Los profesores deberíamos cultivar un poco más un jardín que descuidamos con mucha facilidad: el de ese rosario de antiguos alumnos que tienen la virtud de seguir creciendo y desplegando su potencial en el mundo. Pocas cosas hay más gratificantes que constatar que la educación tiene sentido y que las aulas no son tan devastadoras como podría parecer. Una forma de comprobarlo es cuando un antiguo alumno responde a tu llamada y ocupa tu lugar por unos instantes. En esta ocasión ha sido el turno de Eva Solano, una antigua alumna que si aprendió algo de mi es porque seguramente ya lo sabía antes. Cuando Eva deambulaba por el centro apuntaba maneras. Para un ojo entrenado como el mío sus intervenciones denotaban el germen de una visión social crítica y comprometida que afortunadamente fue eclosionando con los años. No es de extrañar que, con el tiempo, Eva haya terminado enarbolando una bandera saharaui en pleno centro de El Aaiun. Esto significa que por el camino aquellas ideas nobles y auténticas no fueron sucumbiendo a la indolencia generalizada. En esta cadena de acontecimientos sin fin que es la educación me resulta muy emocionante que alguien que en su día tuvo que aguantar mis habituales invectivas contra el mundo y la imbecilidad humana se dirija ahora a mis actuales alumnos transmitiéndoles el valor de su experiencia.
Eva fue una de esas heroínas que en el pasado mes de agosto le prestó su voz a los saharauis a quienes se les ha negado todo. Hay quienes han calificado estas acciones como temerarias, contraproducentes o, incluso, estúpidas. Tengo la sensación de que quienes piensan esto en realidad están reaccionando a la defensiva como una forma de acallar su mala conciencia (una actitud muy habitual en la selva humana). Como miembro de Sahara-Acciones Eva y sus compañeros decidieron pasar de las buenas intenciones a los hechos, incidiendo en el ámbito en el que los ciudadanos aún contamos algo: en el de la opinión pública. El cariz que ha ido tomando los acontecimientos en el Sáhara Occidental y su creciente repercusión en los medios de comunicación demuestran que actuaciones como las de Sáhara-Acciones (y otros colectivos) van en la dirección adecuada (que, por otra parte, lleva directamente en línea de colisión con los intereses marroquíes). En un día como hoy, en el que se celebra el aniversario de la proclamación de la Declaración de los Derechos Humanos, en el que se le entregó el premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo (depositado en una silla vacía) Eva, acompañado de otro joven activista, Roberto, habló a mis alumnos de la situación del Sáhara Occidental (nuestra modesta contribución a esta efeméride). Y lo hizo con emoción, cercanía y sinceridad, así, como es ella, de esa forma que la hace ser tan entrañable y singular. Eva es maestra de primaria pendiente de ejercer. Viendo como está todo decidió con buen criterio seguir formándose y ahora estudia psicopedagogía. Es de esas personas que nuestro sistema educativo necesita perentoriamente, savia nueva y vivificadora, sobre todo ahora que PISA le ha vuelto a sacar los colores a los administradores de la cosa.
Eva fue una de esas heroínas que en el pasado mes de agosto le prestó su voz a los saharauis a quienes se les ha negado todo. Hay quienes han calificado estas acciones como temerarias, contraproducentes o, incluso, estúpidas. Tengo la sensación de que quienes piensan esto en realidad están reaccionando a la defensiva como una forma de acallar su mala conciencia (una actitud muy habitual en la selva humana). Como miembro de Sahara-Acciones Eva y sus compañeros decidieron pasar de las buenas intenciones a los hechos, incidiendo en el ámbito en el que los ciudadanos aún contamos algo: en el de la opinión pública. El cariz que ha ido tomando los acontecimientos en el Sáhara Occidental y su creciente repercusión en los medios de comunicación demuestran que actuaciones como las de Sáhara-Acciones (y otros colectivos) van en la dirección adecuada (que, por otra parte, lleva directamente en línea de colisión con los intereses marroquíes). En un día como hoy, en el que se celebra el aniversario de la proclamación de la Declaración de los Derechos Humanos, en el que se le entregó el premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo (depositado en una silla vacía) Eva, acompañado de otro joven activista, Roberto, habló a mis alumnos de la situación del Sáhara Occidental (nuestra modesta contribución a esta efeméride). Y lo hizo con emoción, cercanía y sinceridad, así, como es ella, de esa forma que la hace ser tan entrañable y singular. Eva es maestra de primaria pendiente de ejercer. Viendo como está todo decidió con buen criterio seguir formándose y ahora estudia psicopedagogía. Es de esas personas que nuestro sistema educativo necesita perentoriamente, savia nueva y vivificadora, sobre todo ahora que PISA le ha vuelto a sacar los colores a los administradores de la cosa.
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