
Empezaré a creer en esto de las concejalías de medioambiente el día en el que el concejal de urbanismo tenga que tocar en la puerta de su compañero verde y solicitarle (con un gesto de aprehensión) su inexcusable visto bueno para el plan urbanístico X o Y. El día en el que los señores concejales, en el reparto de áreas, no se den tortas por el ya mencionado urbanismo o hacienda, sino por la muy influyente y prestigiosa concejalía de medioambiente. Mientras tanto, como algo hay que hacer con estos responsables de la cosa natural lo mejor es que empecemos por recomendarles la lectura de un libro: “El mundo sin nosotros”, de Alan Weisman (Debate, 2007). ¿Qué pasaría si de un día para otro la humanidad desapareciera de la faz de la Tierra? Esta es la cuestión de partida. ¿Hasta qué punto la huella que hemos dejado sobre nuestro planeta es irreversible? La lectura de este libro es apasionante (e imprescindible). Nueva York, por ejemplo, no resistiría un par de días pues sin las bombas que achican agua continuamente del subsuelo la 7ª avenida se convertiría en un brazo del río Hudson. El autor “visita” distintos lugares con el ánimo de encontrar pistas. ¿Qué sería de los megacomplejos de refinados de hidrocarburos?, ¿de las centrales nucleares sin mantenimiento?, ¿de las enormes áreas urbanas o agrícolas?, ¿qué pasaría con la proliferación de plásticos sin ningún control?, ¿y los animales domésticos y de granja?, ¿qué derroteros tomarían los procesos evolutivos del resto de las especies?, ¿qué obras humanas perdurarían?, ¿y por cuánto tiempo? Pese al gran poder regenerador de la Naturaleza, de lo cual encuentra sobradas pruebas en la historia del planeta, asombra comprobar lo evidente: el comportamiento depredador de la especie humana que ha puesto en peligro su propia supervivencia. Quizás el señor/a concejal/a de medioambiente, en sus numerosas horas muertas, entre esta o aquella campaña de sensibilización, tenga tiempo de reflexionar sobre esto.
¡Ya nos tenemos enlazados en nuestras respectivas páginas!
ResponderEliminar¡Estábamos condenados a hacerlo!
ResponderEliminarMe encanta esta aproximación desde ese éter genérico que lo genera todo a las concejalías (... y demás regalías )
ResponderEliminarYo hubiese destacado del libro una curiosidad : mientras ratas y cucarachas, eternamente denostadas como supervivientes a holocaustos nucleares se extinguirían casi con nosotros, los lindos mininos se convertirían en terribles depredadores.
Saludos
Siempre he sospechado de los gatos...
ResponderEliminarMe lo apunto en mi lista de lecturas....
ResponderEliminary sí el apeiron sabe apropiarse de lo subversivo para usarlo como máscara,cargándose el espíritu crítico de la población.