La visita a la Casa (A Casa) en la que José Saramago viviera sus últimos años en Lanzarote debería ser una parada obligada para todo amante de la Literatura (y no solo de ella) que recalara por Canarias. Tuve la oportunidad de visitarla hace unos días, a escasos cinco meses desde su apertura, y su recuerdo permanecerá indeleble (literalmente) en mí. De eso estoy seguro.
Si el objetivo de abrir esta casa al público era mantener vivo el espíritu de Saramago lo ha conseguido con creces. Tenemos que estar muy agradecidos por ello a la Fundación José Saramago y a su presidenta, Pilar del Río, por habernos regalado a los canarios, a los ciudadanos del mundo, este rincón donde se respira Literatura, Cultura y, sobre todo, humanismo.
Entré en la casa preso de una enorme emoción. El guía contribuyó desde el primer momento a hacer que el pequeño grupo de visitantes nos sintiéramos cómodos, como si entráramos no en un museo lleno de objetos sagrados sino en un lugar familiar en el que viviera alguien que hubiera sido parte de nuestras vidas durante mucho tiempo. El recorrido por la Casa está lleno de sorpresas. Una de ellas fue cuando nos invitaron a un café portugués en la mismísima cocina, atendido por Pastora, una de las personas que acompañaron a Saramago en sus últimos años. La cocina es definida como el alma de la casa y ciertamente esa sensación se tiene cuando uno saborea ese café entre las fotografías familiares de la nevera, los perros y la mesa que tantas veces presenciara el día a día de los habitantes de la casa. En el despacho de Saramago la cosa llegó casi al grado de éxtasis cuando se nos permitió sentarnos en la misma silla donde seguramente escribiera alguna de sus última obras. En cualquier otro sitio esto habría sido una especie de sacrilegio pero en A Casa es la marca de Saramago. Cada rincón de este lugar desprende el aroma de una vida entregada a la Literatura y al compromiso social y político. El distribuidor, con su alfombra volcánica, el dormitorio donde falleciera, el salón con su vista al jardín y al océano, todas ellas repletas de cuadros, libros y objetos que fueron importantes para el premio Nóbel portugués. Por si esto no fuera suficiente, se puede visitar la imponente biblioteca que Saramago construyera hace escasos años. En este maravilloso espacio se atesoran unos doce mil volúmenes que representan un itinerario cultural por la vida de nuestro escritor. Las sensaciones que aquí se experimentan son imposibles de describir. Si viviera en Lazarote probablemente terminaría instalándome en el municipio de Tías, donde está ubicada la Casa, con el único fin de estar más cerca de ella. Ahí conocimos a Saro, quien ejerce las funciones de bibliotecaria y con quien tuvimos una maravillosa conversación. Al final del recorrido se encuentra una pequeña tienda donde adquirí algunos pequeños tesoros. Colmado mi espíritu con el influjo de A Casa por la noche, en el apartamento, me puse el documental, adquirido en la tienda, José e Pilar (Os dias de José Saramago e Pilar del Río), realizado en 2010 por Miguel Gonçalves. Hacía tiempo que acostarme bien entrada la noche (a lo que soy tan poco aficionado) no me era de tan gran provecho. Este es un documental absolutamente imprescindibles para los lectores de Saramago. No les digo más. Para terminar de satisfacer el furor saramaguiano que transmite la Casa adquirí y leí casi de un tirón el libro de Fernando Gómez Aguilera: “José Saramago, la consistencia de los sueños” (Fundación César Manrique, 2010), publicado a raíz de la exposición homónima que dirigiera el autor en 2007. En fin, gracias a Pilar del Río por este impagable regalo.
Huy, huy, huy, cuanto gusto y placer transmite esta entrada Damián. Vamos que me lo has contagiado. Gracias amigo canario. Si un día me da el yuyu y vuelo a Canarias te haré caso, ah y también aprovecharía para saludarte. Beso.
ResponderEliminar¡Faltaría más emejota! Si te da por venir a Canarias, no dudes en visitarme. Y no olvides incluir una paradiña en A Casa, por cierto.
ResponderEliminarDamian, me alegro por tus sensaciones!!!! me contagiaste voy a ver si consigo el ejemplar acá en buenos aires..
ResponderEliminarMe voy corriendo a Lanzarote a visitar a casa Saramago. Esto de poder visitar una biblioteca privada y bucear entre sus libros, es para mí un privilegio. Me encantaba la faceta político-social de este escritor y su compromiso con los desfavorecidos. Un abrazo, estupendo post Damián.
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