miércoles, 30 de marzo de 2011
El Cazador de Libros (8) Cómo hablar de los libros que no se han leído
domingo, 27 de marzo de 2011
Arte a todas horas (3) Frida Khalo siempre

viernes, 25 de marzo de 2011
El Cazador de Libros (7) Gabilondo y el final de una época

El periodista, según Gabilondo, debe comprometerse con la realidad, entenderla y dotarse de un armazón ético y para ello debe formarse de una manera integral. Debe dar el paso de la información al conocimiento (que no es lo mismo). Quizás este sea el signo más claro de este cambio de época: los cambios tecnológicos vertiginosos y los dictados del cálculo empresarial imponen un nuevo modelo, una especie de periodismo light y expres, centrado en la frivolidad y la levedad. No dejó de ser sintomático, como comentamos en su momento, que el espacio de periodismo de lujo que Gabilondo llevaba a cabo en el extinto canal CCN+ fuera sustituido por un Gran Hermano 24 horas (aunque finalmente el hastío y la saturación terminara también cerrando aquel bodrio).
De todos modos, Gabilondo nos pone los pies en el suelo a quienes estamos convencidos del fin de los tiempos: “(...) todas las personas mayores, y yo lo soy, siempre han creído que el mundo se moría al ver que el suyo se estaba extinguiendo, y lo cierto es que el mundo no se muere; solo se muere tu mundo.” (pag 52). ¡Vaya, por Dios! Quizás no era necesario que Gabilondo afinara tanto y nos dejara el consuelo a los agoreros como yo de seguir pensando que después del libro de papel solo puede venir el caos. En cualquier caso “estamos en pleno proceso de despedida del mundo que habíamos conocido para dirigirnos, aún de manera imprecisa, hacia ese universo complejísimo de lo digital y las nuevas conectividades” (pag 150). Algo es algo.
martes, 22 de marzo de 2011
El Catalejo (8) ¿Nucleares? No, gracias

Como pasó el tiempo, y la naturaleza humana es como es, los efectos psicológicos de Chernobyl se fueron atenuando. Además, siempre se le podía achacar la culpa a la proverbial ineficiencia soviética y a su obsoleta tecnología. Pudimos comprobar con cierto pasmo la conversión de James Lovelock, postulador de la hipótesis de Gaia y gurú del ecologismo, a las huestes de los pro-nucleares, como una supuesta forma de combatir el cambio climático. La idea es que las actuales centrales nucleares son lo suficientemente seguras y que constituyen una forma, a la postre, limpia y eficaz de generar energía. ¡Y en esto

sábado, 19 de marzo de 2011
El Cazador de Libros (6) Leer en el final de los tiempos

Desde luego que estas conductas se han convertido en altamente sospechosas. ¿Estamos o no al final de los tiempo, amigos míos? De alguna manera sí, desde luego. Al menos de un cierto tiempo, de una cierta manera de contarlo y vivirlo. No puedo evitar fijarme de soslayo en alguien que lee un libro en una parada de guaguas, en la consulta de un médico o en un avión. ¿Qué personalidad se esconde tras ese individuo tan peculiar?, ¿qué le ha llevado a abrir ese libro?, ¿por qué ese libro y no otro? De igual modo, no puedo dejar de sentir una extraña mezcla de compasión y otros sentimientos difícilmente reproducibles cuando atisbo a algún transeúnte pegado a alguna de los nuevas maneras de llevar una pantalla digital encima. Me preocupa esta forma de regalarle personas a estas máquinitas. Lo menos que pienso es en alguna nueva forma de zombificación, ya saben.
Hace unos días se nos ocurrió a una amiga y a mi un curioso concepto que reflejara este estado de cosas. Acuñamos el término “apocalipticismo glam” (lo de “glam” es el inevitable recurso al absurdo que nos embarga y que, de alguna manera, también nos salva). Esperamos que en la medida en la que profundicemos en este nuevo término (del que sin rubor ya nos atribuimos su autoría) podamos disponer de un nuevo “ismo” de ultimísima hora. En realidad soñamos con una especie de manifiesto al estilo de André Bretón. La idea es que vivimos en una época terminal, en la del fin de la Cultura Material, aquella en la que se hará realidad el vaticinio de Marsall Berman: “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Por tanto, la lectura en un libro impreso es un gesto de resistencia, de insolencia, casi. Frente al canto de sirena del e-book, de la puñetera tablet, el viejo libro de papel aparece como el último bastión de aquella cultura que quiso ser (y seguramente no pudo) liberadora. Leer un libro de papel lleva camino de convertirse en un acto de rebeldía, en una pose romántica, demodé, teñida del heroicismo trágico de los vencidos que luchan hasta el final contra lo inevitable. Leer en estos tiempos postreros tiene un valor añadido. Del mismo modo que aquellos reos que saben que van a morir y se entregan a los más disparatados placeres en sus últimos momentos, leer hoy en día tiene que tener un componente celebrante, dionisiaco y al mismo tiempo mistérico. Los últimos lectores tienen que encontrarse como ballenas que se atraen con sus infrasonidos a cientos de kilómetros de distancia. Es casi una mera cuestión de supervivencia ahora que según parece nos están cambiando el escenario.
miércoles, 16 de marzo de 2011
El Catalejo (7) El Titanic japonés

