jueves, 30 de junio de 2011

El Cazador de Libros (14) Españistán

Como era previsible, el fenómeno 15M está dando lugar a una ristra de publicaciones, la mayoría de ellas siguiendo el estilo panfletario (no es una descalificación, ¡cuidado!) que pusiera en valor de nuevo Stephane Hassel. Más o menos en esta línea podemos insertar el cómic de moda en estos momentos. Se trata de “Españistán (este país se va a la mierda)” (Glenat 2011) del joven dibujante Aleix Saló. Gracias en parte a una red social, que popularizó un vídeo homónimo de imprescindible visionado, este cómic empezó a estar en boca de todos. Hay ocasiones en las que basta un pequeño golpe de genialidad (y un poquito de sentido de la oportunidad) para terminar creando un producto de éxito. “Españistán” es una especie de “la crisis explicado a mi hijo” -por no decir explicado a los tontos, que suena demasiado políticamente incorrecto y poco comercial. Hay una diferencia importante entre el vídeo, que realiza un somero análisis de la debacle social y económica de España a partir de la Ley del Suelo de Aznar, y el cómic que muestra un retrato casi demoledor de las estructuras de poder en este país. Saló nos presenta, inspirándose en el Señor de los Anillos, el recorrido que un joven currante, agobiado por una hipoteca que no puede pagar, emprende a través del país buscando una solución / explicación a su situación personal. Este personaje, que vive en el País de los Curritos, se dirige en primer lugar hacia la Ciudad Burocrática -una especie de Castillo a lo Kafka donde el papeleo es un fin en sí mismo. Luego atraviesa las Tierras Muertas, habitadas por científicos y humanistas que malviven en plena indigencia. Al final de las Tierras Muertas se encuentra la Aldea Santa, donde adoran a un Jesufistro cuyo símbolo es un inodoro (glorioso este capítulo que nos habla de la importante reserva de poder de las viejas estructuras clericales). Después de la Aldea Santa llega, como no podía ser menos, el Distrito Financiero, auténtica cocina de este desaguisado económico donde los magnates de siempre se llenan los bolsillo sin que la maldita crisis suponga para ellos algo más que la bajada en alguna décima en su colchón de beneficios. Y casi paralelamente al Distrito Financiero se encuentra La Moncloa, en la que nuestro protagonista espera encontrar por fin la explicación a su situación. Este capítulo resulta ser el más críptico porque quien habita en La Moncloa es una especie de muñeca rusa sin fin. ¿Quién es el responsable de la crisis?, ¿quién ha llevado a este país a convertirse en un Españistán de opereta? En definitiva, Aleix Saló aporta un trabajo muy interesante e... ¡inquietante!

domingo, 26 de junio de 2011

Pasión por la Música (4) Los Miserables

Por un motivo u otro nunca había tenido la oportunidad de asistir a un musical en plan superproducción y esas cosas. En el reciente viaje a Madrid con un grupo de alumnos de bachillerato pude por fin disfrutar de uno de los grandes: Los Miserables. No es cuestión de hablar aquí de lo que representa este musical en la historia del género, de sus 26 años en escena desde su estreno en París, del guión basado en el maravilloso libro de Victor Hugo o de la magnífica partitura de Claude-Michel Schönberg... Aunque vimos el musical desde el segundo anfiteatro (también conocido como “el gallinero”) pudimos disfrutar del frenético movimiento de decorados, de la arrebatadora escenografía y el trabajo entusiasta de los actores / cantantes. Lamentablemente, esta posición alejada y casi cenital tiene como inconveniente que apenas se pueda captar la expresividad dramática del reparto. El programa de lujo nos muestra una cuidada puesta en escena y un trabajo detallista y, porqué no decirlo, efectista. Durante las casi tres horas de función el espectador no tiene un solo instante para el decaimiento. Mención especial requiere el trabajo orquestal: habría dado cualquier cosa por tener una visión paralela del foso donde los músicos redoblaban el esfuerzo. Algunos parlatos y solos me remitieron inevitablemente al otro musical con mayúsculas, Jesucristo Superstar. Desconozco las posibles concomitancias musicales entre Schönberg y Andrew Lloyd Weber, pero algunos números de amor de Los Miserables guardaban un cierto aire de familia con la opera rock a lo hippie que tan maravillosamente interpretara en la versión española Camilo Sexto y Angela Carrasco, cosa que un espectador como yo agradece infinitamente, por otra parte. Salvando las distancias, una producción como Los Miserables, en la que aspectos técnicos como la iluminación, el sonido o el diseño de vestuario son tan importantes como el aspecto puramente artístico (ambos en esta ocasión del máximo nivel), remiten al ideal wagneriano del “arte total”. Es, precisamente, esta vocación de grandeza y deslumbramiento la que provoca al final un sentimiento de exaltación espiritual (perdón por la cursilería). Además, el trasfondo social y revolucionario de la obra, con bandera roja al viento incluida, estimulan sobradamente a los amantes de las epopeyas políticas como este humilde bloguero. ¡Menos mal que no sonó algún pasaje de La Marsellesa! Algunos habríamos terminado, acto seguido, montando una barricada en La Gran Vía. En definitiva: no queda más remedio que unirse a la legión de admiradores de este musical que, como muy bien reza en la publicidad, es toda una leyenda.

