
Desde un punto de vista ético es un razonamiento completamente plausible. El
problema es que en nuestro mundo la ética se da de tortas con la política. Por
eso, y como buen bandolero, Sánchez Gordillo ha sido proclamado enemigo número
uno del Leviatán de nuestros días, no sea que la cosa se propague y a los
menesterosos del mundo les dé por saciar su hambre directamente de las
estanterías de las grandes superficies y ¡adiós al negocio! Es de suponer que
estos sindicalistas de los de antes (nada que ver con el sindicalismo oficial
recibido con la correspondiente chaqueta y corbata por nuestro Jefe del Estado
especializado en elefanticidios) han sopesado muy bien el alcance de su acción.
Y es de suponer también que los consejos de administración de las grandes
superficies estén temblando no sea que los nuevos bandoleros acaben con esta
invasión, no ya de los gabachos, sino de los bancos teutones que nos tienen
bien acogotados y de la mancha de aceite ultraliberal que se propaga por todas
partes. La pregunta es ¿Curro Jiménez habría hecho lo mismo?, ¿aparecería el apuesto bandolero junto a sus inseparables Algarrobo y Estudiante, al final de la calle, sobre sus corceles de fina raza española, entrando a saco en un Mercadona? Y mira que nos
caía simpático este hombre.
Pues sí, ciertamente una buena relación. Me ha entristecido la muerte de Sancho Gracia, del que siempre estuve enamorada. Ese estupendo actor que nos hizo pasar momentos inolvidables. Otro momento inolvidable para mí, serán las imágenes del Alcalde de Marinaleda asaltando los supermercados, como un acto de rebelión. Y estoy con él, hay que saltarse la legalidad para que las cosas cambien. ¡Viva por los dos bandoleros que luchaban para arrancar algo a los ricos y dárselo a los pobres!
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