
El entramado político-económico que nos gobierna, esa esfera difusa de poder, estaría bastante cómoda con un uso meramente recreativo / consumista de internet por parte del personal. Pase usted horas delante de la pantalla del ordenador haciendo uso de aplicaciones a cuál más chorra. Entreténgase con aspirantes a estrellas mediáticas que le informarán sobre el último truquillo para lucir mejor las uñas. Reenvíe correos masivos a su lista de contactos sobre estupideces perfectamente prescindibles. Esto es casi como una nueva forma de contaminación. La saturación del espacio digital, de los muros de las páginas personales, con todo tipo de tonterías y vacuidades debería estar penalizada. Piense que en ese instante que vaga usted sin saber qué hacer por internet quizás haya llegado la hora de apagar el ordenador y leer un buen libro o ponerse a disfrutar de una buena película.
Sin embargo hay otros usos de internet que se están revelando como, hay que reconocerlo, fascinantes. Internet permite formas de comunicación horizontal de manera casi ilimitada. Cuando se utiliza este canal para luchar contra las injusticias, denunciar todo tipo de abusos y tropelías, conectar con otras personas para actuar en la vida real estamos haciendo efectivo el sueño de una comunidad solidaria. Es en este aspecto donde internet se muestra como un espacio de libertad real, en el que se exhibe como una fuerza transformadora sin parangón. Singularmente, en el ámbito de las redes sociales, este potencial cobra aún más fuerza. No sé si Mark Zuckerberg, el joven y archimillonario creador de facebook, tenía esto en la cabeza (más bien no, si tenemos en cuenta que esta red nació para poner en contacto a jóvenes universitarios especialmente hormonados) pero lo cierto es que el creciente uso de estas plataformas se está convirtiendo en el verdadero “cuarto poder”. Y si recordamos a Montesquieu lo importante, la base de una sociedad democrática -diríamos hoy en día- es la división y el control mutuo de los poderes (aunque este significativo pensador ilustrado nunca llegara a entreveer siquiera el poder de la prensa). Esto se convierte en una necesidad sobre todo en lugares donde los medios de comunicación de masas están completamente controlados por las dictaduras, las notorias y las disimuladas, las parias y las apoyadas por “la comunidad internacional”. Que se lo digan a los sátrapas árabes que se están viendo sacudidos de sus poltronas por una ciudadanía que reclama más democracia y que ha encontrado en internet el espacio para coordinarse e informarse. Que se lo digan también a los gobiernos de los países occidentales, particularmente el de EE.UU, que han visto aireadas sus vergüenzas, su falta de honestidad y transparencia gracias a Wikileaks. Lo ideal sería -aunque en esto no queda más remedio que ser muy escéptico- que estas nuevas formas de comunicación, de activismo social, fuese la antesala de una “nueva Ilustración”. Habrá, por tanto, que estar muy vigilantes frente a los inevitables intento de los de siempre por amordazar Internet, por poner palos en las ansías de libertad y democracia de la ciudadanía.

Corren tiempos esperados y temidos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEso me temo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarSi es cierto, es fascinante el uso de posibilidades que las redes aportan. Pero también es increiblemente increíble la manera en que modifican la vida cotidiana y doméstica de las personas. Usted lo ha dicho, debería estar penalizada tanta tontería y ñoñería que vemos y leemos y que vagar no se convierta en algo sin sentido. Mucho me temo que hasta los más avezados y las mentes más lúcidas dedican una serie de horas importantes a vagar, leer, enviar mensajes o contestar un tanto por ciento alto o altísimo de trivialidades que no llevan a ningún lado. ¿cómo hay gente que puede dedicar tantas horas a la conexión sin mirar para otros lados? y no ver nada a su alrededor, cuando realmente hay gente real esperándole. Eso me lo pregunto casi diario en vista de mi indirecta experiencia.
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