domingo, 19 de junio de 2011

Pasión por la Música (3) Anna Rodríguez y Eliseo Lloreda

El pasado viernes, dentro del ciclo “Realejos Fusión”, organizado por la Concejalía de Cultura de mi pueblo, tuve la oportunidad de asistir a un magnífico concierto de Anna Rodríguez y Eliseo Lloreda. De entrada, una actuación integrada por una vocalista y un guitarrista no suele despertar en mí un excesivo entusiasmo dado, como soy, a la cosa sinfónica. Pero en esta ocasión al dúo en cuestión no le falta nada ni tiene nada que envidiar a cualquier banda de jazz repleta de instrumental. La combinación de la cálida y prodigiosa voz de Anna con el virtuosismo acreditado de Lloreda solo puede tener como resultado un espectáculo memorable. En esta ocasión aprovecharon para presentar su último trabajo discográfico, What We Are. Se trata de versiones de clásicos del género, con inclusiones brasileñas, en las que tan bien se maneja, además, esta pareja musical. La patina intercultural de Anna se transmite en sus conciertos, aportando una sensibilidad y una magia que envuelve al público desde el primer momento. Al mismo tiempo, la gran afinidad y complicidad entre los dos intérpretes se proyecta también desde el escenario. Hay que destacar dos momentos especialmente mágicos: el clásico de Cyndi Lauper, Time After Time, en el que la cantante incluso hubo de imponerse a la agresión de un móvil que desde el patio de butacas se empeñó en cometer un crimen de lesa humanidad y el número final, Bye Bye Blackbird, de Ray Henderson, donde Anna Rodríguez pone en escena toda la simpatía que le adivinamos. Por tanto, no me queda más remedio que admitir que un espectáculo de jazz puede ser absolutamente brillante con una vocalista de primera fila y un genio de la guitarra (discúlpenme por mi particular descubrimiento del Mediterráneo). Muchas gracias por liberarnos de las tensiones de este mundo, demostrando una vez más que tenemos músicos de enorme calidad entre nosotros.

