el discurso facilón del “nosotros somos así”, “vivo en un archipiélago atlántico donde la gente toca el tambor” o de la reivindicación de la pintadera como categoría política. De esta manera le estamos negando un futuro digno y emancipado a nuestros jóvenes. Los estamos condenando a ocupar las migajas que nuestro (ya de por sí desastroso) sistema productivo va dejando en forma de empleos de baja o ninguna cualificación. Esto no lo arregla ya ningún “pacto por la educación”. En todo caso habría que apuntar más lejos. Sería hora de hablar de una “refundación social”. Poner las bases de una sociedad menos hortera, consumista, incapaz, ignorante y estúpida. Claro que para que esto sea posible habría que empezar por el sistema educativo (con lo que nos ha salido un argumento circular). Y dado que esto difícilmente lo van a hacer quienes se llevan repartiendo el pastel durante años mientras tanto se podría poner algún parche e intentar acercarnos a los puntos de Andalucía. ¡Qué le vamos a hacer!
Este retrato “competencial” a muchachos de quince años no es otra cosa que una foto fija de nuestra sociedad canaria (siento el topicazo de nuevo). ¿Alguien se esperaba que nuestros resultados escolares estuvieran en la media europea? ¿en la media española si acaso? ¿hay alguien lo suficientemente iluso para pensar que iban a salir otras puntuaciones? Más allá de la leve reacción que el informe pueda suscitar estos día en los medios de comunicación la cosa se diluirá más pronto que tarde. Y es que a nadie le importa un carajo la educación. ¿Hay algún sector de nuestra sociedad que haya reaccionado a las voces de alarma que continuamente emite nuestra Escuela? ¿hay algún grupo político (más allá de nuestro paupérrimo Parlamento) que haya hecho algo frente a este clamor?
Wikileaks retrataba en sus papeles como “cortoplacista” a Zapatero. Pero hay que convenir en que esta es la cualidad esencial de todo político de hoy en día. La educación es algo que solo cuaja a largo plazo, que necesita de importantes inversiones y cuyos beneficios son difíciles de determinar de un periodo electoral a otro. Si a esto le añadimos que el personal está más preocupado por si la sanción a Mourinho es justa o no o por si el mega centro comercial abre los días festivos (¿si no dónde diablos pasa uno las horas con la familia?) entonces la respuesta está clara: mejor dejarlo pasar que la cosa no tiene arreglo. El otro día una opinadora profesional de la radio se vanagloriaba de que “nuestra gente [se refería a la canaria] era pacífica que si no se iban a enterar los políticos”. No pude evitar un gesto burlesco. Esta señora confundía lo pacífico con la indolencia. Solo hay dos cosas que haría que la gente “se echara” a la calle: decretar el cierre de los centros comerciales y suspender la liga de fútbol. La Revolución Francesa iba a ser un juego de niños comparado con la que se montaría.
Dicho esto, es lógico que tengamos que mirar con catalejo a Finlandia, Holanda o Noruega. Esa es la misma distancia kilométrica que hay entre el nivel sociocultural de nuestras sociedades (¿quiere arruinarse?: abra una librería). Como adolezco de la más mínima tentación nacionalista me parece obsceno caer en el discurso facilón del “nosotros somos así”, “vivo en un archipiélago atlántico donde la gente toca el tambor” o de la reivindicación de la pintadera como categoría política. De esta manera le estamos negando un futuro digno y emancipado a nuestros jóvenes. Los estamos condenando a ocupar las migajas que nuestro (ya de por sí desastroso) sistema productivo va dejando en forma de empleos de baja o ninguna cualificación. Esto no lo arregla ya ningún “pacto por la educación”. En todo caso habría que apuntar más lejos. Sería hora de hablar de una “refundación social”. Poner las bases de una sociedad menos hortera, consumista, incapaz, ignorante y estúpida. Claro que para que esto sea posible habría que empezar por el sistema educativo (con lo que nos ha salido un argumento circular). Y dado que esto difícilmente lo van a hacer quienes se llevan repartiendo el pastel durante años mientras tanto se podría poner algún parche e intentar acercarnos a los puntos de Andalucía. ¡Qué le vamos a hacer!
Tienes tanta razón que apoyo tu moción. Lo malo es que me da la sensación que vivimos en una sociedad en estado de descomposición. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe gusta tu reflexión aunque otros la vean como una verdad tan relativa que establecen la siguiente equivalencia:
ResponderEliminarLa Eduación en Canarias es la finlandesa
como la distancia entre mi nariz y ombligo.
REFLEXIÓN, MÁS REFLEXIÓN: ir a lafuente.-http://www.laopinion.es/canarias/2010/12/08/pasos-gicm/318694.html
ResponderEliminarSalud-os
Emejota, esa misma sensación me persigue desde hace tiempo (otro fuerte abrazo). Jesús, me temo que esa distancia hay que medirla con una vara mucho más grande. Atrifolio: no termino de ver yo esa conexión.
ResponderEliminarHola, soy Chema de IES Eusebio Barreto (no me sale el perfil de Google).Les invito a ver la reflexión que la red IRES (http://www.redires.net/?q=node/1123) hace de estos resultados. Es descorazonador la respuesta del Viceconsejero a estos resultados. En Finlandia convergen varias cuestiones que explican sus resultados: Formación específica para el profesorado, autonomía de los centros, una pedagogía centrada en el alumnado y no en los contenidos y una participación estable de las familias.
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