jueves, 3 de marzo de 2011

El Aula (6) La escuela como no-lugar

Una conversación en la biblioteca del centro con un grupo de alumnas de 2º de bachillerato derivó en uno de esos momentos mágicos en los que el tiempo se detiene y ahondas en los misterios de la existencia. Quizás ese “filosofar” del que hablaba Kant. Después de una auténtica tertulia de salón una alumna puso una nota triste y melancólica: “tengo la sensación de que estamos desperdiciando los mejores años de nuestra vida”. Esto, curiosamente, lo decía una alumna de una trayectoria ejemplar en el centro. Una intervención que rápidamente fue corroborada por las demás. Podía haberle respondido algún tópico del estilo “la vida es así”, “hay que esforzarse”, “esto no es un juego” pero, francamente, primero tendría que creerlo. Solo atiné a comentarles “no saben cuánto me duele tener que oír esto”.
Algo parecido tuvieron que pensar los estudiantes de La Soborna en Mayo de 1968 (sorry, ya sé que está mal visto a estas alturas la cosa sesentayochista -debe ser porque, a pesar de todo, sigo cometiendo el pecado de leer a Cohn-Bendit). Hubo un tiempo en que coleccionaba pintadas de la época y recuerdo una con la que me identificaba mucho: “profesores: están muertos”. Eso es lo que deben seguir pensando, décadas después, muchos alumnos: las clases son un espacio escindido del resto de la vida y los profesores una triste, amargada e insoportable clase profesional. La escuela es una especie de no-lugar, según la terminología del antropólogo francés Marc Augé. Un 'no-lugar' es un espacio carente de historia e identidad relacional. 'No-lugares' son básicamente los centros comerciales, los aeropuertos, los restaurantes de comida-rápida. Por último, los centros educativos se han incorporado a esta nómina de pseudoespacios propios de la sociedad de consumo de masas. Estas alumnas llegaron por su cuenta a la conclusión de que sus vidas de estudiantes en gran parte quedaban reducidas a una ristra de exámenes, trabajos, notas, temas, horas de clase... que las posibilidades de convivencia están mediatizadas por normas, reglamentos y espacios convenientemente restringidos, que el margen para la novedad y la creatividad ha quedado sepultada por los criterios de evaluación. ¡Bienvenidas a la picadora de carne! Y les puedo asegurar que ninguna de ellas había oído antes el “Another Brick in the Wall” de Pink Floyd.
Algo estaremos haciendo mal los profesores cuando, a la postre, lo único que somos capaces de despertar en el alumnado son estas tristes sensaciones. Qué desperdicio de tiempo y energía cuando dejamos escapar unos años maravillosos de despertar intelectual y emocional. Qué cosa tan lastimosa cuando nuestra vida profesional queda reducida también a una triste repetición de lugares comunes y monótonas salmodias. No es de extrañar que la distancia entre el profesorado y el alumnado termine siendo la misma que puede haber entre un dinosaurio y el gato doméstico. Así es difícil que podamos conseguir nada mínimamente satisfactorio, algo más interesante que ese complejo nuestro de notario que certifica que este alumno merece un nueve y aquel otro un dos. Entre unos y otros hemos convertido la escuela en un permanente estado de excepción antes que en un lugar de vida y conocimiento.
Chicas: lo siento. Estoy convencido de que al final la vida se abre paso y que esas cosas interesantes que se encuentran en lo márgenes serán alimento suficiente para esos espíritus inquietos.

5 comentarios:

  1. Damián, tú has sabido llevar la enseñanza mucho más allá de lo que estamos acostumbradas. Nos has tenido en cuenta como a personas, cada una con su mundo, no sólo como a alumnos enumerados a los que calificar con una triste nota. No tienes nada por lo que pedir perdón! Todo lo contrario: quizás si comenzamos a ver al instituto como un lugar hostil y en el que perdemos el tiempo, es porque gente como tú nos ha hecho ver lo mucho que nos limita el sistema y nos aleja de nosotros mismos al mismo tiempo. Con lo bien que se podrían hacer las cosas si no se plantearan metas tan prácticas, sino procesos enriquecedores tanto en lo académico como en lo personal. Habrá que hacer algo por cambiarlo :)
    Un abrazo! Y hey, teachers! Leave the kids alone! Jajaja.

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  2. Me encanta la transgresión sin límites a la que eres capaz de llegar...
    Por cierto, ¿cómo traduzco tus palabras a mi claustro de compañeros?
    Un abrazo

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  3. Yo también me planteo en bastantes ocasiones qué estamos haciendo, o qué hemos hecho, para que después de tantos años de escolaridad dejen ese poso de desencanto y de desconexión con la "vida real" o con lo que realmente importa, que tiene buena parte del alumnado...

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  4. El sistema. ¿Quien forma el sistema? ¿Como se cambia el sistema? El sistema seguirá existiendo porque es algo que forma el ser humano en su camino de mejora personal,social....No es inmutable. Pero es cierto que falla y que su adaptación a los nuevos tiempos va más despacio que lo que sería deseable para muchos "despiertos". Ser crítico con el sistema es el primer paso para cambiarlo.
    Creo que tus alumnos y alumnas comienzan a darse cuenta que la escuela puede ser algo más, aunque ese algo más no lo hayan vivenciado. Ellos serán la próxima generación de profesores, podrán ayudar a cambiar algo del sistema y volverán a tener alumnos que serán críticos con el mismo.
    Es verdad, ¡la vida es así! Para bien o para mal.

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  5. Gracias por sus comentarios. Anónimo 1: a pesar de todo el instituto no es un lugar hostil, es el espacio donde al fin y al cabo ha ido creciendo personas tan íntegras e interesantes como tú. Anónimo 2: mejor no traducir nada, no es cuestión de perder el tiempo. Querida AEB plantearse de vez en cuando lo que uno hace ya es suficiente. Estimado Chencho: es cierto, la vida se repite.

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