miércoles, 5 de septiembre de 2012

La esposa del candidato


Ya sabemos que los EE.UU son, entre otras cosas, el mayor exportador mundial de estupidez, seguidos  muy de cerca por China (que no solo en el PIB se compite). Cuesta creer que una mayoría, o una parte significativa de la población, de este país se zampe al pie de la letra las puestas en escenas de las convenciones de los partidos en liza para las presidenciales del Imperio.  Convención tras convención la corte de asesores y especialistas en mercadotecnia escenifican el mismo ritual de la vacuidad en dolby sorraund.  E invariablemente el rebaño de ovejas se emociona ante las confesiones de la esposa del candidato aireando las virtudes familiares y piadosas del presidenciable. Las cámaras recogen a los maravillosos retoños de la pareja que asisten con contenida satisfacción a las puestas  en escena de sus progenitores. No en vano coronan de esta manera toda una vida enfocada a perfeccionar la telegenia y desempeñar el papel de perfectos White Anglo Saxon Protestan (categoría en la que entra perfectamente un Obama más white que ninguno). Los comentaristas, a falta de algo verdaderamente sustancioso, se aplican en buscar algún guiño, una palabra fuera del guión, un renuncio que añada algo nuevo a tanta previsibilidad.
Uno está, además,  por crear algún tipo de frente unitario contra las versiones cantadas  por solistas a capella del himno estadounidense. Por favor, señores mandamases ¡no nos castiguen más con tanto arrebato de emoción patria! Ya sé que cada uno se  monta el sarao como mejor le va (que para eso también por estos lares tenemos nuestras convenciones a base de bocadillos de mortadela). Pero como en este mundo globalizado en una sola dirección somos los de este lado del planeta los que tenemos que tragarnos tanta estupidez mainstream (y no al revés) tengan un poco de compasión de nosotros, pobres siervos que pagamos religiosamente nuestro diezmo en forma de aplicados consumidores de basura de todo tipo. Lo verdaderamente peligroso es que, como ha quedado contrastado, la estupidez resulta altamente contagiosa. Y no habría que extrañarse de que en un futuro cada vez más cercano, dada la indisimulada cutre-política pepera, empecemos a ver a las esposas cañí de por aquí cerquita alabando las paellas del candidato a dirigir la cosa patria, mientras los niños, educados en los maristas (como corresponde a la clase dirigente), lucen raya del pelo al lado y traje azul de chaqueta y corbata con gemelitos de oro, recuerdo de la abuela.  A veces pienso que, al igual que pasa con la próstata, hay algún área del cerebro humano que debe estar para que la envíen de nuevo al taller de diseño.

2 comentarios:

  1. Estimado profesor, ¿podría ilustrarnos de donde saca esa aseveración acerca de nuestro conocimiento sobre la capacidad exportadora de estupidez de los EEUU?.

    Lo que es evidente es que su conocimiento acerca del uso de los signos de puntuación en un texto en castellano brilla por su ausencia.

    ¿Podría escribir algo despojado de lugares comunes, tópicos y demás zarandajas sobre el "Imperio"?. A ser posible del de George Lucas

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  2. Estimado Anónimo: ¿sabe usted que después de una interrogación jamás se pone un punto seguido o aparte? El resto son tan juicios de valor como los míos.

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