La escuela es, casi
por definición, un empeño comunitario. Un docente aislado no educa ni soluciona
problemas. El caso es que, en los últimos tiempos, un proceso contrario a la
propia naturaleza de la escuela se ha ido imponiendo, marcado por la paulatina burocratización, la desaparición
de los espacios de formación, diálogo e intercambio docente, la imposición de
la lógica del mercado, etc. En este contexto las experiencias de transformación
horizontales, aquel anhelo de la escuela democrática y forjadora de ciudadanía,
fueron quedando arrinconados en el baúl de las antiguallas. Pero aquel
paradigma pedagógico no fue sustituido por otro (por muchas "competencias básicas" de por medio). Simplemente llegó el desierto
y en esas estamos. Una de las experiencias víctimas de este proceso de
desertificación, sobre todo en Canarias, fue los Movimientos de Renovación
Pedagógica (MRP) –foro que en su día aglutinó a lo más representativo de la
innovación educativa. Quince años después, y gracias a un puñado de
incombustibles, se retomó las célebres, en su día, Escuelas de Verano, a la que
he tenido el gusto de asistir.
En estos tiempos oscuros, sobre todo para lo que huela a
público, hacía falta algún tipo de revulsivo. Algo que contribuyera a subir los
ánimos de los últimos mohicanos que aún pululan por ahí pensando que esto de la
educación pública es la única tabla de salvación social que nos queda. En este
sentido, y al menos de cara al nutrido grupo de asistentes, creo que ese
propósito se ha conseguido. El otro de los propósitos, no menos importante –y
casi como de currículum oculto- el de propiciar una suerte de trasvase
generacional entre el profesorado que ha liderado (perdón por la palabra)
históricamente las iniciativas de construcción de la escuela canaria pública en
las últimas décadas se me antoja más complicado. La respuesta a esto no es
fácil y quizás habría que buscarla en una suerte de sociología de la educación.
No solo ha cambiado el modelo de
alumnado, obviamente, en las últimas décadas, sino, también, para bien y para mal, el del profesorado. Quizás como consecuencia
misma de la extensión y desarrollo del modelo público de educación, en la
pasada década, aquel impulso inicial protagonizado por el profesorado fue
siendo sustituido por una progresiva institucionalización y enajenación que ha
llegado hasta nuestros días.
Pero en estas surgió el ataque más sistemático y contundente
contra la Escuela Pública que se recuerda. Y una parte del personal, al menos,
ha llegado a la conclusión de que esto no lo arregla sino aquellos que son
parte directamente implicada, o dicho de otra manera: el profesorado. Llámese ‘Marea
Verde’, MRP o Despistados Reunidos cualquier atisbo de organización, respuesta
y resistencia frente a la oleada neoliberal es como el maná que cae en el
desierto. El chutazo de energía que los asistentes a esta XXI Escuela de Verano
recibimos es impagable en esta era pepera empeñada en laminar todo lo que huela
a cosa pública. Y bastante tendremos que recargar las baterías para enfrentar
el futuro inmediato gracias a quienes consideran que los mismos que nos han
metido en esta mal llamada “crisis” son los que nos van a sacar de ella.
Gracias a los promotores de esta Escuela de Verano ¡y que cunda el ejemplo!
Hola Damián,
ResponderEliminarA este paso vamos a necesitar más de un chute de lo que sea....
Un saludo