miércoles, 3 de junio de 2009

Cine a solas (2) El Gran Dictador

Si me preguntaran (por cierto que hasta ahora nadie lo ha hecho) qué película es mi preferida no lo dudaría demasiado: “El Gran Dictador” de Charles Chaplin. Ya sabemos que las más valoradas son “Ciudadano Kane” y “Casablanca” pero un pequeño número de irreductibles pensamos que “El Gran Dictador” (1940) tiene todo lo necesario, si no desde un punto de vista puramente formal, sí desde cualquier otro punto de vista para encabezar cualquier top ten. Como docente considero una obligación mostrar cada año esta película a las distintas promociones de alumnos. Debo confesar que después de tantos visionados estoy más pendiente de la reacción del alumnado en los momentos claves que de la película misma. Mirándolos de reojo compruebo que la gran obra de Chaplin sigue siendo actual. Y eso que después de anunciarles una película en blanco y negro y del año 40 siempre se empieza con un auditorio en contra. En todos estos años he visto chicos que ríen y lloran, que comparten los avatares del barbero y de Hanna (¡qué buena pareja hacían Chaplin y Paulette Goddard!) y que terminan desarrollando una mezcla de lástima y repulsión por Hynkel y sus secuaces. Creo que el nivel de empatía que muestran con la película podría considerarse como un indicador de su grado de sensibilidad general o, me atrevo a decir, de su grado de inteligencia emocional. Casi siete décadas después continúa conmoviendo al personal, su mensaje humanista mantiene toda su fuerza, su parodia del fascismo nos sigue previniendo de tantas tentativas. El discurso final, aunque con las licencias evangélicas propias de la época, sigue siendo uno de los más bellos discursos pacifistas que pueden verse y oírse en el cine de todos los tiempos. Es, al igual que “Tiempos Modernos”, una película imprescindible. El Chaplin de estas dos películas alcanza una dimensión heroica. La edición que poseo (MK2 editions) adjunta un dvd con extras impagables. Entre éstos destaca una recopilación de escenas del rodaje en color, sobre todo del baile en honor de Napoloni y de la tarima desde la que el barbero, disfrazado del dictador de Tomenia, dará su discurso dirigido a la humanidad. Es sorprendente y al mismo tiempo emocionante poder asistir como por el ojo de la cerradura a un mundo que nos está vedado. Los uniformes de gala de mil colores, las banderas rojas descaradamente filo nazis, los decorados de cartón piedra, aparecen como surgidos de un universo paralelo. ¡Qué gran regalo nos hizo Chaplin!

1 comentario:

  1. Recuerdo que mis padres me llevaron al cine a verla, y a pesar de ser bastante pequeña, el mensaje me llegó. Creo que es una gran película.

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