viernes, 17 de junio de 2011

El Aula (12) El legado

Ahora que parece que la Consejería de Educación de Canarias va a cambiar de manos después de la época más nefasta que se recuerda nuestros bien amados jefazos nos dejan su legado. Hace unos días, expertos de las OCDE, encargados del ínclito informe PISA, han hecho su 'diagnóstico' de las deficiencias de nuestro sistema educativo por encargo de la Consejería de Educación. Parece que la administración saliente, después de algunos lustros al frente de la cosa, no tenía una idea clara de los déficit de la escuela canaria ni, por supuesto, de las posibles soluciones a tomar. La cosa dice mucho. Estos expertos, después de unas cuantas reuniones aquí y allá, aplicando su ojo bien entrenado, han dado su veredicto. Simplificando mucho podríamos decir que el profesorado canario es bastante inepto y no sabe dar respuesta alguna a los retos educativos de nuestros días. O dicho de otra manera: ahí va el epílogo que nuestra Consejería nos deja por si no nos había machacado lo suficiente. Que el profesorado tiene una parte importante de responsabilidad en los resultados y el proceso educativo es algo evidente. Lo que no es tan evidente es que la administración y las políticas que se han llevado a cabo en los últimos años no tengan ninguna. Cualquier malpensado, de esos que pululan por ahí, podría decir que tiene toda la pinta de un informe hecho a medida. Que conste que me refiero a un hipotético malpensado, claro. Tengo la impresión que las impresionantes conclusiones de estos expertos apenas han suscitado un leve comentario de hastío en el personal. Y es que la peña no está ya (será por las alturas del curso) para demasiadas historias. Nadie había caído en la cuenta de que “la educación en las islas precisa urgentemente de un cambio serio pues no es lo suficientemente buena”, que “hay que vincular lo que se necesita con lo que se puede hacer” o que “hay que hacer énfasis en el estudiante y sus intereses”. ¿Cuánto dicen que ha costado este informe al erario público? Habrá que suponer que la administración educativa canaria ha carecido hasta ahora de técnicos y analistas lo suficientemente competentes como para detectar estos problemas o que en estas islas no hay una sola mente relacionada con el mundo de la educación que piense por sí misma. Más bien suena al canto de despedida de una consejera que necesitaba poner en boca de alguien algo parecido a “¿no se los decía yo? ¡el problema es que tenemos un profesorado que no sirve pa' na'!”. Genio y figura hasta el final.

martes, 14 de junio de 2011

El Cazador del Libros (13) Miguel Brieva

Acaba de caer en mis manos un cómic de un autor español que no tiene desperdicio. Se trata de un tomo recopilatorio de las cuatro revistas que con el sarcástico título de “Dinero (Revista de Poética Finaciera e Intercambio Espiritual)” publicara Miguel Brieva gracias a Mondadori en 2008. El estilo de Brieva remite a la viñeta norteamericana de los cincuenta. En la línea de mi admirado Crumb o de El Roto, entre otros, este dibujante sevillano se apunta también a la tan necesaria crítica social y económica. Cada una de sus viñetas son en sí mismas toda una proclama antisistema. Cosa que adquiere una enorme actualidad ahora que nos hemos apuntado a la ética indignante e indignada. Y es que la podedumbre sistémica que nos amenaza no es, evidentemente, un invento reciente. El desmantelamiento social que estamos viviendo lleva veinte años cocinándose, lustro arriba, lustro abajo. Al menos desde que el derrumbamiento del nefasto bloque soviético propició que las democracias liberales occidentales dejaran de invertir dinero en un Estado del Bienestar que justificara la superioridad de estas frente al peligro rojo. Además, como muy bien sabe Brieva, cualquier crítica social hoy pasa por una crítica de la sociedad de consumo de masas y de alienación generalizada en la que estamos inmersos. Seguramente habré visto las viñetas de este autor en alguna ocasión en publicaciones tales como El Jueves o El País de las Tentaciones pero no tenía, lo confieso, una idea clara de su potencial y trayectoria como creador. A partir de ahora me he propuesto hacerme con el resto de sus recopilatorios. Además, tenemos la suerte de que Miguel Brieva es un hombre joven (1974), con toda una, esperamos, larga y fructífera carrera por delante que los amantes de la sátira y la crítica social tenemos que disfrutar.