De alguna manera Japón fue el Titanic de la posguerra. La recuperación del país después de la II Guerra Mundial fue asombrosa. Su capacidad tecnológica e investigadora, su desarrollo industrial y social, la auparon, hasta hace poco, al segundo puesto de las economías mundiales. Su talón de aquiles secular siempre fue su carencia de materias primas y recursos energéticos propios. Al igual que el resto de potencias económicas, pero en el caso de Japón especialmente, el desarrollo de la energía nuclear le proporcionó una importante autonomía energética. Pero Japón también tenía su propio iceberg mortal. Esta era su peligrosa situación geográfica al borde mismo del llamado “Cinturón de Fuego”, una de las fallas más activas del planeta.
La idea de que la tecnología nos salvará, de que al final es posible burlar los condicionantes naturales, siempre termina por imponerse en la mentalidad del hombre moderno. Es cierto que

Este paralelismo no es un sarcasmo, no es un planteamiento irrespetuoso con la memoria de las víctimas; es una reflexión con vocación trágica a la vista del difícil transcurrir de la humanidad en este pequeño lapsus de tiempo.
lunes, 14 de marzo de 2011
El Cazador de Libros (5) 5.000 libros

Pero no todo van a ser alegrías. La falta crónica de espacio de la que sufro hace que abunden pilas de libros por aquí y por allá. Un desorden ordenado que casa mal con mi cuadrícula mental. Pero ¿qué le vamos a hacer? No puedo evitar que los libros me compren a mi. Cuando entro en una librería oigo voces que dicen “cómprame, cómprame... léeme, léeme...” Me han dicho que la cosa no tiene cura por lo que no queda más remedio que seguir tirando de tarjeta. Al mismo tiempo, el milímetro de estantería se ha puesto carísimo, más que el barril de petróleo Bren. Cuando llegue el momento en que tenga que colocar unos libros detrás de otros en los estantes probablemente sea otro de los signos del inminente apocalipsis. Les tendré informados.
Por cierto, el libro que lleva el registro 5.000 es “El refugio de la memoria” de Tony Judt (Taurus 2011), una especie de escrito postrero de este historiador, concluido escaso tiempo antes de que su enfermedad degenerativa terminara con él. Lo que he hojeado de este libro me lleva a pensar que no me quedará más remedio que adelantarlo en la lista de libros por leer.
sábado, 12 de marzo de 2011
El Impertinente (3) Libertad en internet

El entramado político-económico que nos gobierna, esa esfera difusa de poder, estaría bastante cómoda con un uso meramente recreativo / consumista de internet por parte del personal. Pase usted horas delante de la pantalla del ordenador haciendo uso de aplicaciones a cuál más chorra. Entreténgase con aspirantes a estrellas mediáticas que le informarán sobre el último truquillo para lucir mejor las uñas. Reenvíe correos masivos a su lista de contactos sobre estupideces perfectamente prescindibles. Esto es casi como una nueva forma de contaminación. La saturación del espacio digital, de los muros de las páginas personales, con todo tipo de tonterías y vacuidades debería estar penalizada. Piense que en ese instante que vaga usted sin saber qué hacer por internet quizás haya llegado la hora de apagar el ordenador y leer un buen libro o ponerse a disfrutar de una buena película.
Sin embargo hay otros usos de internet que se están revelando como, hay que reconocerlo, fascinantes. Internet permite formas de comunicación horizontal de manera casi ilimitada. Cuando se utiliza este canal para luchar contra las injusticias, denunciar todo tipo de abusos y tropelías, conectar con otras personas para actuar en la vida real estamos haciendo efectivo el sueño de una comunidad solidaria. Es en este aspecto donde internet se muestra como un espacio de libertad real, en el que se exhibe como una fuerza transformadora sin parangón. Singularmente, en el ámbito de las redes sociales, este potencial cobra aún más fuerza. No sé si Mark Zuckerberg, el joven y archimillonario creador de facebook, tenía esto en la cabeza (más bien no, si tenemos en cuenta que esta red nació para poner en contacto a jóvenes universitarios especialmente hormonados) pero lo cierto es que el creciente uso de estas plataformas se está convirtiendo en el verdadero “cuarto poder”. Y si recordamos a Montesquieu lo importante, la base de una sociedad democrática -diríamos hoy en día- es la división y el control mutuo de los poderes (aunque este significativo pensador ilustrado nunca llegara a entreveer siquiera el poder de la prensa). Esto se convierte en una necesidad sobre todo en lugares donde los medios de comunicación de masas están completamente controlados por las dictaduras, las notorias y las disimuladas, las parias y las apoyadas por “la comunidad internacional”. Que se lo digan a los sátrapas árabes que se están viendo sacudidos de sus poltronas por una ciudadanía que reclama más democracia y que ha encontrado en internet el espacio para coordinarse e informarse. Que se lo digan también a los gobiernos de los países occidentales, particularmente el de EE.UU, que han visto aireadas sus vergüenzas, su falta de honestidad y transparencia gracias a Wikileaks. Lo ideal sería -aunque en esto no queda más remedio que ser muy escéptico- que estas nuevas formas de comunicación, de activismo social, fuese la antesala de una “nueva Ilustración”. Habrá, por tanto, que estar muy vigilantes frente a los inevitables intento de los de siempre por amordazar Internet, por poner palos en las ansías de libertad y democracia de la ciudadanía.

