viernes, 30 de septiembre de 2011

El Catalejo (32) El circo electoral

¡Comienza el circo electoral!, ¿y van...? Ahora que los grandes partidos están “cerrando las listas” (esto es: acuchillándose unos a otros por ocupar un “puesto de salida”) la cosa empieza a calentarse. En realidad, todo este proceso electoral constituye una carrera sin cuartel por colocarse (y colocar a los colegas) en puestos que aseguren una buena tajada en los próximos cuatro años. ¿Qué otra cosa podemos pensar cuando leemos en el periódico cosas como estas?: “la pugna está condicionada por la pretensión de algunos dirigentes en ir en lugares de salida tras haber perdido sus puestos en las municipales y autonómicas” (…) “Los barones pactaron la candidatura de XXXX a cambio de mantener la paz interna” (…) “Ahora el candidato ha impuesto la mayoría de sus condiciones pero no ha logrado situar bien a algunos colaboradores”, etc. Aunque estas citas, extraídas del periódico El País de hoy, se refieren a un partido concreto valdrían perfectamente para cualquiera de los grandes que, a la postre, se reparten el pastel parlamentario. Esto es propio de una forma de entender la política como una profesión que, fastidiosamente, hay que revalidar cada ciertos años en la cita con las urnas. Ahora toca recuperar la cercanía con el electorado perdida desde el día después de las últimas elecciones, parir propuestas e ideas a todo trapo aunque pasado mañana haya que dejarlas de nuevo en la cuneta, repasar los manuales del partido y acostarse prácticamente con el responsable de campaña. Pero, sobre todo, hay que sacar las navajas para pasar por delante del supuesto compañero, del camarada de filas, y asegurarse un buen puesto en las listas cerradas que el partido presentará como la mejor del mundo mundial. No creo pecar de ingenuidad ni reivindico un espíritu angelical en la cosa política. Solo es un poco de hartazgo frente a esta parafernalia bastante desacreditada. Una ciudadanía con un mayor nivel de conciencia terminaría por censurar este mercadeo. Sobre todo ahora en el que nuestros futuros administradores / gobernantes (o mejor dicho, directores generales de esta empresa de demolición en la que se han convertido los poderes del Estado) van a tener la responsabilidad de decidir sobre nada más y nada menos que las condiciones de supervivencia de la gran mayoría de la población. De todos modos, hay que tener pocas esperanzas ahora que volvemos a tener fútbol todos los días.

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