En una de nuestras interminables charlas políticas en la mesa de la cafetería del centro, hubo un momento en que pensé: “esto de hablar y hablar está bien pero ¿y qué?”, “¿he conseguido algo más que un momentáneo desahogo?”, “¿vale la pena dedicar tantas energías a análisis de salón?”, “¿se consigue algo a base solo de arrebatos de indignación?”. Esta tendencia mía a complicarme la vida me llevó a pensar seriamente en que habría que hacer algo más. Eché un vistazo al catálogo de posibilidades. Se puede contribuir a la construcción de una sociedad más justa desde diversas perspectivas, eso es indudable. Hasta ahora la militancia política era un tema tabú para mi por pura alergia al concepto mismo de “militaris”. Habría que buscar algún lugar donde la jerarquía y el ordeno y mando fuera una cuestión residual. Tampoco he sido nunca un ácrata así que toca tirar por el término medio, haciendo caso al viejo Aristóteles. Democracia y compromiso, cooperación y organización, asamblearismo y responsabilidad -estas podrían ser la salida. Luego viene la cosa ideológica (que no parece tan muerta como algunos quisieran). Mi autoconcepto como eco-socialista (definido a trancas y barrancas a lo largo de los años) cierra un poco el terreno, no cabe duda. En ese momento entra en escena mi desconfianza absoluta por los grandes partidos (los partidos / empresas), que funcionan como testaferros de oscuros intereses y en los que todos compiten por despistarnos con matices que disimulen su coincidencia en lo esencial. Como, obviamente, no hay nada más lejos de mi que medrar en alguna de estas organizaciones (lo que no quiere decir que todo el que pertenezca a las mismas lo haga, cuidado), me encanta mi trabajo y no sueño con ningún coche oficial a corto ni a larguísimo plazo habría que buscar entre algún tipo de organización pequeña y diferenciada. Es deseable que esta organización esté en un proceso aún de construcción (los procesos a este nivel son más interesantes), que desprenda entusiasmo y capacidad de aglutinamiento, que no haya perdido el espíritu de la utopía y la sensibilidad de lo cercano, que aspire a un proceso de transformación social desde abajo... Demasiados requisitos, lo sé. Pero ¿hay alguna opción con un campo de búsqueda tan restringido? Sorprendentemente la hay: Alternativa Sí se Puede. Y aquí me tienen, embarcado en esta pequeña nave que aspira a llegar al puerto de la democracia, el regeneracionismo, la justicia social y la defensa del medioambiente. Un grupo de “irreductibles galos” que tratan de mantener vivo el llamado “Espíritu de Vilaflor”: un histórico episodio en el que toda una isla se echó a la callé para parar uno de tantos desaguisados medioambientales que la oligarquía gobernante pretendía llevar a cabo en esta Ínsula de Barataria. Una contestación social que desembocó en la mayor manifestación que ha visto esta tierra jamás y que descolocó completamente a los prebostes locales. De ahí nació una confluencia de ciudadanos y colectivos que apostaron por una política auténticamente de izquierdas y no por el ejercicio del marketing, el cinismo y la mediocridad. Un proyecto que entienda que la economía debe estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de la economía. Que tenga el punto de mira donde debe: en el bienestar ciudadano y no en proteger los intereses del gran capital. Que camine hacia un nuevo “pacto” con la Naturaleza, sabiendo que de ello depende nuestra supervivencia como especie y nuestra viabilidad como comunidad. Que recupere la política como el ejercicio natural de la ciudadanía y no como el oscuro oficio de personajes de dudosa calaña. Hay que pensar que introducir espacios de cambio y transformación real es posible, que con argumentos, transparencia y honestidad es factible convencer a la ciudadanía de que otro modelo económico, otra manera de entender la política y las relaciones sociales, otro acercamiento al medioambiente que nos sustenta es necesario y en ello nos va el ser o no ser. En definitiva: que “Sí se Puede”.
Mucha fuerza y que la fuerza os acompañe. Un fuerte abrazo.
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