sábado, 11 de junio de 2011

El Impertinente (6) Spanish Revolution

Seguramente, cuando este artículo se publique las protestas ciudadanas que han ocupado la Puerta del Sol en Madrid y otros muchos lugares de España hayan concluido y su eco se haya disipado en el día a día informativo. Pero ¿qué ha pasado?, ¿ha tenido esto alguna trascendencia?, ¿quedará algo de lo que se llamó la “Spanish Revolution”?, ¿habrá un antes y un después? A uno le gustaría creer que sí. Que semejante estallido de indignación, seguido de una reacción ciudadana espontánea, reivindicativa, fresca y creativa no ha sido en balde.
Por una vez España pareció liderar algo a nivel mundial que no fuera los indices de paro, corrupción o fracaso escolar. Ya sabemos que una parte importante de la ciudadanía no se conforma con este estado de cosas ni juega a la resignación facilona. Hoy sabemos también que sí hay alternativa a este sistema. Y que la alternativa pasa por más democracia. No se puede dejar las decisiones importantes en manos exclusivamente de los mercados, al albur de personas que nadie conoce, que se representan a sí mismos y que les trae al pairo el interés general. Del “no se puede hacer nada” hemos pasado al “¡democracia real ya!”. Cuando a la gente le da por pensar las consecuencias son imprevisibles. Eso es lo que algunos llevan temiendo desde tiempo inmemorial y sus angustias se hicieron realidad. Se ha abierto una brecha en este gran sistema de despiste y distracción organizado para que nadie se plantee sus verdaderos problemas. El papel que nos adjudicó (y nos sigue adjudicando) este estado de cosas era el de meros consumidores, incluyendo el de votantes de opciones políticas que se presentan como meras marcas de consumo. Esto tuvo como consecuencia una paulatina pérdida de calidad democrática que se convirtió en el paisaje idóneo para la voladura controlada del Estado de Bienestar y de todo lo que oliera a derechos sociales. El espectáculo obsceno de la corrupción, de las componendas de los políticos profesionales, de la escandalosa sintonía entre el poder financiero y la oligarquía política (con el refrendo muchas veces de las urnas) supuso una reacción, no por previsible, menos sorprendente. Bastó que alguien prendiera la mecha, un joven de 94 años, Stéphane Hessel, por ejemplo, al grito de “indignaos”, o un par de aventureros convocando una manifestación a través de las redes sociales, para que todo el desencanto y la frustración acumulada durante años se desatara en un torrente de alcance y consecuencias imprevisibles. De hecho, la dimensión que llegó a tomar la cosa desconcertó a unos y a otros. ¡Olé! ¡Es la “Spanish Revolution”!
Los cambios tienen que ser también a nivel global. Esto supone una cierta inversión de aquel exitoso lema ecologista: “actúa local piensa global”. Ahora hay que pensar y actuar también a gran escala. Es lo propio de un mundo globalizado. La rápida respuesta de muchos ciudadanos en otros puntos del planeta y las repercusiones de las revoluciones democráticas en el mundo árabe ponen de manifiesto que los vasos comunicantes que se han ido tejiendo a lo largo de estos años no solo sirven para que los bonos basura norteamericanos contagien a las economías del resto del mundo sino para que la gente se entere además de que no hay democracia real sin democracia económica.
¡Se acabó la cultura del pelotazo! ¡Bienvenida la cultura de la toma de la plaza! No queda más remedio que plantearse nuevos modos de actuación. La Spanish Revolution es pacífica, festiva, asamblearia, autogestionada, espontánea y, sobre todo, muy reivindicativa. Es también un ¡basta ya! a que las consecuencias de esta estafa global en forma de crisis la paguen los de siempre, los trabajadores y la gente humilde. Alguien tenía que decirle al mundo que esto no puede seguir así. Tal y como repite una y otra vez José Luis Sampedro este sistema está enfermo. Más bien en situación agonizante. Y es que un modelo económico-social que condena a la bancarrota a Estados enteros, que deja fuera de juego a una generación completa de jóvenes y que al mismo tiempo hace ganar fortunas a la reducida élite de siempre debe sufrir al menos de algún tipo de demencia terminal. Puede que todo esto haya pasado a mejor vida o que los últimos rescoldo de esta movida se vayan apagando conforme llega la pretemporada futbolística. Pero el eco de lo que un día pasó en muchas plazas de España, sin que ningún sesudo analista de tendencias sociológicas lo haya llegado a vaticinar, quedará en la memoria de muchos. Sobre todo en la mente de quienes manejan los hilos de este entramado. Saben que esta explosión de indignación ciudadana puede volver a repetirse. Espero que la Spanish Revolution pase a ser, al menos, el sinónimo del despertar de la conciencia ciudadana cuando todo parece perdido.

