Ya desde los tiempos de Kant sabemos que el conocimiento humano es un proceso activo, que requiere de la puesta en práctica por parte del sujeto de una serie de recursos. Se supone que la elaboración de nuestra visión del mundo, de nuestra capacidad de entendimiento y de asimilación de la información necesita de una participación real por parte del individuo. Eso mismo sostienen hoy en día los constructivistas. Sin embargo, hay veces en que uno termina dudando.
Hace unos días tuve que acompañar, junto a otros profesores, a varios grupos de alumnos de 4º ESO a un taller sobre creación literaria. El voluntarioso ponente trató de partir de algo que se supone que es uno de los paradigmas del actual sistema: los conocimientos previos del alumnado presente en la sala. No es mala estrategia aunque tiene sus peligros. En un momento dado trató de indagar qué sabían ellos sobre las “figuras retóricas”. El resultado fue un silencio glacial y una actitud generalizada de mirar para otro lado. “¿Les suenan las metáforas, las hipérboles...? -continuaba el ponente mientras hacía visibles esfuerzos por mantener el tipo. Nuevo silencio ante la desesperación de la profesora de Lengua que estaba sentada a mi lado. No contento con la experiencia el ponente, más adelante, cuando abordó la influencia del contexto social y político en la escritura habló del caso de un famoso escritor que había sido represaliado en un Estado Totalitario. - ¿Qué es un “Estado Totalitario”? -preguntó de nuevo el incauto. Otro silencio generalizado por respuesta. Esta vez el brote de indignación me tocó a mi. Hacía sólo unos dos o tres días que había hablado en clase, precisamente, de las características de un sistema político totalitario en contraste con uno democrático.
El caso es que no creo que el alumnado presente no supiera nada de estos u otros temas. El problema es, básicamente, de actitud. De entrada se parte de la base de que nada de lo que se pueda preguntar o de lo que se trate en una clase o sesión de este tipo les concierne. Se estudia para regurgitar lo dado en un trabajo de clase o un examen. Pocos entienden que eso se pueda incorporar de alguna manera al bagaje con el que uno se va pertrechando en la vida. Así que en situaciones de ese tipo lo “natural” es no darse por enterado. Ya decía Platón que “conocer es recordar”. Pero eso también requiere, como dijimos al principio, de un proceso activo. En ocasiones, hay que ayudar a nuestra mente a activar las sinapsis neuronales responsables de los datos que se requieren en un momento dado. Y eso es demasiado cansado. Realmente no puede decirse que el mundo en que vivimos sea demasiado estimulante en ese sentido. Todo está diseñado para no tener que pensar (cosa harto peligrosa, por otra parte) ni esforzarse (palabra maldita por excelencia). Nuestro mundo es actualmente un enorme parque de atracciones donde sólo hay que dejarse llevar y divertirse after hours.
Hace unos días tuve que acompañar, junto a otros profesores, a varios grupos de alumnos de 4º ESO a un taller sobre creación literaria. El voluntarioso ponente trató de partir de algo que se supone que es uno de los paradigmas del actual sistema: los conocimientos previos del alumnado presente en la sala. No es mala estrategia aunque tiene sus peligros. En un momento dado trató de indagar qué sabían ellos sobre las “figuras retóricas”. El resultado fue un silencio glacial y una actitud generalizada de mirar para otro lado. “¿Les suenan las metáforas, las hipérboles...? -continuaba el ponente mientras hacía visibles esfuerzos por mantener el tipo. Nuevo silencio ante la desesperación de la profesora de Lengua que estaba sentada a mi lado. No contento con la experiencia el ponente, más adelante, cuando abordó la influencia del contexto social y político en la escritura habló del caso de un famoso escritor que había sido represaliado en un Estado Totalitario. - ¿Qué es un “Estado Totalitario”? -preguntó de nuevo el incauto. Otro silencio generalizado por respuesta. Esta vez el brote de indignación me tocó a mi. Hacía sólo unos dos o tres días que había hablado en clase, precisamente, de las características de un sistema político totalitario en contraste con uno democrático.
El caso es que no creo que el alumnado presente no supiera nada de estos u otros temas. El problema es, básicamente, de actitud. De entrada se parte de la base de que nada de lo que se pueda preguntar o de lo que se trate en una clase o sesión de este tipo les concierne. Se estudia para regurgitar lo dado en un trabajo de clase o un examen. Pocos entienden que eso se pueda incorporar de alguna manera al bagaje con el que uno se va pertrechando en la vida. Así que en situaciones de ese tipo lo “natural” es no darse por enterado. Ya decía Platón que “conocer es recordar”. Pero eso también requiere, como dijimos al principio, de un proceso activo. En ocasiones, hay que ayudar a nuestra mente a activar las sinapsis neuronales responsables de los datos que se requieren en un momento dado. Y eso es demasiado cansado. Realmente no puede decirse que el mundo en que vivimos sea demasiado estimulante en ese sentido. Todo está diseñado para no tener que pensar (cosa harto peligrosa, por otra parte) ni esforzarse (palabra maldita por excelencia). Nuestro mundo es actualmente un enorme parque de atracciones donde sólo hay que dejarse llevar y divertirse after hours.
Damián, en tus últimos posts me estas motivando, a veces me dan ganas de escribir algo paralelo pero recuerdo que "soy mayor, que los mayores son los que siempre se quejan" y voy y me callo.
ResponderEliminarVoy a escribir algo muy borde al respecto en este comentario, si no te parece bien entenderé que no lo publiques. Es fruto de la misma furia docente que nos invade a todos los maestros que con tanta ilusión departimos con los alumnos.
-Ya se por qué ocurren estas situaciones: Porque como sobramos muchos en el mundo, conviene conseguir que las masas más inútiles se autoaniquilen. Primero dejando de mover las neuronas a continuación se dejará de mover el resto del organismo y los que aún queden serán más fáciles de eliminar, como los trastos inútiles, que al haber perdido la facultad de pensar por falta de interés, es en lo que se han convertido. Tan solo permanecerán los mas esforzados e interesados en progresar. ¿Se estará dando una selección natural oculta a consecuencia de la sociedad de molicie mental que estamos alimentando?
Un abrazo, y lo dicho, si no te parece bien.
MJT: me encanta eso de que mis post te motiven. Es más, si a partir de esto te animas a escribir algo, como dices, sería una cosa maravillosa. No sólo es un comentario publicable sino, como todos los tuyos, muy estimulante. A mí también me preocupan lo derroteros que están tomando las cosas. Y no desde ahora sino desde el momento en que la sociedad de la información (y su corolario, la globalización) no devino, como se nos prometió, en una nueva Ilustración sino en la gran ceremonia de la estupidización colectiva. Otro abrazo.
ResponderEliminarEsa misma charla, taller literario, con el mismo ponente la viví yo al día siguiente... con los mismo silencios y negaciones por parte del alumnado ante cualquier cuestión, mientras los profesores allí asistentes nos moríamos de vergüenza...
ResponderEliminarEl pobre ponente, a estas alturas, tiene que estar tomando algún tipo de medicación...
ResponderEliminarYo a todo esto añadiría que:
ResponderEliminarNo es más burro el que no sabe, sino lo que es peor, el que no quiere.