Por fin se hizo la luz y pudimos conocer las conclusiones del informe PISA encargado para Canarias por la anterior consejera de educación y hoy vicepresidenta de no sé qué ZEC (lo de ser un político profesional tiene estas cosas). Como no podía ser de otra manera, este informe financiado con dinero público viene a ser un calco de las posturas de nuestra anterior mandamás y las conclusiones, bien aireadas por la prensa, vuelven a ponernos a los docentes a los pies de los caballos. Eso de los informes de sesudos expertos que manejan una infinidad de variables que se nos escapan a los obreros de la cosa educativa viste mucho. Sirve además como argumento de autoridad frente a quienes viven aplicados a ver por dónde se puede seguir metiendo tijera al sistema para cumplir con los objetivos de déficit y otras zarandajas propias de la obsesión economicista que le ha entrado últimamente a todo el mundo. De nuevo, ese esperadísimo informe ha sido recibido con una mezcla de hastío e indiferencia, cuando no con abierta hilaridad, en la mayor parte de los centros educativos. En mi centro, esta mañana, a algunos se nos ocurrió la idea de agradecerles los esfuerzos prestados al sistema educativo por esta distinguida delegación de expertos con el envío, convenientemente empaquetado y con un buen lazo de color verde, de uno de nuestros alumnos sociópatas con el que nadie sabe qué carajo hacer. Estaríamos encantados de que tanto experto en la materia nos alumbre las claves para poder trabajar con algún que otro chico al que es imposible mantener veinte minutos entre las paredes del aula y con el que nadie encuentra la manera de mantener una conversación mínimanente civilizada. Seguramente esto nos pasa porque estamos excesivamente bien pagados, nos pasamos la mayor parte del año debajo de una tumbona y somos una casta de funcionarios privilegiados y acomodados. Estos señores, verdaderas autoridades en la materia, en connivencia con nuestra casta político-educativa, deberían darse una vueltita de vez en cuando por la caverna y ayudarnos a liberarnos con una buena cizalla de las cadenas de nuestra ignorancia.
Dicho esto, todos tenemos claro que nuestro sistema educativo adolece de numerosos problemas y de los cuales los docentes tenemos nuestra cuota de responsabilidad. Pero esto no es de extrañar en la medida en que nuestras queridas Islas Canarias, Jardín de las Hespérides, vergel de carácter sin par y todo eso, es un pequeño desastre económico y social. Por tanto, ¿qué esperaban?, ¿un sistema educativo finlandés en el país de Paulino Rivero? Hace falta ponerse las pilas de una vez y desarrollar una política fundamentalmente de carácter social que evite que los centros educativos públicos se conviertan en meras sucursales de las concejalías de servicios sociales de los ayuntamientos, un sistema de acceso a la docencia efectivo, ligado a un perfil y a una carrera profesional realista y sobre todo una mayor conciencia social del carácter estratégico de la educación pública. Y sobre estas premisas desarrollar un plan de acción a largo plazo y con altura de miras y, sobre todo, consensuado por todos los agentes educativos. Estas cosas, que son objetos de conversación todos los días en las cafeterías de los centros, al menos entre algún que otro despistado, son absolutamente obvias. Tanto que resulta casi ofensivo que tengan que encargarse informes europeos para empezar a enderezar el edificio. En fin, todo esto es muy de aquí, no cabe duda.
Y aparte de esto, al final el informe terminará en una gaveta de una de las múltiples oficinas de la Consejería de Educación (o en algún punto recóndito del ciberespacio) y todo el mundo se olvidará de él en no mucho tiempo
ResponderEliminarNo podría estar más de acuerdo. Sibilino el enfoque mediático de la cuestión, que se ha centrado en el sueldo y las vacaciones de los funcionarios. Personalmente, me encuentro un poco perdida con la acepción "autonomía de los centros" puesto que tengo la sensación de que en realidad los tiros acaban yendo en la dirección opuesta, por no hablar (que ya lo haces más que bien) de la situación a la que abocada la enseñanza pública, que va adquiriendo (al menos en muchas zonas) el estatus de gueto en el que ya usted se apaña como pueda con los casos complejos (eso sí, los papeles bien cumplimentados en tiempo y forma y sin por favor. Sin querer tirar balones fuera con la couta de reponsabilidad que nos toca y pertenece, se apuntan soluciones que, dado el contexto de nuestra actividad escolar y las inercias políticoeconómicas, no parecen viables o sabemos que no son reales. Me causa risa (por no decir otra cosa) que se insinue que los directores/as pudieran tener potestad para proponer a su profesorado y hasta tramitar ceses, cuando lo cierto es que ni siquiera puede garantizar la continuidad de los miembros del equipo directivo si al CALPLAN dichoso no le cuadra en sus números.
ResponderEliminarNo podría expresar mejor lo que pienso.
ResponderEliminar