Acabo de terminar un libro muy recomendable para quienes les interese el tema. Se trata de “La Nueve, los españoles que liberaron París” de Evelyn Mesquida (Ediciones B, 2010). La Nueve fue una de las compañías de la Segunda División Blindada del General Leclerc. La peculiaridad de esta compañía es que estaba mayoritariamente compuesta por republicanos españoles, antiguos combatientes de la Guerra Civil Española. Muchos de ellos terminaron en esta compañía después de un execrable internamiento en campos de concentración franceses. Cuando Francia fue barrida por la invasión alemana el estatus de los refugiados españoles cambió. Terminaron enrolados en las nuevas fuerzas que siguieron al general De Gaulle. Como les gustaba decir, muchos combatieron contra el nazismo y por la libertad y no tanto por la Francia que tanto les maltrató. Lo hicieron también con la esperanza de que una vez vencida Alemania le tocara el turno a la España de Franco. Pero ya sabemos cómo terminó la historia.
La mayoría de los españoles que lucharon en la II División Blindada eran anarquistas y por tanto, consecuentemente, antimilitaristas. No aceptaban a cualquier mando, por lo que tenían fama de ingobernables. Sólo aquellos que se ganaran su confianza eran admitidos por la compañía. Muchas de las acciones las discutían entre ellos y las llevaban a cabo con la máxima eficacia, costumbre heredada de la etapa miliciana de la Guerra Civil Española. Esto se les permitía por su probado valor. De hecho fueron utilizados como fuerza de choque en numerosas batallas.
Los primeros soldados que llegaron al Ayuntamiento de París fueron los españoles de la Nueve. El catalán Amado Granell fue el primero que se presentó ante los miembros de la Resistencia que habían tomado el edificio después de rodearlo con sus semiorugas de origen norteamericano, que llevaban nombres tan españoles como 'Guadalajara', 'Teruel' o 'Gernica'. El extremeño Antonio Gutiérrez y otros compañeros españoles fueron los primeros también en llegar al Hotel Meurice donde se encontraba el general Von Choltitz. Como un oficial sólo podía rendirse a otro oficial, según la costumbre prusiana, Gutiérrez esperó a la llegada de un oficial francés. En agradecimiento a ese gesto Von Choltitz le regaló su reloj. Por cierto, creo que esto no lo recoge la película ¿Arde París? Basada en el best seller de Collins y Lapierre -tengo que comprobarlo. En el desfile de la victoria en el que De Gaulle hizo su entrada triunfal en París, la escolta que le protegía eran los semiorugas españoles.
A los franceses no les hizo ninguna gracia que los españoles hubieran jugado un papel tan destacado en la liberación de la capital del país. En los nuevos planes de reconstitución de la 'grandeur', después del varapalo de la II Guerra Mundial, había que redescribir la historia. Así que un manto de silencio se extendió sobre las hazañas de la Nueve que empieza ahora a desvelarse.
La mayoría de los españoles que lucharon en la II División Blindada eran anarquistas y por tanto, consecuentemente, antimilitaristas. No aceptaban a cualquier mando, por lo que tenían fama de ingobernables. Sólo aquellos que se ganaran su confianza eran admitidos por la compañía. Muchas de las acciones las discutían entre ellos y las llevaban a cabo con la máxima eficacia, costumbre heredada de la etapa miliciana de la Guerra Civil Española. Esto se les permitía por su probado valor. De hecho fueron utilizados como fuerza de choque en numerosas batallas.
Los primeros soldados que llegaron al Ayuntamiento de París fueron los españoles de la Nueve. El catalán Amado Granell fue el primero que se presentó ante los miembros de la Resistencia que habían tomado el edificio después de rodearlo con sus semiorugas de origen norteamericano, que llevaban nombres tan españoles como 'Guadalajara', 'Teruel' o 'Gernica'. El extremeño Antonio Gutiérrez y otros compañeros españoles fueron los primeros también en llegar al Hotel Meurice donde se encontraba el general Von Choltitz. Como un oficial sólo podía rendirse a otro oficial, según la costumbre prusiana, Gutiérrez esperó a la llegada de un oficial francés. En agradecimiento a ese gesto Von Choltitz le regaló su reloj. Por cierto, creo que esto no lo recoge la película ¿Arde París? Basada en el best seller de Collins y Lapierre -tengo que comprobarlo. En el desfile de la victoria en el que De Gaulle hizo su entrada triunfal en París, la escolta que le protegía eran los semiorugas españoles.
A los franceses no les hizo ninguna gracia que los españoles hubieran jugado un papel tan destacado en la liberación de la capital del país. En los nuevos planes de reconstitución de la 'grandeur', después del varapalo de la II Guerra Mundial, había que redescribir la historia. Así que un manto de silencio se extendió sobre las hazañas de la Nueve que empieza ahora a desvelarse.
Gracias por el apunte y la recomendación. Un abrazo.
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