
Precisamente, el pasado mes me invitó mi admirada Ana Hardisson a participar en una mesa redonda en el Ateneo de La Laguna con el título “La Filosofía en las Aula: presente y futuro”. Asistieron una treintena de personas, muchas de ellas estudiantes de la Facultad de Filosofía y algunos profesores de la misma. Siempre es grato volver a sentirse en medio de este ambiente (sobre todo con la visita posterior al “Tocuyo” donde el “vino con vino” me hizo rejuvenecer 20 años). En realidad, lo que uno pueda decir no es sino un paréntesis a la disertación de Ana, quien ha participado tanto del mundo de la docencia universitaria como de la enseñanza secundaria. Entre otros temas, se planteó, como siempre, la sempiterna cuestión del lugar de la Filosofía en la escuela.
Todos estamos de acuerdo en su potencial como foco de formación de ciudadanía, en su armazón crítico, en su despliegue intelectual y su carácter interdisciplinar pero debemos preguntarnos, además de las razones expuestas más arriba, si tenemos (el colectivo del profesorado, las facultades de Filosofía) algo que ver con ello. Ya nos enseñó Kant que la Razón debe partir de su propia autocrítica. Así que, en primer lugar, debemos reconocer que tenemos una acusada tendencia a constituirnos en un reducto extraño en los centros, convenientemente protegidos en nuestras torres de marfil, encantados con nuestras abstrusas disquisiciones (tanto con el alumnado como con los compañeros), con nuestro autoconcedido papel de guardianes del saber. Detrás de cada profesor de Filosofía anda toda una escuela de pensamiento en la que no cabe la más mínima matización. Nos encanta el papel de lobos esteparios, con un leve toque nihilista, muchas dosis de escepticismo y unas gotas de cinismo para las ocasiones especiales. Y así nos va. Está claro que esta no es sino una generalización mal intencionada. Ahora mismo me vienen a la cabeza más de un ejemplo de todo lo contrario pero… El día que bajemos de la higuera empezará a quedar claro que detrás de las grandes palabras hay una palpable realidad.
Bueno Damián, tú no te preocupes, que si la Filosofía desaparece, siempre nos quedará el Génesis...
ResponderEliminarAcabo de encontrar, no cabe duda, una nueva esperanza.
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