
En otro orden de cosas, como mayo es el mes nietzscheano, en este calendario particular del profesorado de Filosofía (¿tendrá que ver con el esplendor de la primavera?), estoy enfrascado en dos lecturas alusivas: la biografía de Lou Andreas-Salomé, escrita por H. F. Peters y “La vida arrebatada de Friedrich Nietzsche” de Franz Overbeck, recién editado por Errata Naturae. La primera es una biografía clásica escrita en 1962. Lleva por subtítulo “Mi esposa, mi hermana”. Por cierto, hasta hace poco tenía una modesta edición de bolsillo de Plaza y Janes de su colección “El Arca de Papel” de principios de los 70. La regalé y la sustituí por una más elegante que Círculo de Lectores sacó en el 2005. Es un libro que se lee muy agradablemente. Siempre me ha fascinado esta mujer y es que era una persona excepcional. No era de extrañar que Nietzsche quedara prendado desde el primer momento. Seguramente a sus ojos representaba el ideal de superhombre (¿o supermujer?). Era un ser que vivía con intensidad dionisiaca, más allá de la moralina de su época, y tremendamente guapa. Una mujer con una enorme sed de saber, que supo extraer de quienes se rodeó lo mejor de ellos mismo y que, aunque no parece que en ningún momento pretendiera tal cosa, terminaban irremediablemente tendidos a sus pies. De su fortaleza dice mucho el que soportara estoicamente los ataques públicos de Elizabeth Nietzsche. En el libro Nietzsche aparece como un ser sufriente y atormentado, capaz de cualquier cosa con tal de disfrutar de la compañía de Lou. La fotografía en la que se retrató tirando del carro cual caballo, junto con su amigo y rival Paul Rée, mientras Lou los fustiga con un látigo parece que fue idea del filósofo. De alguna manera simbolizaba la superioridad de la joven frente a los dos personajes. Por cierto, Lou murió en Göttingen en 1937 y la Gestapo aprovechó para, poco después, quemar su biblioteca.
Por otra parte, el libro del teólogo Franz Overbeck es el libro de un amigo que trata, de alguna manera, de justificar y exculpar el comportamiento excéntrico de Nietzsche (como si lo necesitara). Resulta, en todo caso, un buen contrapunto del libro de Peters.
Damianin, ahora t me metiste a escribir, ya nosotros no sabemos que hacere contigo jajajaja, oye un saludo de parte de un alumno y felicidades por tu blog que escribes muy bien
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