miércoles, 9 de marzo de 2011
Acción Solidaria (3) ¿Injerencia humanitaria en Libia?

Lo que resulta cínico y éticamente reprobable en todo esto es que este tirano era agasajado por los países occidentales, adalides de las libertades y otras milongas, hasta hace poco. Todo el mundo miraba para otra parte cuando éste y otros personajes paseaba su histrionismo por aquí y por allá. El petróleo tapa muchas bocas y causa severa miopía (ahí está Teodoro Obiang y su hijo Teodorín con su yate hipermillonario para atestiguarlo, sin ir muy lejos). Pero cuando cambian los vientos de la historia, muchas veces por voluntad de los desposeídos, los mismos intereses que antes hacían oídos sordos ahora se visten con los ropajes de los Derechos Humanos. Vale, supongamos que ese es el juego.
¿Por qué no avanzar entonces un poquito más en el devaluado juego de la coherencia? ¿Por qué no condenar ya de entrada a toda esa ristra de gobiernos antidemocráticos que se empeñan en ignorar los derechos básicos de sus ciudadanos? ¿Por qué no avanzar en ese propósito tan noble de la 'justicia universal' (por mucho que al Juez Garzón le haya costado tantos disgustos). Este sería el marco idóneo donde cualquier injerencia humanitaria estaría completamente legitimada. Eso sí, siempre que viniera de un Consejo de Seguridad de la ONU (auténtico gobierno mundial) donde las potencias que se sientan en él, de manera vitalicia, no estuvieran atenazadas por sus propias contradicciones y vergüenzas. Como situación de urgencia sería un mal menor que el primo de Zumosol, EE.UU, hiciera uso de sus aviones de la VI Flota para evitar que Gadafi se salga una vez más con la suya. Pero aprovechando la coyuntura, ahora que los árabes parece que, contra todo pronóstico, han vuelto a poner de moda la palabra 'democracia' ¿por qué no exigir la demolición de este orden de cosas que sigue favoreciendo a Estados corruptos, antidemocráticos y liberticidas?
lunes, 7 de marzo de 2011
Cine a solas (2) Betty Garret

Con los años he empezado a descubrir una gozosa mitomanía.
sábado, 5 de marzo de 2011
El Cazador de Libros (4) Indignaos

Hessel fue un miembro activo de la resistencia francesa contra los nazis. Terminó atrapado por la Gestapo en 1944 y consiguió escapar de una muerte segura del campo de concentración de Buchenwald. Tras la guerra ejerció de diplomático y participó nada más y nada menos que en el equipo redactor de la Declaración de los Derechos Humanos. Fue embajador de Francia ante la ONU, cosa que tampoco fue óbice para que ejerciera siempre una sana disidencia, como demuestra su apoyo a la independencia de Argelia o a la causa palestina. Hessel se ha propuesto sacudir por los hombros a los jóvenes, a quienes debieran empuñar el relevo de la resistencia y sin embargo parecen aquejados (perdón por la generalización) por el mal de la indiferencia. El libro está prologado por José Luis Sampedro, nuestro Hessel particular. Otro nonagenario investido de una enorme autoridad moral. Sus líneas son otra pequeña muestra, como nos tiene acostumbrados, de sabiduría y humanismo, dos cualidades en vías de extinción en nuestra sociedad digital.
Admito, sin embargo, que no deja de ser una de esas paradojas sangrantes de nuestro capitalismo triunfante que comprara este librito en un centro comercial y me lo leyera en un banco del mismo (no son sino sesenta páginas de nada, pero sabrosas como pocas). Ya sabemos que esta forma actual del capitalismo es particularmente glotón y deglute incluso aquello que se presenta como una crítica del mismo. Lo mejor es terminar con el requerimiento final de Hessel: “(...) Apelemos todavía a una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos. A aquellos que harán el siglo XXI, les decimos, con todo nuestro afecto: CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR”.
Dicho queda.
jueves, 3 de marzo de 2011
El Aula (6) La escuela como no-lugar

