Esta mañana, en una clase de 1º de bachillerato, una de mis alumnas, quizás con mucha razón, me decía: “profe ¿otra vez estamos con lo del cristianismo?”. La pobre alumna estaba ya un poco harta de mis constantes alusiones a este tema. Esto venía a cuento porque trataba de explicarles que la “idea de creación”, con la que estamos tan familiarizados hasta el punto de entenderla casi como algo natural, pertenece fundamentalmente a nuestro ámbito cristiano y que los antiguos griegos, por ejemplo, eran demasiado racionales como para pensar en esos términos, decantándose sobre todo por una idea de “continuo” antes que de “comienzo y fin”, “génesis y apocalipsis”, “alfa y omega”. En cualquier caso, intenté explicarle también a esta sufrida alumna que, para bien o para mal, nuestra cultura es judeo-cristiana y que la Filosofía es, entre otras cosas, una crítica de nuestra cultura. Qué le vamos a hacer. Y para no resultar sectario, entre tanta, “deconstrucción” cristiana traigo a colación un libro que acaba de pasar de mi lista de “por leer” al de “léidos”. Se trata del libro de José Antonio Marina “Por qué soy cristiano” (Anagrama, 2005). El título es, evidentemente, un giño al célebre “Por qué no soy cristiano” de Bertrand Russell (obra de imprescindible lectura). Marina renuncia de entrada a lo que denomina “la explicación gnóstica”, esto es, la pretensión de la religión de instituirse en una forma de conocimiento objetiva de la realidad (a ver si algunos toman ejemplo y zanjamos este tema ya de una vez). Apuesta por una perspectiva moral, en una línea claramente kantiana. El cristianismo lo entiende como una experiencia interna, inserto en una tradición milenaria, claro está, pero crítica y distanciada de su institucionalización. Un concepto clave resulta ser el de la “búsqueda del Reino”, cosa que Marina entiende como la búsqueda de la justicia. Dios es básicamente la idea del Bien. En su realización consistiría el ser cristiano. El mandato fundamental no sería otro que la caridad (cosa en la que coincide al final con Váttimo). Su postura tendría el efecto de ser un mínimo común denominador a todas las religiones por lo que posibilitaría el tan ansiado por algunos diálogo ecuménico. Al final, quizás como una manera de blindarse ante la crítica previsible, reconoce que ésta no es sino la apuesta personal del autor porque “no quiero expulsar de mi mundo la religión” (pag 142). Aunque uno pueda sentirse muy alejado de algunos postulados da gusto poder leer opúsculos como éste.
Es harto difícil ir contra la educación que uno recibe de niño. Cuando has interiorizado los fundamentos de la religión necesitas, como Marina, algún reducto interno para defender tus primeras ideas.
ResponderEliminarNo lo encuentro criticable salvo si liga la moral individual a la religión, un error que nos quiere endosar el judeo-cristianismo (y también las religiones musulmanas, desde luego)
No creer en Dios es un salto horrible en el vacío.
Aquí fuera hace frío, pero se mira de frente a la vida y al universo.
Saludos
Muchas veces digo lo mismo. Hay que estar preparado para dar "ese salto". Si no mejor no intentarlo.
ResponderEliminarOlvidaba un enlace que puedes darle a los chicos.
ResponderEliminarR. Dawkins es un divulgador científico, algo ateíllo también :)
Saludos
Mi comentario en realidad no fue xq este cansada de que siempre comentes este tema....yo te confieso que no soy creyente al 100%..De hecho siempre he pensado que dios no existe...solo que si creo en que existio alguien llamado jesus y todas esas cosas...pero lo dije por aquella gente que si es creyente y que quizas les molestaa..pero si te das cuenta diempre terminas metiendote con la iGlesia...ideas las cuales yo comparto algunas veces...pero en el fondo me gusta debatir estos temas en clase..
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