Decididamente la escuela puede convertirse, a poco que nos descuidemos, en un entorno hostil. En este torbellino de relaciones, esperanzas, frustraciones, proyectos, ideas, obligaciones, limitaciones, pasiones... en este universo en ebullición donde las supernovas estallan en el momento más inesperado, encontrar la “receta” para sobrevivir, el manual del superviviente, se convierte en una tarea ineludible. El medio escolar se ha visto con los años completamente devaluado, como todo aquello que habita el "mundo líquido" del que habla Zygmunt Bauman: un mundo en el que “(...) todo cambia constantemente, las modas que seguimos y los objetos de nuestra atención (…) lo que soñamos y lo que tememos, lo que deseamos y lo que aborrecemos, los motivos que infunden esperanzas o lo que suscitan preocupación”. En este medio inaprensible la escuela vive en un difícil equilibrio. En la medida en el que el medio social se enrarece, en el que aumenta la violencia del oleaje, la escuela acusa esta época de bajas presiones. Hemos llegado a la paradoja de que si nos propusiéramos cumplir a rajatabla con los principios básicos de la ley educativa vigente nuestra integridad personal y profesional correría un serio riesgo. Pongo como ejemplo algunos que un colega me señalaba en los comentarios del anterior post:
- "Conocer las creencias, actitudes y valores básicos de nuestra tradición y patrimonio cultural, valorarlos críticamente y elegir aquellas opciones que mejor favorezcan su desarrollo integral como persona."
- "Analizar y valorar críticamente las realidades del mundo contemporáneo y los antecedentes y factores que influyen en él".
- "Consolidar una madurez personal, social y moral que les permita actuar de forma responsable y autónoma".
- "Participar de forma solidaria en el desarrollo y mejora de su entorno social".
La pregunta que asalta a cualquier docente es “y esto ¿cómo se hace?”. Soy de los que piensa que estos principios son fundamentales, sobre todo porque son el núcleo de la idea de la escuela como forjadora de ciudadanía (otra palabra devaluada por mor de los tiempos). Pero, según parece, la cosa crítica no debe ir más allá en los actuales tiempos de cuestionar los métodos de Mourinho (¿se escribe así?), elegir el modelo de traje para la primera comunión y aceptar que los minijobs del futuro son la mejor y única forma de adecentar las listas del paro (y un regalo que nos hace la nunca bien amada CEOE). Claro que si uno opta por pensar que la mejor estrategia para sobrevivir es no meterse en líos, repartir sobresalientes como churros al mismo tiempo que se entona el mantra del esfuerzo y el sacrificio personal pues igual hasta llega a ministro del ramo.
Frente a todo esto, no queda más remedio que aprovisionarse de buenas dosis de algo que se ha puesto de moda en los últimos años: resiliencia. No hay otra que afrontar el día a día en la escuela sencillamente porque alguien tiene que hacerlo y porque, a pesar de todo, puede que algún día, en este mundo líquido baumaniano, nos vuelva a pillar la cresta de la ola. [El Aula (3)]
Genial! Lo suscribo.
ResponderEliminarMe encanta el trabajo en la escuela, a pesar del líquido corrosivo que nos envuelve... Tenemos un poder y una magia insuperable para abrir la mente de nuestras generaciones futuras... Acuérdate Damián y no te pongas tan melancólico y pesimista, al mal tiempo buena cara!
ResponderEliminarMe encanta verte en la cresta de la ola, Bea.
ResponderEliminarEl mundo líquido está solo en el sobrino de Bauman. Lo digo porque en mi caso que soy joven y vivo la generación que bauman describe como la nueva generación del crédito, del vivir el presente en detrimiento del futuro. Se da la novedad frente a lo perdurable. Pues su teoría no me incluye, porque vivo en el ahorro, en el esfuerzo por terminar mis estudios, en ir a trabajar cuando me llaman,ir a comprar al supermecado aquellos productos de mayor utilidad dejando de lado todos los productos líquidos; Coca cola, bollería, etc. Al mismo tiempo, los jóvenes que conviven en mi entorno comparten las mismas prácticas de sufrir en el presente para tener en el futuro. Señor Bauman, por otro lado, si veo en el supermercado a los adultos comprando bebidas alcoholicas, bollería, productos de marcas caras, con mercedes y BMW al crédito. Así que dejese de estar con conservadurismos, arcaismos, e irresponsabilidades seniles. Tenga Ud. presente Señor Bauman que en épocas de crisis específicas, en las que el orden de las sucesiones está amenzado, los "jóvenes" que no tienen la intención de dejarse remitir a la juventud tienden a remitir a los "viejos" a la "vejez"; al querer tomar las responsabilidades que definen a los adultos. Y en el sentido de personas socialmente consumadas, tienen que lanzar a los poseedores de las responsabilidades a esa otra forma de irresponsabilidad que define a la "vejez", o mejor dicho, la jubilación. Es decir, que ahora más que nunca estamos dispuestos a romper con las conductas irresponsables que nos asignan. Por otro lado, su teoría es tan esteril y fértil que ya se han hechos mil variantes: como el amor líquido, el miedo líquido, el sentimiento líquido, etc. Sencillamente, me alegra mucho que haya clavajo bien el material didáctico de ciencia política y mezclando con unas nociones y conceptos filosóficos haya dado como resultado su vida líquida. Pero tenga Ud. Señor Bauman muy presente que la sociología no se corresponde con dicha mezcolanza. Y por último, las manifestaciones del 15-M son representaciones del pensamiento y no una suma agregada de emociones. En los espacios del 15-M está naciendo una democracia en donde las emociones no tienen cabida.
Eliminarsaludos a todos
me encanto conocerte me hace sentir parte de algo más. Bauman es una gran referente en este mundo tan tan líquido, un saludo
ResponderEliminarLo mismo digo, Nuria. Los "resistentes" (en la acepción que te comenté, jajaja) tenemos la obligación de encontrarnos. Saludos.
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