Acabamos de terminar en mi centro de montar una pequeña exposición sobre Miguel Hernández con motivo de su centenario. La hemos titulado “Un poeta en la trinchera” y trata de resaltar el compromiso político y social del poeta de Orihuela y su defensa de la República. Fue una cosa que se nos ocurrió a varias compañeras del Departamento de Lengua y al que suscribe hace escasamente una semana. Nos pusimos manos a la obra, y con la colaboración de un entusiasta grupito de alumnos de 1º de bachillerato, conseguimos reunir en un tiempo récord algún material sobre la época así como recopilar información sobre la vida y obra del poeta. Al final nos quedó apañada la cosa. La próxima semana, en la que celebraremos el Día del Libro, la estrenaremos.
A pesar de las prisas y del esfuerzo añadido estas cosas son muy gratificantes para un docente. Aprovechar las oportunidades que van surgiendo, crear pequeñas sinergias, trabajar en los márgenes y los huecos que te dejan estas y aquellas programaciones le reportan a uno, al final, una tremenda satisfacción. Además, me sirvió también, por si fuera poco, para redescubrir un autor que no leía desde aquellos lejanos tiempos del COU, cuando, gracias a mi antigua y recordada profesora de Literatura, Loli Delgado, hicimos un somero repaso a los autores de la generación del 27 (aunque haya cierta controversia sobre su adscripción generacional). Con el objetivo de ambientarme un poco leí el capítulo que Ian Gibson le dedica en su obra “Cuatro poetas en guerra” (Planeta 2008). Así que se me ha desatado, al calor de su apasionante biografía, un cierto furor “hernandiano” (para que luego digan que esto de las conmemoraciones no sirven para nada). No hay nada como la satisfacción de haber contribuido, modestamente, a la lucha interminable de los docentes por mantener viva la llama de la Cultura (¡uy, qué pretencioso me ha quedado!).
A pesar de las prisas y del esfuerzo añadido estas cosas son muy gratificantes para un docente. Aprovechar las oportunidades que van surgiendo, crear pequeñas sinergias, trabajar en los márgenes y los huecos que te dejan estas y aquellas programaciones le reportan a uno, al final, una tremenda satisfacción. Además, me sirvió también, por si fuera poco, para redescubrir un autor que no leía desde aquellos lejanos tiempos del COU, cuando, gracias a mi antigua y recordada profesora de Literatura, Loli Delgado, hicimos un somero repaso a los autores de la generación del 27 (aunque haya cierta controversia sobre su adscripción generacional). Con el objetivo de ambientarme un poco leí el capítulo que Ian Gibson le dedica en su obra “Cuatro poetas en guerra” (Planeta 2008). Así que se me ha desatado, al calor de su apasionante biografía, un cierto furor “hernandiano” (para que luego digan que esto de las conmemoraciones no sirven para nada). No hay nada como la satisfacción de haber contribuido, modestamente, a la lucha interminable de los docentes por mantener viva la llama de la Cultura (¡uy, qué pretencioso me ha quedado!).
Te ha quedado precioso, has reflejado el amor del docente a su vocación primordial. Desde luego a mi parecer fue un hombre de una valía excepcional, eso sí, quizás un poco cabezón, bueno eso como much@s de nosotros, tanto para bien como para lo contrario. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, entre docentes nos entendemos. Un abrazo.
ResponderEliminarQué bueno Damián. Al final te veré seguro el viernes en el castillo en lo de Antonio Lozano. Besos
ResponderEliminarNo hay mejor regalo de los dioses que encontrar un maestro. A veces tenemos la fortuna de encontrar a alguien cuya palabra nos abre horizontes antes insospechados, nos enfrenta con nosotros mismos rompiendo las barreras de nuestras limitaciones, sólo la reflexión cósmica te podría ayudar, el camino señalado por Buda te podría ser de gran ayuda. Sin embargo,debes escuchar a los verdaderos maestros que comparten tu vida diaria.
ResponderEliminarUn abrazo
Te he hablado de mis precarios inicios en la enseñanza, y de mi visión actual tras treinta años de recorrido profesional; pero, para ayudar a otros a recorrer el mismo camino, tengo ahora que hablar del proceso intermedio, e, inevitablemente, de las dificultades a sortear.
ResponderEliminarEl primer problema consiste en elaborar tu propia identidad profesional. Esto implica cambiar tu mentalidad, desde la posición del alumno que siempre has sido, hasta descubrir en qué consiste ser profesor. Y aquí aparecen los primeros problemas, porque hay enseñantes que no aceptan el trabajo de ser maestros.
Por estos caminos, al llegar al trabajo práctico en la enseñanza, el profesor novato se encuentra con que tiene claro el modelo de profesor ideal, pero no sabe cómo hacerlo realidad. Tiene claro lo que debería hacer en clase, pero no sabe cómo hacerlo. “El choque con la realidad” dura dos o tres años; en ellos el profesor novato tiene que solucionar los problemas prácticos que implica entrar en una clase, cerrar la puerta y quedarse a solas con un grupo de alumnos. En este aprendizaje por ensayo y error, uno de los peores caminos es el de querer responder al retrato robot del “profesor ideal”; quienes lo intentan descubren la ansiedad de comparar, cada día, las limitaciones de una persona de carne y hueso con el fantasma etéreo de un estereotipo ideal.
ResponderEliminarY ahora, ya, el tiempo corre en mi contra. No espero nada nuevo del futuro: he hecho lo que quería hacer, y estoy donde quería estar. Es posible que mucha gente piense que ser profesor no es algo socialmente relevante, pues nuestra sociedad sólo valora el poder y el dinero; pero a mí me queda el desafío del saber y la pasión por comunicarlo.
ResponderEliminarMis maestros han sido:
ResponderEliminarMIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)
Escritor, filósofo, humanista. Rector de la Universidad de Salamanca. Autor de una extensa obra literaria en la que destacan sus ensayos, en los que analiza la realidad social con una visión crítica y con una fuerte implicación personal. Se le considera uno de los mejores representantes de la Generación del 98. Su enfrentamiento a la dictadura de Primo de Rivera le llevó al destierro.
FRANCISCO GINER DE LOS RIOS (1839-1915)
Catedrático de derecho de la Universidad de Madrid. En 1876 renuncia a su puesto en defensa de la libertad de cátedra y funda la Institución Libre de Enseñanza, la institución educativa más innovadora en la España de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Su Residencia de Estudiantes es el centro clave de reunión y de formación de los mejores intelectuales y artistas españoles del siglo XX.
Recibe un fuerte abrazo de un amigo leal.
Muchas gracias, Atrifolio, por esta cadena de intensas reflexiones que comparto plenamente. Por cierto, muy buenos maestros. Un gran abrazo.
ResponderEliminarMe gusta la frase:*órgano de expresión literario* de todos para todos. La metodología participativa llevada a todos los ámbitos dará un impulso significativo a todas nuestras actividades y creará un ambiente motivador que se reflejará en toda la comunidad.
ResponderEliminarSaludos