Es difícil decirle a un pueblo que lleva décadas en el exilio que la situación geopolítica no les es favorable. Los saharauis son un pueblo olvidado, para muchos una molestia de la historia. ¿A quién le importa un puñado de individuos que llevan años malviviendo en pleno desierto, dependiendo de la cooperación internacional y reclamando un Estado que no quiere nadie? Mejor tener contento al aliado marroquí, que se presenta como baluarte contra el integrismo rampante y que es un fiel comprador de armas. Además, si se molestan te la pueden liar en la frontera o ponerse farrucos con el tema de la inmigración irregular. Con Francia y, sobre todo, EE.UU como primos de Zumosol mejor pasar de puntillas sobre el asunto.
Sin embargo, parece que el Comendador de los Creyentes anda un poco nervioso últimamente. Puede que sea porque personas como Aminetu Haidar la arman en un aeropuerto, unos locos canarios se plantan en El Aaiun con banderas saharauis y golpean las botas marroquíes con sus narices o porque a algunos periodistas le ha dado por husmear más de la cuenta pero lo cierto es que últimamente parecen actuar como lo haría un lobo acorralado. Demasiado jaleo para una pacífica provincia marroquí donde todos los súbditos de Mohamed V viven encantados bajo la afable y bondadosa protección del monarca. ¿Será que la causa saharaui empieza a calar de verdad en la opinión pública internacional? ¿será que la gente empieza a cansarse de las supuestas “razones de Estado” que ni son razones ni se sabe a qué Estado representan? Algo empieza a moverse al sur de Tarfaya. Cuando un régimen recurre al matonismo y al gatillo fácil enseña sus verdaderos “argumentos”, muestra su verdadera cara más allá de la propaganda oficial. Y esto no suele pasar desapercibido a las personas de bien (que las hay).
Sin embargo, parece que el Comendador de los Creyentes anda un poco nervioso últimamente. Puede que sea porque personas como Aminetu Haidar la arman en un aeropuerto, unos locos canarios se plantan en El Aaiun con banderas saharauis y golpean las botas marroquíes con sus narices o porque a algunos periodistas le ha dado por husmear más de la cuenta pero lo cierto es que últimamente parecen actuar como lo haría un lobo acorralado. Demasiado jaleo para una pacífica provincia marroquí donde todos los súbditos de Mohamed V viven encantados bajo la afable y bondadosa protección del monarca. ¿Será que la causa saharaui empieza a calar de verdad en la opinión pública internacional? ¿será que la gente empieza a cansarse de las supuestas “razones de Estado” que ni son razones ni se sabe a qué Estado representan? Algo empieza a moverse al sur de Tarfaya. Cuando un régimen recurre al matonismo y al gatillo fácil enseña sus verdaderos “argumentos”, muestra su verdadera cara más allá de la propaganda oficial. Y esto no suele pasar desapercibido a las personas de bien (que las hay).
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