sábado, 11 de septiembre de 2010

El Aula (7) Vivir para enseñar, decían

Me comentaba ayer mismo un campañero ya veterano, en uno de estos almuerzos tan necesarios para la buena marcha de un centro, que había estado gran parte de su juventud viajando por Sudamérica y por otros países como Alemania y Francia. Estudiaba, trabajaba y se empapaba de la vida y la cultura de los sitios por los que pasaba. Siempre pensó que eso era lo que enriquecería de verdad su posterior actividad como docente. Realizó estudios avanzados de Literatura Sudamericana en Colombia, participó del clima de exaltación política en el París pos-sesentayochista, trabajó duramente en la construcción en Munich, donde coincidió con las Olimpiadas y vivió el clima de terror posterior al atentando contra la delegación israelí. Nacido en una familia humilde de ocho hermanos, fue lo que los americanos llaman “un hombre hecho a sí mismo”. Otros compañeros y yo asistíamos encantados a los avatares de este hombre. Sin embargo una frase que me conmovió fue la que pronunció al terminar su relato: “pensé que esto me serviría como profesor y no encontré a nadie que le interesara”. Me pareció no sólo una 'tragedia' personal sino una metáfora de la condición humana. Nuestra incapacidad para valorar y aprender de la experiencia de los demás, el desprecio social por todo lo que no represente lo novísimo, la entronización de la estupidez y lo trivial, el culto a lo joven en su faceta puramente estética son cosas que nos están pasando factura, sobre todo en la enseñanza. No podemos permitirnos desaprovechar el caudal de experiencia vital y profesional de muchos docentes, aun al final de su vida laboral, puesto que al igual que alguien que comienza su andadura con entusiasmo y energía, representan también un valor insustituible. Al menos, quienes coincidimos en aquella esquina de la mesa pudimos disfrutar, entre el bacalao y el vino de la tierra, de una vida bien vivida.

2 comentarios:

  1. Mucho me temo que la capacidad de aprender de verdad solo es virtud de los inteligentes, y de esto no abunda demasiado. Qué bien entiendo a tu "viejo" profesor. A mi me ocurre con mis hijos, ahora me quieren dar lecciones,y algunas cosas acerca del motor de un coche etc., aprendo, y las demás me hago de nuevas, son tan felices los pobres, descubriendo el mundo por sí mismos. Un mundo que nos tocó descubrir a los demás. Disfruto viendoles seguir creciendo aunque sean mayores, pero comparto experiencia con tu compañero. No se si esto habrá influido a la hora de abrir el blog. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Poema de Mario Benedetti
    "Hombre que mira a otro hombre que mira"



    Vos también estás asombrado
    no querés admitir la salvación por el infierno
    o acaso no podés creer que haya
    cualesquiera hijos de vecino
    que metan la vida prójima en el cepo

    que un tipo pueda respirar
    y buscar el amor
    y faenar el tiempo
    y besar a sus hijos
    y decir oraciones
    y hasta cantar bajito
    después de haberse traicionado
    corrompido enmerdado
    metiendo la vida prójima en el cepo

    vos como yo estás asombrado.

    Salud-os

    ResponderEliminar