Sabemos que esta época oscura está trayendo consigo la destrucción de todo el tejido social y cultural de estas islas y de medio planeta. Así que resulta reconfortante comprobar cómo aún persisten células de resistencia como las que he tenido el placer de disfrutar este fin de semana. En primer lugar hay que mencionar el concierto de Bandas de Música llevado a cabo en la Casa de la Cultura de Los Realejos, en las que intervinieron la Sociedad Musical Filarmónica y la Agupación Musical Cruz Santa. Uno, que fue componente hace más de veinte años de una antigua banda de pasodobles y selecciones de zarzuela, comprueba con gran satisfacción el enorme salto cualitativo que han experimentado estas formaciones musicales en los últimos, al menos, quince años. Bandas que se atreven ya con una ejecución muy meritoria de la Obertura Guillermo Tell de Rossini, con una selección de The Blues Brothers, y donde contemplamos atónitos cómo uno de los directores se quita su chaqueta y ejecuta un solo con un clarinete multicolor que va desarmando progresivamente hasta quedarse con la boquilla mientras el resto de los músicos le acompañan sin perder el compás. Todo esto y más pudo verse en este concierto con motivo del Día de Santa Cecila. Extraordinario.
No menos extraordinaria resultó la interpretación de la Coral Juvenil David Goldsmith, uno de los coros de las Asociación Cultural Reyes Bartlet del Puerto de la Cruz, en la puesta en escena de una obra escrita para la ocasión, “El enigma de la estrella del Este”, dentro del III Festival Agatha Cristie. Aunque las distintas formaciones corales de la Reyes Bartlet nos tienen acostumbrado ya a un nivel artístico y creativo sobresaliente en sus numerosos proyectos es imposible no volver a quitarse el sombrero frente a otro ejemplo más de buen gusto y maravillosa ejecución. Mientras disfrutaba de la actuación, en la que se adivina la ya muy experimentada mano de Ricardo Rodríguez, profesor, cantante y actor – autor, y de la directora del coro, la joven pero ya muy veterana en estas lides Cristo Velázquez, me venían a la cabeza algunas reflexiones.
Pensaba que no deja de ser significativo que en medio de la polémica desatada por el recorte del 65% en Cultura (exterminio, podríamos decir) llevado a cabo por el Gobierno de Canarias, en un contexto en el que, como ya dije más arriba, se está dejando a cero el tejido socio-cultural que tanto tiempo y esfuerzo ha supuesto desarrollar en estas depauperadas islas, es de agradecer que desde las mismas entrañas de la sociedad civil, como son estas asociaciones, sociedades o agrupaciones culturales, se siga haciendo un trabajo de calidad. Un trabajo, además, que aúna dos cuestiones fundamentales para el futuro de los que habitamos en estos peñascos atlánticos: educación y cultura. El nivel que requiere la puesta en escena del concierto de las bandas o de la coral juvenil, es el fruto de mucho esfuerzo y constancia. Supone un plus impagable de formación para nuestros jóvenes, sin distinciones de condición social, y contribuye a mantener viva la epidermis social, tan dañada por las medidas de quimioterapia que se empeñan en poner en práctica estos médicos impostores que son nuestros políticos. Más allá de que un proyecto o una actuación concreta pueda estar subvencionada por una administración en particular, hace falta que se apoye decididamente y sin medias tintas a estos colectivos que, haciendo Cultura con mayúscula, suponen, al mismo tiempo, un recurso educativo de primera magnitud. Nos quieren engañar con el mensaje de que en estos tiempos de crisis la cultura es un lujo prescindible. Se me ocurren tantísimas cosas que sobran (ya puestos a meter tijera) que no tendría ni para empezar en el tamaño aconsejable de un post. Así que, como ciudadano, contribuyente cabreado, padre, paseante, amante de la música, docente y lector con ribetes apocalípticos, quiero agradecer enormemente el que estas manifestaciones de una sociedad que aún conserva algo de cordura y buen gusto sean todavía posibles.
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