miércoles, 8 de junio de 2011

El Catalejo (21) Más sobre Islandia

Parece que con esto del cambio climático países con ambientes extremos como Groenlandia o Islandia serán los próximos paraísos templados. Si uno tuviera dinero y una pizca de arrojo se lanzaría a comprar parcelas donde ahora hay glaciales y pedregales de origen volcánico. Antes de que a los de siempre les dé por montar la consabida burbuja inmobiliaria. Pero a todo esto habría otro motivo más para hacerse islandés ahora que nos hemos convertido, gracias a Aleix Saló, en Españistán. Los islandeses, recios como vikingos, se han propuesto ahora meter en la cárcel al primer ministro que manejaba los hilos del país cuando éste pasó de ser el ejemplo del nirvana ultraliberal a convertirse en un trozo de terreno baldío en bancarrota. Aparte de dejar caer a las entidades bancarias responsables del desaguisado, negándoles el mána en forma de dinero público como receta anticrisis, los islandeses se han conjurado para pasarle factura a toda la grey que se forró en su día. ¿Se imaginan que esto ocurriera en España?, ¿puede alguien soñar con pedir responsabilidades penales (o al menos políticas, vaya) al gobierno Aznar que liberalizó el suelo en su día convirtiendo el país en una inmensa urbanización de adosados?, ¿que propició un crecimiento irracional desoyendo las advertencia de algunos economistas poco dados a las orgías ultraliberales?, ¿o al primer gobierno de Zapatero que pensó que con tal ritmo de crecimiento se podrían financiar algunas medidas que justificara su etiqueta de socialdemócrata?, ¿que confundió una crisis del copón con un leve resfriado? Puestos a soñar, sobre todo ahora que nuestra muy sabia e informada ciudadanía piensa que los mismos que nos metieron en la crisis tienen la receta mágica para sacarnos de ella, uno dejaba suficiente espacio en un algún establecimiento penitenciario con vistas a ninguna parte.
Los islandeses sufren las consecuencias de la crisis, como todo hijo de vecino que paga una hipoteca o cuenta los céntimos para llegar a final de mes. Pero al menos se están dando el gustazo de pasarle la factura a la jet político-financiera que paseaba su Lamborghini por Montecarlo. Además, para sorpresa de los muchachos del FMI, los indicadores económicos reflejan que Islandia está empezando a remontar la crisis. Supongo, también, que como estos nórdicos han demostrado sobradamente su inteligencia recorrerán un nuevo camino lejos de aquellas prácticas económicas que llevaron al país al colapso. De hecho, andan en plan refundación y esas cosas ¡Qué envidia! ¡Propongo Reykjavik como nueva capital de Canarias!

