No me queda más remedio que seguir con mi cruzada particular contra la extensión voraz del universo digital. En el marco del interesantísimo II Salón Internacional del Libro Africano (SILA), celebrado en el Puerto de la Cruz (Tenerife) se planteó, como no podía ser de otra manera, cuestiones referidas al futuro del libro, la edición y la impresión en el mundo digital que se nos avecina. No creo que mi mente esté demasiado instalada en el paleolítico. Una prueba de ello es la presente blogesfera en la que nos encontramos, una de las más rutilantes creaciones de este nuevo mundo, y que me permite difundir esta sarta de barbaridades. Sin embargo hay cosas, quiero creerlo, que asombran a cualquier individuo con un mínimo de sentido común. Algunos apóstoles de la Nueva Era Digital pretendían seducir al personal con las evidentes maravillas que se nos avecinan. Una promotora de la impresión a la carta afirmaba con jactancia que su e-book le permite llevarse setecientos títulos cuando se va de vacaciones. ¿Qué persona en su sano juicio pretende llevarse setencientos títulos cuando se va de vacaciones? ¿será que el aparatito de marras lee por ella? Otro pretendía asombrar a los editores con la posibilidad de que en el futuro pudiera insertarse publicidad en los márgenes de los libros. El día que me encuentre publicidad en los márgenes de un libro me pasaré al bando de los biblioclastas y lo quemaré sin piedad. Este mismo hombre invitaba al público a usar su e-book y comprobar el efecto realista del aparato al pasar las páginas. Por lo visto desplazar el dedo sobre una pantalla digital debe tener un efecto orgásmico superior al de hacer lo mismo sobre una antidiluviana hoja de papel. La sucesión de libros almacenados en carpetas y el efecto zoom en el tamaño de las letras mantenían a este singular personaje en un éxtasis permanente. Hasta el punto de afirmar sin rubor alguno que los lectores del futuro leerán novelas en sus teléfonos móviles. Mi mente estrecha tiene dificultades para imaginar a nadie leyendo Ana Karenina en su móvil. Supongo, de todos modos, que al ser Tolstoi una antigualla de la era de papel no será el ejemplo más indicado. Al parecer ya hay una nueva hornada de escritores ultramodernos, premiados en certámenes literarios innovadores, que están produciendo joyitas literarias adaptadas a los nuevos formatos y al nuevo lector que apenas puede encontrar un hueco entre las numerosas aplicaciones de su Ipad (¿se escribe así?) como para leer nada que le ocupe más de un minuto de su precioso tiempo virtual. Quizás parezca un tipo jactancioso y, como decía Eduardo García Rojas, reaccionario (mejor 'refractario') si digo que todo esto me parece una soberana estupidez. Me recuerda al que no sale de su casa al supermercado de la esquina sin el GPS conectado, que para eso le ha costado una pasta. La última colección de falsas necesidades esconde, simplemente, una nueva forma de hacer negocio. Del mismo modo que, de vez en cuando, nos cambian el formato de las películas para que tengamos que renovar todas las existencias, so pena de quedarnos fuera de juego y sin poder disfrutar de efectos hiperrealista, en 3D y sin tener la posibilidad de intercambiar impresiones al instante con otro espectador en Honolulu. Como para perder el sueño. El caballero ultratecnólogo no supo decirnos, de todos modos, a qué olía su e-book, pero todo llegará.
Tan buena entrada como las que nos tienes acostumbrados, pero esta vez mencionaré la imagen. Me encaaaanta. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, emejota. Si no fuera por los blogeros...
ResponderEliminarRecuerda lo de que los extremos se tocan, a ver si vas a cambiar y convertirte en un 'San iPablo'.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de leer en el móvil, de hecho ya se hace, piensa en las grandes ciudades y en los metros, mucha gente va leyendo y yo en Madrid ya los he visto con los ebooks ¿por qué no? Por supuesto podemos entrar otra vez en si es una necesidad, si reemplaza al libro actual ... mil temas. pero ¿Tú escribías en internet hace 5 años? ¿Leías las noticias y seguías a tus amigos hace 10?
¿Quién sabe lo que haremos dentro de otros 5?
Saludos
P.D. Si efectivamente algún día caes ilumninado como San Pablo y te conviertes en furibundo defensor de los ebooks, me ofrezco a comprarte de saldo algunos de tus libros ;)
Wraitlito: dentro de cinco seguramente nos insertarán el Ipad en el antebrazo, ya verás. Con el e-book se ha cruzado el Rubicón, esa es mi tesis y al igual que Julio César, terminarán por colarnos una nueva 'dictadura digital'. Ya sé que soy un apocalíptico (más que un integrado) pero la extensión de la estupidez que podemos constatar no me parece ajena a esa manía de ver el mundo a través de algún tipo de pantalla. Te disculpo, porque tu juventud te ciega (es una broma). Saludos.
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