A menudo me he preguntado cómo yo, objetor de conciencia y pacifista a tiempo completo, he desarrollado un interés tan acusado por el estudio de la II Guerra Mundial. ¿Un ejemplo más de una personalidad contradictoria? Podría ser. Pero también encuentro muchos y relevantes motivos: el estudio de los antecedentes políticos y económicos que desencadenaron la guerra, la formación de los estados totalitarios, la calidad de la respuesta de los estados democráticos, el poder de la propaganda, la oposición entre la exigencias del Estado y el individuo, la utilización de armamento e iniciativas de destrucción masiva (bombardeo indiscriminado de ciudades, Hiroshima…), la estigmatización étnica (judíos, eslavos…), el papel determinante o no de “líderes carismáticos”, la quiebra del humanismo y la encarnación del “mal absoluto” que supusieron los campos de exterminio, la idea de “crímenes contra la humanidad” y las consideraciones ético-jurídica que conlleva, y un buen etc. La II Guerra Mundial es la frontera entre un viejo y un nuevo mundo. El interés que sigue despertando (mayor incluso que en décadas pasadas) se refleja en el gran número de publicaciones que inundan las librerías, muchas de ellas con nuevas perspectivas avaladas por la apertura, sobre todo, de los archivos soviéticos. Y, sobre todo, por aquello de no caer una y mil veces en la misma piedra.
Esta imagen de los soldados alemanes levantando una barrera fronteriza polaca en el amanecer del 1 de septiembre de 1939 es un icono más del siglo XX. Seguramente ninguno de estos soldados sabía la magnitud de lo que se desencadenaría a continuación. Han pasado ya 70 años y aún nos preguntamos sobre si fue una guerra inevitable y sobre el mundo que nos legó.
He de reconocer también que me encanta esto de los aniversarios. Aún recuerdo y conservo muchas cosas de todo lo que se publicó en el 50 aniversario (fecha auténticamente redonda). Acabamos de celebrar los 40 años de la llegada del hombre a La Luna, el año Darwin o tantas otras a nivel local. Estas conmemoraciones son una excusa para una nueva lluvia de publicaciones, exposiciones y actos de diversa índole en las que siempre se cuela algún material de lo más interesante. Bienvenidos sean la mayoría de ellos, qué quieren que les diga.
Esta imagen de los soldados alemanes levantando una barrera fronteriza polaca en el amanecer del 1 de septiembre de 1939 es un icono más del siglo XX. Seguramente ninguno de estos soldados sabía la magnitud de lo que se desencadenaría a continuación. Han pasado ya 70 años y aún nos preguntamos sobre si fue una guerra inevitable y sobre el mundo que nos legó.
He de reconocer también que me encanta esto de los aniversarios. Aún recuerdo y conservo muchas cosas de todo lo que se publicó en el 50 aniversario (fecha auténticamente redonda). Acabamos de celebrar los 40 años de la llegada del hombre a La Luna, el año Darwin o tantas otras a nivel local. Estas conmemoraciones son una excusa para una nueva lluvia de publicaciones, exposiciones y actos de diversa índole en las que siempre se cuela algún material de lo más interesante. Bienvenidos sean la mayoría de ellos, qué quieren que les diga.
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