Dentro de mi programación particular de verano se incluía un repaso a “La invasión de los ladrones de cuerpos” (Don Siegel, 1956) pero como hasta la fecha me ha sido imposible conseguirla (me sigo negando obstinadamente a bajarme cosas de internet, aunque la SGAE de Tedy Bautista haya pasado a mejor vida) tuve que conformarme con el remake de 1978, “La invasión de los ultracuerpos” (Philip Kaufman). Aunque el original tiene un encanto especial, a pesar de que, como otras tantas películas del género y de la época sea una paranoia anticomunista o MacCarthista (hay que vigilar al otro puesto que quizás no es lo que parece), la versión de Kaufman tampoco está exenta de 'encanto'. Hay una cierta polémica incluso entre los frikies del género sobre qué versión es la mejor. A mi simplemente me parece que responden a momentos distintos y por tanto con lecturas diferenciadas. La versión de Kaufman es realmente inquietante, con un final simple pero terrorífico. Además, el papel de Donald Sutherland, con ese aire entre excéntrico y ligeramente perturbado, aporta un plus fundamental al resultado final. Al igual que "La Guerra de los Mundos" (Byron Haskin, 1953) estas películas forman parte de una cierta constelación personal que acompaña mis pesadillas desde niño. Como nada parece casual, unos días después de volver a visionar esta peli me topé en una librería casi desmantelada, y entre la sección de saldos, el guión original de esta saga. Se trata de “Los ladrones de cuerpos” de Jack Finney, escrita en 1955, y reeditada recientemente por la editorial Bibliópolis con motivo de la aparición de la última versión de las famosas vainas alienígenas, "The Invasión" (Oliver Hirschbiegel, 2007). Está claro que el tema da para muchas secuelas. Y es que mirar de reojo al vecino, no sea que nos lo hayan cambiado, no es una costumbre mala del todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario