martes, 11 de enero de 2011

El Catalejo (2) Las recetas del Tea Party

La humanidad, aparte de desmemoriada, camina como los cangrejos. Siglos de constatar los peligros del fanatismo, del integrismo de todo signo, de creer que la verdad es algo que se posee en propiedad no han servido para que aprendamos algo. El reciente ataque de un fanático adlater del tenebroso universo del Tea Party contra la congresista demócrata Gabrielle Giffords, que dejó un reguero de muertos y heridos, es la más salvaje expresión de la barbarie cerril que parece abrirse camino. Puede que la historia sea cíclica y estemos viviendo de nuevo ese auge del fascismo que siguió a la Gran Depresión de 1929. Parece que la combinación fatal entre el nacionalismo ultramontano y el ultraliberalismo económico resulta atrayente para las masas descontentas. Supongo que la mezcla de recetas fáciles, promesas de enriquecimiento rápido, la técnica del chivo expiatorio, la demonización del otro, el liderazgo mesiánico, las banderas al viento, etc tienen la capacidad de captar una clientela con un alto grado de fidelidad. Una receta más que contrastada y acreditada en su instantánea digestión.
El presunto autor de la masacre, Jared Lee Loughner, es otro de los rostros desafiantes de esa ultraderecha norteamericana que se ve a sí mismo como el pueblo elegido por Dios, depositarios de valores superiores y eternos que se sienten siempre amenazados por un contubernio poblado de comunistas, negros, hispanos, musulmanes, hippies y todo aquel que, como decía Chalston Heston, no esté dispuesto a morir con un arma en la mano por la bendita supremacía WASP (White Anglo-Saxon Protestan).
La llegada de Obama a la presidencia, un presidente más que tibio pero peligroso a ojos de esta grey por proponer algo tan antiamericano como la salud universal, ser negro y llamarse también Hussein, ha desatado las neuras de los amantes del té en bolsitas de pólvora. El peligro es que estas cosas se contagien al resto del planeta. Que nuestros propios loquetas se apunten al tiro rápido, a la caza del rojo, del discrepante. Que se extienda una fraternidad universal de salvapatrias que al grito de “Dios lo quiere” destape una nueva era de progromos. Parece política ficción pero de nuevo un vistazo a la historia más reciente basta para que se nos desaten todas las alarmas. Los Estados Armados de América, para bien o para mal, siguen marcando tendencia, perseguidos a corta distancia por el nuevo modelo asiático (a cual peor). Su poderosa industria mediática y cultural tiene una capacidad de penetración inigualable. Puede que todavía a muchos ciudadanos civilizados las puestas en escenas de la derecha norteamericana nos sigan dando bastante grima pero ¿quién sabe? ¿veremos más pronto que tarde a algún Loughner entre nosotros? ¿tendremos alguna Sarah Palin en ciernes como anticipo de lo que nos espera?

1 comentario:

  1. Tristemente no puedo sino estar de acuerdo con tus apuntes. Las sociedades parece que tienden a copiar y repetir con la consiguiente degradación del modelo, si encima este lo está, ya ni te cuento.
    Qué cosas escribo, y eso que no quiero ser pesimista. Un fuerte abrazo.

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