domingo, 5 de junio de 2011

El Catalejo (20) La mala bilis de los pro-sistema

Las huestes pro-sistemas, los máximos exponentes del “anti-nosotros”, afilan sus cuchillos. Leo hoy, con un plus de indignación si cabe, los artículos de dos de los más señeros opinadores de un diario de Tenerife, conocido por sus posiciones cercanas a la xenofobia, agitador del pleito insular, postulante de un nacionalismo decimonónico y neoindigenista, donde insultan zafiamente a todo lo que tenga que ver con el 15M. El primero de ellos parece obsesionado con la cosa higienista (aunque solo le faltaría pasarse a la eugenesia como digno émulo de Goebbels). Para muestra un botón: “(...) los greñudos (…) están cagándolo todo, que son unos merdellones”. “(...) en tiempos de Franco (…) aprendías a comportarte y en esta a hacer lo que te da la gana”. “(...) a los de la Puerta del Sol (…) un agüita les vendría bien porque estos huyen del agua como los gatos. Un baldeado los dejaría limpitos que da gusto y sin ganas de repetir (...)”. “Aguarlos (…) para que aflojen esas greñas y se desprendan esas ladillas (...)”. El otro articulista, menos procaz pero igualmente eficaz en su cometido, afirma: “¿Por qué no nos indignamos menos con los políticos y nos abnegamos más con nosotros mismos (…)?”. Esta colección de dislates, de falacias ad hominen ofensivo, es una clara muestra de lo que se destila en las oligarquías que nos gobiernan. Pura bilis contra todo lo que se mueva. Precisamente el periódico El País de hoy afirma, según una encuesta, que “la gran mayoría [de la ciudadanía] respalda la indignación del 15M”. Esto debe ser, precisamente, lo que los pone nerviosos. De otra manera, ni se habrían molestado en dirigir su afilada pluma contra una inofensiva minoría. Eso de que haya una percepción creciente de que nuestro sistema político hace aguas, de la necesidad de un empoderamiento ciudadano y de una democracia real, supone una clara amenaza para una casta de individuos bien instalada en el orden actual de cosas.
Como muy bien afirma José Luis Sampedro “los que atacan el 15M son el ayer”. Representan un mundo destructivo que se resiste a morir, que defiende a zarpazos los privilegios de una élite enrocada en prebendas de todo tipo. ¿Se imaginan a uno de esos “greñudos” dirigiéndose en un medio de comunicación de masas, si tuviera la oportunidad (que difícilmente la tendrá), en esos mismos términos contra políticos y banqueros? Inmediatamente se encargarían de poner de manifiesto la violencia de su lenguaje y la amenaza que representaría para la convivencia ciudadana. Se convertiría en un claro ejemplo de la maldad e inconveniencia de sus ideas. Pero, tranquilos: solo quienes hacen gala de una mínima ética ciudadana tienen claro que no se debe pagar con la misma moneda.

viernes, 3 de junio de 2011

El Catalejo (19) La Iglesia momificada

Mi antigua alumna, y hoy joven y prometedora profesora, Beatriz Oliver, me lanza el reto de escribir algunas líneas sobre “la Iglesia y su hipocresía” a propósito de los tradicionales dislates de la institución católica en materia de sexualidad. Mi primer impulso es agarrar el clásico de Pepe Rodríguez “La vida sexual del clero”. Pero no hace falta disparar con artillería de grueso calibre. La cuestión del sexo y el sacerdocio católico es todo un clásico que ha suscitado ríos de tinta. Cuando el río suena...
La Iglesia Católica es una institución anacrónica en esencia con tendencia a la momificación y el alcanfor. Todavía recuerdo cuando en 1992, mi primer año como profesor, coincidió una clase mía sobre la Revolución Científica del Renacimiento con el reconocimiento de la Iglesia de las tesis de Galileo. A esas alturas los sabios purpurados decidieron que ya era tiempo de admitir que la Tierra gira alrededor del Sol ¡nunca es tarde!, ¡unas buenas risas nos echamos con aquello! Estas cosas son propias de quienes aún andan a cuesta con lo de las verdades reveladas y esas cosas.
Pero entremos en materia. Resulta toda una curiosidad intelectual (siendo comedidos, vaya) que cuestiones morales que afectan hoy a miles de individuos sean el resultado de los antiguos códigos de comportamiento de un pueblo del medio oriente, misógeno como tantos otros, obsesionado con el fin de los tiempos, productor de mesías como setas, a hostias con los romanos y tremendamente rigorista en sus actitudes. Esta fundamentación moral provoca argumentaciones pintorescas. Como la que sostiene que el celibato de los sacerdotes es producto de que el líder de la cosa prefirió la soltería mística o que el papel de las mujeres como carne de convento se deba a que optó por rodearse de hombres en su círculo íntimo de seguidores. Claro que cada uno cree en lo que le parece ¡faltaría más! Para que luego no se diga que eso del progreso es una patraña.
No hay nada más antinatural que prescindir de algo tan incrustado en el ADN de los humanos como la sexualidad. Y resulta curioso que esto lo plantee la Iglesia Católica, que anda siempre a vueltas con su particular interpretación de una supuesta “Ley natural” que les sirve para oponerse furibundamente a cualquier interrupción del embarazo, la homosexualidad o a decidir sobre la propia muerte. Por lo visto la expresión de los deseos y la realización sexual, entre otras cosas, no forma parte del orden natural de las cosas. Esta ceguera es la causante de severos desórdenes de la personalidad que afecta a algunos sacerdotes y similares (con las consecuencias horrorosas que están en la mente de todo el mundo). No hay que estar demasiado ducho en psicología para darse cuenta inmediatamente de ello.
La Iglesia Católica, o mejor dicho, el poderoso y jurásico núcleo vaticanista, tiene un profundo miedo a los cambios pues su preeminencia se basa en la aceptación ciega y acrítica de un conjunto de dogmas históricos que son la piedra angular de todo el entramado. Deben temer que si ceden en algunos de estos aspectos, por pequeño que sea, el chiringuito se les viene abajo en un plis plas. Por encima de cuestiones creenciales aquí hay un asunto de puro y duro poder. No otra cosa es (y ha sido siempre, al menos desde San Pablo) este tinglado católico. A pesar de todo reconozco mi simpatía por ciertos católicos críticos que se empeñan en darse de bruces con la jerarquía gerontocrática y panzuda y con muchos católicos que eligen el bando de los pobres y los desposeídos (tan denostados por sus propios mandamases como si fuesen portadores de la peste). Y yo me pregunto ¿qué hace un ateo como yo hablando de estas cosas? Es que en el fondo nos gusta...

