Ahora que parece que estamos viviendo un capítulo más de la
moda nacionalista convendría introducir en todas estas cabalgatas algunas
matizaciones. Uno no es nacionalista casi por las mismas razones que el
admirado Bertrand Russell no era cristiano. Curiosamente, aunque el nacionalismo, o más
bien el concepto de ‘nación’, tiene un origen ilustrado y forma parte del
proceso de secularización que comienza en el Renacimiento, ha terminado por imitar y, en cierto sentido, sustituir a la idea de Religión. Por mucho que
se hayan esforzado los teóricos del ramo, el concepto de “nación”, y con él toda
la cuestión identitaria, es una abstracción del mismo calibre que la idea de “Dios”.
Y por eso mismo, se presta al nivel de maleabilidad al que estamos
acostumbrados a ver últimamente. Digo esto porque no deja de ser tan “pintoresco”
que el periódico El Día se apropie de la bandera de las siete estrellas verdes
como que CIU, en Cataluña, se arrope con las senyera para tapar sus propias
vergüenzas. Bueno, alguien podrá decir, con razón, que no basta con ser
nacionalista, que a eso hay que añadirle otras coletillas como “de izquierdas”
o lo que sea. También está claro que la diversidad cultural es un bien en sí
mismo pero no tengo tan claro que una nación pueda llegar a ser un sujeto
político sin incurrir, al final, en algún tipo de totalitarismo. Pienso que antes que jugar a la ruleta
nacionalista vale la pena andar por la senda de la democracia, aceptando el
derecho a la autodeterminación como una expresión más del derecho soberano de
los individuos a elegir, y el de una ciudadanía
en clave cosmopolita (no exenta de ciertas dosis de utopía pero al menos
radicalmente antiexcluyente). Estos días, además, hemos asistido al lamentable
y recurrente espectáculo de los integristas de un lado armándola buena por el
último de los vídeos blasfemos sobre el Profeta perpetrado por los integristas
del otro lado. Y a riesgo de incurrir en alguna cosa sacrílega no puedo dejar
de correlacionar ambos episodios: la barbarie de las religiones
institucionalizadas con la emocionalidad casi infantil del nacionalismo.
Mientras no superemos estos estadios propios de esta minoría de edad política y
cultural en la que andamos metido mucho me temo que esto no tiene arreglo.
supongo que los nacionalistas serán las personas que han tenido una vida afortunada dentro de un determinado territorio. Aquellos que dentro de un territorio tienen una vida azarosa ni se les pasa por la mente ser nacionalistas. saludos
supongo que los nacionalistas serán las personas que han tenido una vida afortunada dentro de un determinado territorio. Aquellos que dentro de un territorio tienen una vida azarosa ni se les pasa por la mente ser nacionalistas.
ResponderEliminarsaludos
Simplemente, genial.
ResponderEliminar