jueves, 28 de julio de 2011

Pasión por la Música (5) Olga Cerpa en Los Realejos

La semana pasada fui a un Festival de elección de la Reina de las Fiestas de mi pueblo. ¡No se alarmen!, ¡no piensen aún que he sido poseído por algún espíritu satánico! En realidad pagué la entrada con el objeto de oír a una de las mejores voces canarias de los últimos años: Olga Cerpa. Acudí al final del Festival aunque eso no me privó de ver el último pase de las candidatas. Muchos saben mi opinión acerca de estos eventos. Considero que es un acto degradante, machista y anacrónico. Aún así no se me ocurre ponerme a gritar soflamas contra ese acto que convierte a las mujeres en una suerte de mercancía. Esperé pacientemente a que el jurado se marchara a deliberar cuál de las clónicas candidatas debía ser coronada por el alcalde, entre acordes solemnes y mucho lagrimeo por parte del personal. El caso es que cuando empezó la actuación de la cantante grancanaria la parroquia, mayoritariamente compuesta por la muchachada amiga de las candidatas, sus familiares y los incondicionales de este tipo de espectáculo mostraron su más absoluta falta de respeto por la intervención de Olga. Para ser justo habría que decir que el escándalo provenía principalmente del primero de los sectores mencionados. Como a uno estas cosas le dan vergüenza ajena no me quedó más remedio que pedir a quienes se sentaban detrás de mi en más de una ocasión que respetaran mi derecho (previo pago de la correspondiente entrada) a oír a la emblemática voz de Mestisay. Al tercer intento desistí por completo e intenté poner en práctica mis últimas dosis de nihilista resignación. El escándalo del sector del público que había acudido allí con el único propósito de corear el nombre de su candidata en sus distintas apariciones sobre el escenario solo se apagó cuando el jurado volvió a sus asientos. Confieso que en ese momento estuve a punto de ser yo quien empezara a armar toda la jarana de la que hubiera sido capaz. Después pensé que quizás no era tanto culpa del público sino de quienes se les ocurre mezclar el caviar con las hamburguesas. Gracias a la profesionalidad de Olga Cerpa y sus magníficos músicos acompañantes la actuación llegó a su final con más pena que gloria, eso sí. Yo, siendo ellos, me hubiera ido después de la primera canción. En fin, la próxima vez no aparezco por ahí aunque contratasen a Les Luthiers para el cierre.

1 comentario:

  1. ¿Desde cuando los cerdos aprecian a las margaritas? (Alfredo Kraus). Desgraciadamente, querido Damián, estos hechos que relatas se repiten una y otra vez....Ahora nos deberíamos preguntar todos ¿dónde diablos estamos fallando con lo de la educación? Saludos.

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