miércoles, 4 de enero de 2012

La política y la metáfora familiar

Afirma George Lakoff en su “No pienses en un elefante” (UCM, 2008) que a los norteamericanos lo que verdaderamente le influyen es el arsenal de metáforas que emplean los políticos para agenciarse su voto. Los republicanos (la extrema derecha ultracristiana y patriotera) gustan de utilizar la metáfora del padre rigorista que educa con disciplina a sus hijos y los demócratas (la derecha amable) la del padre permisivo. Puede parecer un ejercicio de excesiva simpleza pero también hay que reconocer que los yankies no dan para más. El caso es que en el fondo tampoco somos tan diferentes. Al fin y al cabo nos hemos educado con la industria cultural norteamericana como agente socializador de cabecera. También por aquí se oye de vez en cuando a algún político de estilo paternalista y con intenciones pedagógicas recurrir a la metáfora familiar. Sobre todo para darle un tironcillo de orejas a los manirrotos propios y avisarles de que una familia no puede gastar más de lo que ingresa, de que no se puede vivir por encima de las posibilidades y que es una locura pedir créditos sin fin. Pues vale.
A estas alturas del partido, no sería de extrañar que este político tan plecaro sea alguno de los responsables de haber llevado a este país al borde la bancarrota. Podemos leer hoy en la prensa cómo el gobierno del PP sale en ayuda de la Comunidad Valenciana para avalar el pago de una deuda por lo visto inaplazable. Se entera uno de que esta misma comunidad es la más endeudada del Estado, del mismo modo que el Ayuntamiento de Madrid lo es en el ámbito municipal. Pero ¿no eran estos los campeones de la gestión? Lo curioso de la derecha es que al mismo tiempo que abominan del intervencionismo estatal no tienen empacho en recurrir a este cuando las cosas vienen mal dadas. Juegan con el dinero público como si fuera el propio (un viejo tic heredado de aquellos años de “la calle es mía” -aunque, siendo justos, no son tampoco los únicos en caer en esta tentación). Puestos a apuntarnos a la dichosa metáfora digamos que ningún padre o madre de familia en su sano juicio deja a sus hijos sin comer, sin asistencia médica o sin colegio porque se venza el plazo del jacuzzi. No entremos en porqué tiene un jacuzzi -esa es otra historia. A ver si aprendemos de esta y entramos en la senda del decrecimiento.
[El Catalejo (1)]

1 comentario:

  1. JORGE NÚÑEZ DÍAZ4 de enero de 2012, 20:45

    ¡ En la senda del decrecimiento..! Yo creo que para los canarios deberiamos aplicarnos la clásica frase de Marx. "no es la conciencia lo que determina el ser social sino el ser social es quien determina la conciencia". De este modo, las formas de pensar, maneras de actuar están determinadas por la posición que la persona ocupa. Somos habitantes de unas islas ultraperifericas y nuestra conciencia esta determinada al menos un poquitito por nuestra situación geográfica de lejanía. Creernos españoles viviendo en África y pensar que somos parte del continente Europeo podría ser (no estoy seguro, pero quizás) tener falsa conciencia.
    Unidos podemos construir nuestro territorio y no dejar que nos los construyan para que se lleven el botín que genera nuestros recursos naturales (Alcampo, leroy Merlin, etc.)
    un saludos y felices Reyes Magos.

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