lunes, 19 de octubre de 2009

Acción solidaria (6) Pequeña historia de Issak

Acabo de recibir un gran regalo. Issak, un joven mauritano de 17 años, llegado hace poco más de un año a Tenerife en un cayuco, me ha regalado un maravilloso barquito de cartón hecho por él mismo. Me lo trajo una “madre adoptiva” que Issak ha tenido la suerte de encontrar en esta isla. La vida está llena de encuentros casuales y de sorpresas a la vuelta de la esquina.
El pasado curso vino a mi centro educativo un grupo de menores inmigrantes africanos, integrantes de un grupo denominado “Música Solidaria”. Todos ellos viven en unas condiciones bastante precarias en uno de los centros para menores inmigrantes de Tenerife. La mañana que pasamos con estos chicos fue verdaderamente especial. De entre el grupo destacó Issak desde el principio. En una de los encuentros que tuvimos con nuestro alumnado Issak contó su pequeña/gran historia.
La historia de Issak es la de un chico que quiere reencontrarse con su padre. Este, que había emigrado hacía un tiempo a Francia, no quería bajo ningún concepto que su hijo saliera de Mauritania. Pero Issak se consumía por las ganas de volver a verlo y de iniciar esa vida venturosa que Europa promete falsamente. Así que Issak se subió a un cayuco. El trayecto se convirtió en un infierno. Las pesadillas de un mar que los engulle acompañarían a Issak durante mucho tiempo después. Olas enormes, un mareo constante, la imposibilidad de moverse, la sensación de un peligro terminal eran un peaje excesivo para un chaval de su edad. Cuando Issak y sus compañeros se toparon, literalmente, con la isla de Tenerife, no sabía dónde estaban. El chico pasó de las inmensidades abiertas de África al mundo cerrado y claustrofóbico de un centro de menores inmigrantes no acompañados.
Issak se emocionó hasta las lágrimas cuando contó su relato. Una de mis alumnas, que luego se convertiría también en su “hermana adoptiva”, empezó a llorar igualmente en medio del aula abarrotada. Y ahí empezó un encuentro feliz que llega hasta el presente. Issak es un chico bajito pero de constitución fuerte, firme y sensible al mismo tiempo. Te mira directamente a los ojos cuando habla. Tiene un cuerpo atlético capaz de piruetas imposible. Lleva todo el ritmo de África en las venas y de hecho quiere ser cantante. Es el alma de su grupo musical. A diferencia de muchos de sus compañeros mauritanos Issak no se calla lo que piensa. Esto le ha causado problemas en su centro y, sobre todo, con sus compañeros magrebíes. Pero Issak ha salido airoso de esos trances. Y gracias también a la familia tinerfeña que ha sabido hacerle un hueco en sus corazones. Estas son las historias que no se conocen, las que no salen en los periódicos, las que hablan de solidaridad y humanidad. Issak me ha hecho un regalo que no merezco y se lo agradezco.

3 comentarios:

  1. Lo cierto es que la historia de Issak, no por que suceda tanto, es menos sobrecogedora. Se me ha puesto un nudo leyéndote.

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  2. Es totalmente mágico ver cómo una historia tan trágica y tan difícil de asimilar llega a convertirse en algo sumamente bello a través de las palabras. Es una de las múltiples razones por las que te admiro, ¡mira qué bien te expresas!
    De verdad, muchas gracias por dedicarle un post a Issac.
    De su hermana y su madre adoptiva.

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  3. Es lo menos que podría hacer frente a tanta gente que lucha día a día por las cosas verdaderamente importantes.

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