Algo parecido tuvieron que pensar los estudiantes de La Soborna en Mayo de 1968 (sorry, ya sé que está mal visto a estas alturas la cosa sesentayochista -debe ser porque, a pesar de todo, sigo cometiendo el pecado de leer a Cohn-Bendit). Hubo un tiempo en que coleccionaba pintadas de la época y recuerdo una con la que me identificaba mucho: “profesores: están muertos”. Eso es lo que deben seguir pensando, décadas después, muchos alumnos: las clases son un espacio escindido del resto de la vida y los profesores una triste, amargada e insoportable clase profesional. La escuela es una especie de no-lugar, según la terminología del antropólogo francés Marc Augé. Un 'no-lugar' es un espacio carente de historia e identidad relacional. 'No-lugares' son básicamente los centros comerciales, los aeropuertos, los restaurantes de comida-rápida. Por último, los centros educativos se han incorporado a esta nómina de pseudoespacios propios de la sociedad de consumo de masas. Estas alumnas llegaron por su cuenta a la conclusión de que sus vidas de estudiantes en gran parte quedaban reducidas a una ristra de exámenes, trabajos, notas, temas, horas de clase... que las posibilidades de convivencia están mediatizadas por normas, reglamentos y espacios convenientemente restringidos, que el margen para la novedad y la creatividad ha quedado sepultada por los criterios de evaluación. ¡Bienvenidas a la picadora de carne! Y les puedo asegurar que ninguna de ellas había oído antes el “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd.
Algo estaremos haciendo mal los profesores cuando, a la postre, lo único que somos capaces de despertar en el alumnado son estas tristes sensaciones. Qué desperdicio de tiempo y energía cuando dejamos escapar unos años maravillosos de despertar intelectual y emocional. Qué cosa tan lastimosa cuando nuestra vida profesional queda reducida también a una triste repetición de lugares comunes y monótonas salmodias. No es de extrañar que la distancia entre el profesorado y el alumnado termine siendo la misma que puede haber entre un dinosaurio y el gato doméstico. Así es difícil que podamos conseguir nada mínimamente satisfactorio, algo más interesante que ese complejo nuestro de notario que certifica que este alumno merece un nueve y aquel otro un dos. Entre unos y otros hemos convertido la escuela en un permanente estado de excepción antes que en un lugar de vida y conocimiento.
Chicas: lo siento. Estoy convencido de que al final la vida se abre paso y que esas cosas interesantes que se encuentran en lo márgenes serán alimento suficiente para esos espíritus inquietos.
martes, 1 de marzo de 2011
El Catalejo (6) Wisconsin

Pero he aquí que los funcionarios y trabajadores públicos se han echado a la calle y han tomado el Capitolio de Madison, la capital del Estado. Hay un clima de auténtica revuelta que el gobernador no ha tardado en utilizar como excusa para reforzar sus argumentos: detrás de cada trabajador público, o al menos de quien no agache la cerviz, hay un peligroso izquierdista en potencia que amenaza el American Way of Life. No ha dudado también en amenazar con despedir a todo el mundo -y ya se sabe que en el Far West se las gastan así. Como es habitual en estos casos, este corpúsculo ultraliberal utiliza la excusa de la crisis y el déficit presupuestario (argumentos que no son tales cuando se trata, por ejemplo, de acudir prestos en el rescate de algún banco en problemas por sus propias prácticas especulativas o de alguna corporación financiera). Pero está claro que detrás de todo esto hay algo más. Hay una lucha titánica por imponer un modelo económico y social a medida de estas élites depredadoras. No son pocos los estados en manos de los republicanos más extremistas que están a la espera de ver cómo se desarrollan estos acontecimientos para sumarse a esta fiesta con toneladas de teína. En el resto del mundo no tenemos muchos motivos para sentirnos tranquilos, al menos los que pensamos que el único horizonte viable es el del reparto de la riqueza, la universalización de los derechos humanos y civiles y un nuevo pacto con el medioambiente que garantice la supervivencia de nuestra especie a largo plazo. En Wisconsin se juega mucho en estos momentos -nuestros propios cachorros ultraliberales lo saben.
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