A pesar de que me he propuesto firmemente limitar mis
visitas a los grandes centros comerciales hace poco me tocó pasar por la picadora
de carne. Tengo, además, la mala costumbre de detenerme un rato en la zona
dedicada a los libros, con la esperanza de que el responsable de la sección
haya tenido un desliz y se le haya colado algún título interesante. Pues bien,
en esta última ocasión no pude por menos que fijarme en un episodio,
seguramente, de lo más común. Un tipo que muy bien podría estar en la
cincuentena y que a juzgar por el paso que llevaba atravesaba la librería (por llamarla de alguna forma) sin
mucho ánimo de detenerse en ella se paró en seco justo al lado mío. Cogió un
libro y le gritó a la que podría ser su esposa que iba un poco más adelante: -“¡Mira!, ¡el libro de Iker Casillas!” La
mujer, sin detenerse si quiera, le contestó: “¡Pídelo para Reyes, Agustín!”. El hombre se quedó un rato hojeando el libro y
con una cierta carita de pena lo dejó de nuevo en el expositor pensando,
probablemente, que aún quedaba unos cuantos meses para la cita con su ídolo. No
pude evitar que algunos pensamientos improcedentes acudieran a mi cabeza: ¿qué
esperaba encontrar Agustín en ese libro?, ¿la típica historia del chaval de
barrio que llega a estrella del fútbol?, ¿una historia extraordinaria,
glamourosa, edificante? Imposible saberlo. ¿Se le pasará a Agustín por la
cabeza la idea de que un libro sobre el portero más famoso del mundo no es sino
un producto de merchandising entre muchos otros dentro de la línea comercial de
un club de fútbol?, ¿leerá otra cosa este hombre? Por cierto, ¿trabajará?,
¿estará en paro? Suponiendo que su situación laboral o personal fuese
afortunada, es de esperar estadísticamente que en su entorno habrá casos complicados. ¿Sabrá
Agustín lo que es la “prima de riesgo”?, ¿habrá participado en alguna protesta
social en los últimos meses? Y, por otro lado, ¿qué habrá votado Agustín? –si es
que no formó parte del tanto por ciento de abstención. ¿Le preocupará a Agustín el futuro de nuestras
islas?, ¿las prospecciones petrolíferas, la degradación democrática, la
corrupción?- por poner solo algunos ejemplos. Esperemos que los Reyes Magos se
acuerden de Agustín.
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