miércoles, 11 de julio de 2012

Escuela de Verano de Canarias

La escuela es,  casi por definición, un empeño comunitario. Un docente aislado no educa ni soluciona problemas. El caso es que, en los últimos tiempos, un proceso contrario a la propia naturaleza de la escuela se ha ido imponiendo, marcado por  la paulatina burocratización, la desaparición de los espacios de formación, diálogo e intercambio docente, la imposición de la lógica del mercado, etc. En este contexto las experiencias de transformación horizontales, aquel anhelo de la escuela democrática y forjadora de ciudadanía, fueron quedando arrinconados en el baúl de las antiguallas. Pero aquel paradigma pedagógico no fue sustituido por otro (por muchas "competencias básicas" de por medio). Simplemente llegó el desierto y en esas estamos. Una de las experiencias víctimas de este proceso de desertificación, sobre todo en Canarias, fue los Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP) –foro que en su día aglutinó a lo más representativo de la innovación educativa. Quince años después, y gracias a un puñado de incombustibles, se retomó las célebres, en su día, Escuelas de Verano, a la que he tenido el gusto de asistir.
En estos tiempos oscuros, sobre todo para lo que huela a público, hacía falta algún tipo de revulsivo. Algo que contribuyera a subir los ánimos de los últimos mohicanos que aún pululan por ahí pensando que esto de la educación pública es la única tabla de salvación social que nos queda. En este sentido, y al menos de cara al nutrido grupo de asistentes, creo que ese propósito se ha conseguido. El otro de los propósitos, no menos importante –y casi como de currículum oculto- el de propiciar una suerte de trasvase generacional entre el profesorado que ha liderado (perdón por la palabra) históricamente las iniciativas de construcción de la escuela canaria pública en las últimas décadas se me antoja más complicado. La respuesta a esto no es fácil y quizás habría que buscarla en una suerte de sociología de la educación. No solo ha cambiado  el modelo de alumnado, obviamente, en las últimas décadas, sino, también, para bien y para mal, el del profesorado. Quizás como consecuencia misma de la extensión y desarrollo del modelo público de educación, en la pasada década, aquel impulso inicial protagonizado por el profesorado fue siendo sustituido por una progresiva institucionalización y enajenación que ha llegado hasta nuestros días.
Pero en estas surgió el ataque más sistemático y contundente contra la Escuela Pública que se recuerda. Y una parte del personal, al menos, ha llegado a la conclusión de que esto no lo arregla sino aquellos que son parte directamente implicada, o dicho de otra manera: el profesorado. Llámese ‘Marea Verde’, MRP o Despistados Reunidos cualquier atisbo de organización, respuesta y resistencia frente a la oleada neoliberal es como el maná que cae en el desierto. El chutazo de energía que los asistentes a esta XXI Escuela de Verano recibimos es impagable en esta era pepera empeñada en laminar todo lo que huela a cosa pública. Y bastante tendremos que recargar las baterías para enfrentar el futuro inmediato gracias a quienes consideran que los mismos que nos han metido en esta mal llamada “crisis” son los que nos van a sacar de ella. Gracias a los promotores de esta Escuela de Verano ¡y que cunda el ejemplo!

1 comentario:

  1. Hola Damián,

    A este paso vamos a necesitar más de un chute de lo que sea....

    Un saludo

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