Entre las grandes conmemoraciones de este año una, quizás más modesta, ha pasado desapercibida: los 100 años de “El beso”, el lienzo más famoso del pintor austriaco Gustav Klimt (1862-1918). Tanto la obra de Klimt como su propia vida resultaban enormemente fascinantes. Su gran magnetismo sexual se refleja, sobre todo, en sus retratos de mujeres. En “El beso” aparece con su amante Emilie Flöge, al parecer la mujer con la que tuvo una relación más duradera. Llama la atención de Klimt su estilo abigarrado, fruto de un auténtico “horror vacui” y claro exponente del estilo “Secesión vienés”. Quizás, como ha ocurrido con la obra de Van Gogh, la reproducción masiva de sus cuadros, habituales en salones, dormitorios y cafeterías de la más variada índole, haya producido una cierta e inmerecida saturación.
Sin embargo, de lo que quiero tratar brevemente aquí es de una de sus obras desaparecida. Se trata un friso por encargo para la decoración del Aula Magna de la Universidad de Viena. El pintor debía realizar una serie de alegorías representando a las tres facultades de esta universidad: la Filosofía, La Medicina y la Jurisprudencia. En 1899 está listo ya el boceto del primero de los cuadros, “La Filosofía”. Aunque había obtenido una favorable acogida en una exhibición previa en París el resultado final escandalizó a los próceres de la universidad y a gran parte de la sociedad vienesa bien pensante. Aunque el estilo de Klimt era ya muy conocido y valorado no dejaba de resultar excesivamente heterodoxo desde la perspectiva académica. En el friso un grupo de personas desnudas ascienden (o descienden) sin control como en un torbellino. Bajo la influencia de Schopenhauer y Nietzsche, Klimt afirmaba el lado pulsional, erótico y desconcertante de la existencia. Iguales principios inspiraban al resto de los frisos. Klimt fue descalificado como pornógrafo y pervertido. Al final, en medio del escándalo, la universidad desistió de instalar los frisos. Estas obras tuvieron un triste destino. “La Filosofía” fue comprada por el industrial August Lederer. Años después, en plena Segunda Guerra Mundial, fue enviada al sur de Austria, al Palacio Immendorf, con el objeto de protegerla. Pero desgraciadamente, en mayo de 1945 tropas de la SS en retirada quemaron el palacio. De este cuadro sólo se conserva alguna vieja fotografía en blanco y negro. Hoy, si aquellos académicos universitarios no hubieran sido tan rancios o si el lugar de refugio de la obra hubiera sido otro y más afortunado, dispondríamos de una de las más bellas alegorías de la Filosofía.
Sin embargo, de lo que quiero tratar brevemente aquí es de una de sus obras desaparecida. Se trata un friso por encargo para la decoración del Aula Magna de la Universidad de Viena. El pintor debía realizar una serie de alegorías representando a las tres facultades de esta universidad: la Filosofía, La Medicina y la Jurisprudencia. En 1899 está listo ya el boceto del primero de los cuadros, “La Filosofía”. Aunque había obtenido una favorable acogida en una exhibición previa en París el resultado final escandalizó a los próceres de la universidad y a gran parte de la sociedad vienesa bien pensante. Aunque el estilo de Klimt era ya muy conocido y valorado no dejaba de resultar excesivamente heterodoxo desde la perspectiva académica. En el friso un grupo de personas desnudas ascienden (o descienden) sin control como en un torbellino. Bajo la influencia de Schopenhauer y Nietzsche, Klimt afirmaba el lado pulsional, erótico y desconcertante de la existencia. Iguales principios inspiraban al resto de los frisos. Klimt fue descalificado como pornógrafo y pervertido. Al final, en medio del escándalo, la universidad desistió de instalar los frisos. Estas obras tuvieron un triste destino. “La Filosofía” fue comprada por el industrial August Lederer. Años después, en plena Segunda Guerra Mundial, fue enviada al sur de Austria, al Palacio Immendorf, con el objeto de protegerla. Pero desgraciadamente, en mayo de 1945 tropas de la SS en retirada quemaron el palacio. De este cuadro sólo se conserva alguna vieja fotografía en blanco y negro. Hoy, si aquellos académicos universitarios no hubieran sido tan rancios o si el lugar de refugio de la obra hubiera sido otro y más afortunado, dispondríamos de una de las más bellas alegorías de la Filosofía.
De la importante y hermosa obra de Klimt, "El beso" es de las que menos me gusta, pero es un valioso cuadro.
ResponderEliminarMe fascina su trabajo en el Friso de Beethoven.
Vivan las pulsiones!
ResponderEliminarLo que nos han obligado a perdernos de Klimt... y otros tantos.
Indudablemente el Friso de Beethoven es una genialidad y la pintura de Klimt el mejor halago para nuestras pulsiones.
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