miércoles, 1 de junio de 2011

El Catalejo (18) El 15M y la teoría conspirativa

Esto parece el cumplimiento, paso por paso, de un guión previamente escrito. Al estupor general que las movilizaciones del 15M y la posterior acampada multitudinaria de la Puerta del Sol y otros lugares señeros de la geografía española provocaron en el personal ahora viene el inevitable reflujo. Los que, por un lado, se sienten directamente amenazados por este brote de indignación ciudadana, que proponen cosas de carácter alucinógeno como más democracia y otras zarandajas que no interesan a nadie, reclaman la receta de la porra y las pelotas de goma. Por otro están los escépticos con tendencias paranoides que buscan motivaciones ocultas y manos negras que mueven los hilos detrás de las propuestas de Democracia Real Ya y otros grupúsculos. Entre medio una legión de indiferentes, futboleros con más derecho que nadie a ocupar plazas y partidos y asociaciones que tratan de sacar algún provecho entre tanta algarabía. Ya digo, parece la crónica de un despropósito anunciado. Entre lo último que circula por las redes hay algunas cosas que se mueven entre la risa y el esperpento. Por ejemplo, leo que algunos catalanistas destacados acusan a los acampados en Barcelona de ser un grupo de españolistas infiltrados con el fin de denigrar al catalán, dado que la mayoría de sus intervenciones se realizan en castellano. Hay quien sostiene que la tabla reivindicativa de estos neohippies no es sino una estrategia socialdemócrata para desactivar propuestas de mayor alcance político. Otros, sin embargo, se apuntan a la tesis conspirativa (y radicalmente opuesta) de que el 15M es en realidad un montaje urdido por un Tea Party Español, para lo cual aportan “pruebas” consistentes en declaraciones previas de líderes de la ultraderecha y supuestas coincidencias de cartelería con algún que otro ultra furibundo. No hay nada que enganche más que apuntarse el tanto de ser el primero que desarticula un montaje tremebundo que pasa desapercibido hasta para el más listo de la clase. La cosa conspirativa tira mucho. Plantearse que las raíces de este movimiento ciudadano se encuentran en una movida de la ultraderecha internacional es como suscribir aquello de que Elvis en realidad no ha muerto o que Michal Jackson era un extraterrestre verde y con lengua bífida (cosas que tampoco son del todo imposibles pero que solo da mecha para alguna película absurda – de esas que tanto me gustan, por cierto). ¡Pobrecitos ciudadanos indignados! ¡engañados en su buena fe por una suerte de contubernio fascista internacional! Ya puestos solo faltaría que el librito de Stephane Hessel fuese en realidad un remedo subliminar del Mein Kampf y que José Luis Sampedro fuera un medium que contacta con Franco todos los días antes de dormirse. ¡Es que no tenemos remedio!