Ya sabemos que los EE.UU son, entre otras cosas, el mayor
exportador mundial de estupidez, seguidos
muy de cerca por China (que no solo en el PIB se compite). Cuesta creer
que una mayoría, o una parte significativa de la población, de este país se
zampe al pie de la letra las puestas en escenas de las convenciones de los
partidos en liza para las presidenciales del Imperio. Convención tras convención la corte de
asesores y especialistas en mercadotecnia escenifican el mismo ritual de la
vacuidad en dolby sorraund. E
invariablemente el rebaño de ovejas se emociona ante las confesiones de la esposa
del candidato aireando las virtudes familiares y piadosas del presidenciable.
Las cámaras recogen a los maravillosos retoños de la pareja que asisten con
contenida satisfacción a las puestas en
escena de sus progenitores. No en vano coronan de esta manera toda una vida
enfocada a perfeccionar la telegenia y desempeñar el papel de perfectos White
Anglo Saxon Protestan (categoría en la que entra perfectamente un Obama más white
que ninguno). Los comentaristas, a falta de algo verdaderamente sustancioso, se
aplican en buscar algún guiño, una palabra fuera del guión, un renuncio que
añada algo nuevo a tanta previsibilidad.
Uno está, además, por crear algún tipo de frente unitario contra
las versiones cantadas por solistas a
capella del himno estadounidense. Por favor, señores mandamases ¡no nos
castiguen más con tanto arrebato de emoción patria! Ya sé que cada uno se monta el sarao como mejor le va (que para eso
también por estos lares tenemos nuestras convenciones a base de bocadillos de
mortadela). Pero como en este mundo globalizado en una sola dirección somos los
de este lado del planeta los que tenemos que tragarnos tanta estupidez
mainstream (y no al revés) tengan un poco de compasión de nosotros, pobres
siervos que pagamos religiosamente nuestro diezmo en forma de aplicados
consumidores de basura de todo tipo. Lo verdaderamente peligroso es que, como
ha quedado contrastado, la estupidez resulta altamente contagiosa. Y no habría
que extrañarse de que en un futuro cada vez más cercano, dada la indisimulada
cutre-política pepera, empecemos a ver a las esposas cañí de por aquí cerquita
alabando las paellas del candidato a dirigir la cosa patria, mientras los
niños, educados en los maristas (como corresponde a la clase dirigente), lucen
raya del pelo al lado y traje azul de chaqueta y corbata con gemelitos de oro,
recuerdo de la abuela. A veces pienso que,
al igual que pasa con la próstata, hay algún área del cerebro humano que debe
estar para que la envíen de nuevo al taller de diseño.
Estimado profesor, ¿podría ilustrarnos de donde saca esa aseveración acerca de nuestro conocimiento sobre la capacidad exportadora de estupidez de los EEUU?.
ResponderEliminarLo que es evidente es que su conocimiento acerca del uso de los signos de puntuación en un texto en castellano brilla por su ausencia.
¿Podría escribir algo despojado de lugares comunes, tópicos y demás zarandajas sobre el "Imperio"?. A ser posible del de George Lucas
Estimado Anónimo: ¿sabe usted que después de una interrogación jamás se pone un punto seguido o aparte? El resto son tan juicios de valor como los míos.
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